La mejora en la calidad del aire ha recortado las muertes por contaminación un 16% desde 2005

Muertes por contaminación. Demolición de la central de carbón de Ferrybridge (Reino Unido) | Bojangles, Shutterstock
Demolición de la central de carbón de Ferrybridge (Reino Unido) | Bojangles, Shutterstock
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Dejar de quemar combustibles fósiles funciona, tanto en la lucha contra el calentamiento global –a largo plazo– como en la prevención de muertes prematuras por contaminación –a corto y medio plazo–. Cada año, más de un centenar de salubristas, investigadores médicos y sanitarios, físicos, ecólogos, ingenieros y humanistas publican el más completo informe que relaciona la salud del planeta con la salud de sus habitantes humanos. Conocido como The Lancet Contdown, suele ser un toque de atención que advierte a los gestores de que “vamos en la dirección equivocada”.

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Las emisiones de carbono y polución cuestan vidas y lastran a los sistemas sanitarios. Pero de las decenas de cifras y conclusiones del informe de 2023, hay una realmente positiva. Las muertes por contaminación están cayendo notablemente allá donde se ha apostado por aires más limpios.

La contaminación del aire derivada de combustibles causó 1,9 millones de muertes solo en 2020 (hasta donde monitoriza el presente repaso de estudios). Si nos centramos en los fallecimientos ligados a la contaminación por partículas finas PM2,5 (las que salen sobre todo de tubos de escape o quema de carbón), fueron unas 1,2 millones. Y aquí llega la buena noticia: la cifra es un 15,7% inferior a la de 15 años antes. En 2005 murieron unas 1,4 millones de personas por respirar sostenidamente PM2,5. Si se suma el daño que causan en la salud todos los combustibles fósiles, el recorte en muertes se eleva hasta el 17,5% según sus estimaciones.

The Lancet Countdown revela cómo las políticas de aire limpio funcionan en materia de salud de manera bastante rápida. En este recorte de muertes por contaminación de la última quincena se debe, fundamentalmente, al abandono del carbón en buena parte de los países desarrollados. Sin embargo, el informe advierte de que la crisis energética está impulsando a economías más vulnerables a la quema de carbón (aunque también lo ha hecho Alemania) o de biomasa –leña, fundamentalmente–; por ejemplo, para cocinar en casa, con un daño reconocido para la salud respiratoria y coronaria, como recalcaba en este reportaje Mark Nieuwenhuijsen (ISGlobal).

Ha habido un “crecimiento exponencial” de renovables, pero el recorte de emisiones es insuficiente

“El carbón es de lo más contaminante” (responsable de la mitad de las muertes por contaminación), ha explicado Marina Romanello, directora ejecutiva del estudio, en un encuentro con periodistas. “Al reducir las emisiones vinculadas al carbón, también salvamos más de 200.000 vidas cada año, porque hemos reducido la contaminación del aire”. Este recorte está impulsado por políticas de aire limpio en ciudades y, también, por la sustitución del carbón por fuentes de energía limpias.

En concreto, el informe destaca cómo las renovables ya cuestan menos que las fósiles, aunque su proporción en el mix energético del planeta no supera el 9,5% por “la falta de compromiso de las compañías petroleras y gasísticas”. Como motor económico, el sector creció hasta un máximo histórico de 12,7 millones de empleados en 2021, gracias al despliegue de la fotovoltaica, aunque la que más electricidad aporta es la eólica.

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A nivel financiero, las renovables mueven ya cerca de 500 millones de dólares anuales en préstamos, casi tanto como invertido en fósiles. Sin embargo, que aún se siga financiando a la industria emisora de CO2 es, para este grupo, (y para Naciones Unidas) ir por el camino equivocado y una “negligencia”.

Las malas noticias: las muertes por calor, al alza

El informe va más allá del evidente vínculo entre contaminación y muertes prematuras. Una vez más, pone el foco sobre la crisis climática y su impacto en la salud. Especialmente, ante la exposición a las más recurrentes e intensas olas de calor, el impacto del calentamiento global más importante en España.

En casos como el nuestro, la mortalidad asociada al calor, siendo muy alta, parece haber descendido en los últimos 20 años. Seguramente sea un ejemplo de adaptación razonablemente exitosa al cambio climático, sobre todo por la incorporación generalizada del aire acondicionado a hogares y centros de trabajo en las regiones más calurosas, como explicaba a Newtral.es el experto en salud y clima Aurelio Tobías (IDAEA-CSIC). Pero esto tiene un precio: En 2021, el aire acondicionado consumió unos de 1.900 teravatios hora, aproximadamente el consumo total de electricidad de India y Brasil juntas.

Las muertes relacionadas con el calor de personas mayores de 65 años en el mundo aumentaron en un 85% entre 2000 y 2004, más del doble del aumento esperado si las temperaturas no hubieran cambiado. La demora para actuar frente a la emergencia climática es probable que la mortalidad atribuible al calor aumente 4,7 veces a mediados de siglo.

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Para la ONU, el informe revela el riesgo de una catástrofe humana por calor, hambre y nuevas infecciones aunque haya habido avances en la eliminación del carbón.

En comparación con el período 1981-2010, la mayor frecuencia de días de olas de calor y meses de sequía se asoció con 127 millones más de personas que experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021.

“Los sistemas de salud experimentan cada vez más tensiones”, denuncian por su parte desde el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS), que lidera desde Europa el estudio. Desde el centro, sus investigadores corroboran que poblaciones que contribuyen relativamente poco a las emisiones de efecto invernadero son, en muchas ocasiones, quienes más las padecen.

Cal y arena. En respuesta a la publicación del informe, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha hablado de “una catástrofe humana con el peligro que ponen en la salud y el sustento de miles de millones de personas el calor sin precedentes, las sequías, el aumento del hambre, el número cada vez mayor de brotes de enfermedades infecciosas, las tormentas e inundaciones mortales”. 

Para Guterres, la continua expansión de los combustibles fósiles “es una sentencia mortal para millones de personas”. Ha insistido en la necesidad de que el aumento de temperatura se limite a los +1,5°C respecto a la era preindustrial (hemos superado ya los +1,1ºC) “si queremos evitar lo peor del cambio climático, salvar millones de vidas y ayudar a proteger la salud de todos los que habitamos la Tierra”. 

El informe se publica en vísperas de la Cumbre del Clima de Dubái (COP-28), en medio de la controversia por celebrarse en un país, Emiratos Árabes, muy dependiente e impulsor de su industria fósil.

Fuentes