Calor que mata o nuevos patógenos: clima y salud, a merced de los combustibles fósiles

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Mientras el mundo aún despierta lentamente de la pesadilla de la pandemia. Mientras silban los misiles en Ucrania. Mientras los precios están disparados por la escasez de materias primas y cosechas… la emergencia climática amenaza a millones de vidas. “Las tres cosas (pandemia, guerra, escasez) vienen del mismo sitio. El cambio climático mata mucho más que la guerra”, aseguraba en este pódcast de Newtral el ambientólogo Fernando Valladares. Ahora, el informe The Lancet Countdown on Health and Climate Change pone cifras a la salud y el clima.

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La dependencia de los combustibles fósiles está agravando las repercusiones sanitarias de estas crisis, según el informe 2022, que lleva por subtítulo ‘La salud a merced de los combustibles fósiles’. Estas son la claves que ligan salud y clima en las últimas cuatro décadas:

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”Nuestro informe revela que nos encontramos en una coyuntura crítica. Vemos cómo el cambio climático está provocando graves impactos en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia mundial de los combustibles fósiles agrava estos daños para la salud en medio de múltiples crisis mundiales. Ello mantiene a los hogares vulnerables a los volátiles mercados de combustibles fósiles, expuestos a la pobreza energética y a peligrosos niveles de contaminación atmosférica”, afirma Marina Romanello, directora ejecutiva del informe del University College de Londres (Reino Unido)

El séptimo informe de The Lancet Countdown representa el trabajo de 99 expertos de 51 instituciones en salud y clima, incluidas la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Se publica en puertas de la Conferencia del Clima de Sharm el Seij (COP27). Presenta 43 indicadores que incluyen métricas nuevas y mejoradas sobre impacto de las temperaturas extremas en: inseguridad alimentaria, contaminación del aire en los hogares y adecuación de la industria de los combustibles fósiles a un futuro saludable.

“A pesar de los retos, hay pruebas claras de que una acción inmediata podría salvar la vida de millones de personas, con un rápido cambio hacia la energía limpia y la eficiencia energética. Una acción por el clima acelerada aportaría beneficios en cascada en la salud, con sistemas sanitarios, alimentarios y energéticos más resistentes. Con un mundo en plena agitación, los gobiernos y las empresas tienen la oportunidad de situar la salud en el centro de una respuesta alineada a estas crisis concurrentes, y ofrecer un futuro saludable y seguro para todos”, añade Romanello. 

Una salud resentida por la pandemia y empeorada por el clima

El trabajo recalca que la persistente dependencia excesiva de los combustibles fósiles está empeorando rápidamente el cambio climático, lo que provoca peligrosas repercusiones en la salud en todo el mundo. Los datos muestran que ningún país está a salvo.

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La emergencia del clima afecta a la salud porque también aumenta la probabilidad y la gravedad de fenómenos meteorológicos extremos: olas de calor, fuertes precipitaciones, incendios forestales, tormentas y sequías, que cuestan cientos de miles de vidas cada año en todo el mundo.

En este sentido, los incendios forestales causaron devastación en Canadá, Estados Unidos, Grecia, Argelia, Italia, España y Turquía en los últimos años. Se registraron temperaturas récord en Australia, Canadá, India o Reino Unido.

El calor extremo afecta a la salud del corazón, el embarazo o la salud mental, además de suponer pérdidas de 669.000M de dólares en el trabajo.

La exposición al calor extremo por el cambio en el clima afecta directamente a la salud: exacerba las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, los resultados adversos en el embarazo, el empeoramiento de los patrones de sueño, la mala salud mental y el aumento de las muertes relacionadas con lesiones.

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También afecta a la salud de forma indirecta al limitar la capacidad de las personas para trabajar y hacer ejercicio. La exposición al calor llevó a la pérdida de 470.000 millones de horas laborales potenciales en todo el mundo en 2021. Equivale a unas pérdidas de ingresos de 669.000 millones de dólares.

Los sistemas sanitarios son la primera línea de defensa para tratar los impactos en la salud física y mental de los fenómenos meteorológicos extremos y de los demás impactos de un clima cambiante. Pero los sistemas sanitarios están luchando para hacer frente a la carga de la pandemia de la COVID-19, a las interrupciones de la cadena de suministro y a otros retos, poniendo vidas en peligro, hoy y en el futuro», dice Kristie Ebi, líder del grupo de trabajo del informe sobre adaptación, planificación y resiliencia para la salud y profesora del Centro de Salud y Medio Ambiente Global de la Universidad de Washington. 

Cae el rendimiento de cosechas, falta comida

Los datos del informe de este año sugieren que, a corto plazo, el cambio climático está afectando a todos los pilares de la seguridad alimentaria. El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan directamente el rendimiento de las cosechas acortando la temporada de crecimiento de los cultivos en 9,3 días para el maíz, 1,7 días para el arroz y 6 días para el trigo de invierno y primavera.

El calor extremo se asoció con 98 millones más de personas que declararon inseguridad alimentaria de moderada a grave en 103 países en 2020, en comparación con los años anteriores entre 1981 y 2010. En promedio, un 29% más de la superficie terrestre mundial se vio afectada por la sequía extrema anualmente entre 2012-2021, que entre 1951-1960, poniendo a las personas en riesgo de inseguridad hídrica y alimentaria, destaca el trabajo.

“El cambio en el clima ya está teniendo un impacto negativo en la seguridad alimentaria y la salud, con implicaciones preocupantes para la malnutrición y la desnutrición. Un mayor aumento de la temperatura, de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos y de las concentraciones de dióxido de carbono, ejercerá aún más presión sobre la disponibilidad y el acceso a alimentos nutritivos, especialmente para los más vulnerables”, dice Elizabeth Robinson, coautora del trabajo y directora del Instituto de Investigación Grantham de la London School of Economics.

Según el informe, una respuesta centrada en la salud a la actual crisis energética, del coste de la vida y del clima permitiría a las empresas energéticas cambiar rápidamente a combustibles limpios y a los países alcanzar rápidamente las emisiones netas de gases de efecto invernadero, desbloqueando un futuro de desarrollo sostenible, entornos saludables y equidad sanitaria, al tiempo que se mejora la seguridad energética y se ofrece una vía para la recuperación económica.

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