Hacia primaveras con olas de calor: ni la calima ni ‘la Niña’ evitan un mayo de récords

Episodio de calor de mayo en la Plaza del Pilar de Zaragoza, temperatura y emergencia climática| Toni Galán, Efe
Episodio de calor de mayo en la Plaza del Pilar de Zaragoza | Toni Galán, Efe
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Si las máximas han sido insoportables, las mínimas han roto todos los récords. Mayo se cierra con temperaturas de media por encima de lo normal. Pero, sobre todo, con un día, el 21, en rojo en el calendario. Nunca un día de mayo había sido tan tórrido en la historia de España. Pero al calor de mayo se ha sumado la calima. Y eso implica que todavía podría haber sido peor.

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El episodio de calor del pasado fin de semana no se repite en este, pero los mercurios han seguido altos para lo esperable en primavera. Y las primeras previsiones apuntan a un inicio de junio donde se puede repetir una ‘ola de calor’ fuera de temporada, en el corazón mediterráneo. Y, a falta de evaluar los registros de los últimos días de mayo, este podría ser el más cálido de la historia registrado de España.

Los datos indican que en mayo, los termómetros han superado los 35 ºC en muchas zonas de la península. Los 40 ºC, en el valle del Guadalquivir (42,3 ºC en Andújar). Esto es “más de 10 ºC para lo normal en esta época del año”, explica David Barriopedro, doctor en Física Atmosférica del IGEO-CSIC.

El profesor Barriopedro es experto en calima y calor. Hasta el pasado miércoles, el polvo en suspensión procedente del norte de África se ha instalado en buena parte de España, menos en Canarias. Y ese polvillo nubla. Frena parte de la radiación solar. Sin la calima, tanto este científico como desde la AEMET creen que lo de la penúltima semana de mayo hubiera sido un infierno.

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“La contribución neta del polvo en suspensión implicaría un menor aumento de temperatura que sin él”, apunta Barriopedro. “Es posible que en las zonas afectadas, la calima haya contribuido a suavizar las temperaturas diurnas y quizás, aunque en menor medida, a agudizar las nocturnas”.

El inicio de 2022 ha estado marcado todavía por la influencia del fenómeno ‘La Niña’.  Este episodio recurrente y natural ha enfriado las temperaturas unos 0,03 ºC de media global. Pero a nivel local puede refrescar más. Es decir, se desconoce hasta qué punto podrían haberse disparado aún más los mercurios de no haber ‘Niña’ o haber sido un año de ‘El Niño’, el fenómeno inverso, que aporta más calor.

Las temperaturas mínimas han sido particularmente elevadas y han marcado un récord en no menos de siete estaciones medidoras. Varias capitales han experimentado temperaturas nocturnas sin precedentes desde al menos los últimos 30 años, sobre todo en la zona centro.

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Son noches ‘tropicales‘ (>19 ºC) o ‘tórridas‘ (>24 ºC) “con récords de mínimas de mayo en 72 años”. Esto sí puede tener más que ver con la presencia de calima, que es como un parasol para el calor. Evita que los rayos ‘peguen’, pero bajo su paraguas el calor no puede escapar.

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Sería necesario estudiarlo en detalle, pero en este episodio anómalo hay otro protagonista principal: una dorsal tropical.

Un mayo que replantea la definición veraniega de ‘ola de calor’

Hablamos de dorsales tropicales cuando se produce una inyección de aire caliente desde el sur. Hablamos de vaguadas, cuando entra desde el norte, inyectando aire polar. Esta alternancia es normal, y responde en parte a la circulación atmosférica que impulsa la corriente en chorro que recorre la Tierra, de oeste a este, en latitudes como las de Reino Unido o el sur de Alaska.

La corriente en chorro parece que se está alterando desde hace años, haciéndonos tener cambios bruscos de tiempo.

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El problema es que esta corriente, que es como un río, hace meandros muy pronunciados, en ocasiones. Lo que debería ir más bien de oeste a este termina bajando y subiendo demasiado hacia sur y norte. Por ejemplo, hasta nuestras latitudes. Cuando eso ocurre, puede provocar esas dorsales (o brazos de aire) tropocales.

Esta distorsión nos trae tanto episodios de extremo calor (dorsal tropical + estabilidad anticiclónica) como frío y nieve, como Filomena (vaguada polar + borrasca cargada de humedad), como explicaba a Newtral.es la física del clima Anna Cabré.

Pero no sólo está esa corriente en chorro polar. “Las tendencias encontradas concuerdan con las proyecciones futuras de cambio climático, que sugieren una mayor frecuencia e intensificación de estas intrusiones debido al calentamiento global y la expansión al norte de masas de aire subtropicales”, dice Barriopedro.

Desde eltiempo.es, el meteorólogo Roberto Granda precisa que, en sí misma, la situación atmosférica no ha sido excepcional. “Lo que sí es llamativo es que estamos aún en mayo y la dorsal subtropical se muestra muy fuerte. Esto en parte responde al hecho de que la corriente en chorro, o jet, se encuentra bastante debilitada y desconfigurada”.

¿Adiós a la primavera tal y como la conocíamos?

Contábamos el año pasado que el clima se está ‘desafrancesando’, que es una manera metafórica de referirse a la gráfica que ilustra cómo las temperaturas propias del verano se están desplazando fuera de temporada. Y cómo hay cada vez más jornadas (en rojo) con días más cálidos de lo esperable (blanco) que fríos (azul). De ahí que lo que antes era un diagrama similar a la bandera de Francia ahora haya quedado desdibujado.

“Muchos de los récords anteriores ya databan de años recientes“, destaca el investigador. Esto es importante, porque quiere decir que este proceso de calentemiento parece acelerarse. Los récords se acumulan en años como 2015 o 2017. “La mayoría son posteriores al año 2000, lo que pone de manifiesto los efectos del calentamiento global: los extremos cálidos no solo son cada vez más frecuentes; también más intensos, duraderos y extensos”.

Tanto en 2015 con en 2017, Barriopedro advirtió en sendos estudios que se produce un adelantamiento del verano climatológico. Las olas de calor alimentan al alza esas temperaturas medias. Por ejemplo, en 2017, “España experimentó una megaola de calor a mediados de junio (antes del inicio astronómico del verano), con características similares a las de julio y agosto, siendo así la más temprana de la que se tiene registro”, concluye.

El Panel de Expertos del Cambio Climático (IPCC) de la ONU destacó en su informe del pasado verano que muchos de estos fenómenos no se pueden explicar sin considerar la emergencia climática. Los modelos prevén y constatan que se acorta el llamado ‘período de retorno’ o repetición de fenómenos extremos.

Hace una década, era esperable mayo tuviera más de 23,5 °C una vez cada 212 años. Desde 2010, ese periodo se ha reducido a una vez cada 45 años, recuerda desde AEMET su portavoz Rubén del Campo. Para él también es llamativo que los récords de calor se hayan acumulado en la última década.

Las previsiones apuntan a un verano de temperaturas más elevadas de lo normal. Y con olas de calor que encajen en la definición ortodoxa que mayo ha empezado a cuestionar.

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