Desde que el pasado 8 de diciembre de 2020 una mujer británica recibiera la primera vacuna contra la COVID-19 en occidente, la desinformación y los bulos sobre vacunas no han dejado de circular. Se han publicado informaciones que iban desde los primeros falsos fallecimientos supuestamente provocados por dosis, pasando por los “sospechosos” componentes y los intentos de estafa por la tercera dosis de la vacuna.
Con motivo del primer año de vacunación, recopilamos los bulos más importantes que se han difundido sobre las vacunas, coincidiendo con las distintas etapas que hemos vivido durante este periodo.
Diciembre de 2020: los bulos sobre las primeras personas con las vacunas contra la COVID-19
Margaret Keenan, mujer inglesa de 90 años, fue la primera que recibió la vacuna de Pfizer el 8 de diciembre de 2020 a las 6:31 de la mañana. En cuanto se publicó la primera noticia, no tardaron en difundirse informaciones sobre esta persona, como que las imágenes de su vacunación correspondían a octubre y no a diciembre.
Pero se trataba de un bulo, como ya verificamos anteriormente en Newtral.es. La confusión se debía a que en la página web de la CNN, donde se publicó la noticia original, había un carrusel de vídeos, una forma de presentar noticias de forma consecutiva y automática.

Así, cuando un vídeo de una noticia finalizaba, comenzaba otro de una fecha diferente, manteniendo el texto del primer artículo. Y por ello era posible ver una noticia con una grabación de octubre, y que al finalizar el vídeo apareciera el de la vacunación de la mujer recibiendo la vacuna. Aquí puedes consultar las imágenes que publicamos en Newtral.es sobre la vacunación contra la COVID-19 de esta Keenan.
Por otro lado, la primera persona en recibir la vacuna contra la COVID-19 en España fue Araceli Hidalgo, que también fue protagonista de bulos. En su caso, circuló por redes sociales una imagen de una supuesta noticia atribuida falsamente a El Mundo sobre que esta mujer habría fallecido 24 horas después de recibir la vacuna. Pero como desmentimos posteriormente, se trataba de un fotomontaje.
Los bulos de falsos efectos adversos de las vacunas contra la COVID-19
Conforme fue avanzando la vacunación, tanto en España como en el resto del mundo, numerosos bulos sobre efectos adversos graves comenzaron a extenderse con mayor rapidez. Desde una supuesta “infertilidad indefinida”, hasta convulsiones e incluso la muerte de decenas de personas.
Pero eran bulos o contenidos sin evidencias; es decir, que vinculaban las vacunas con estos efectos secundarios sin ningún aval científico. Como explicamos en Newtral.es, es importante tener en cuenta que las autoridades sanitarias insisten en que las vacunas son seguras y que sus beneficios son mucho mayores que cualquier efecto secundario que puedan producir.
Los expertos recomiendan, en primer lugar, comprobar la procedencia de estos contenidos que se difunden por redes sociales, y buscar si alguna fuente oficial ha publicado algo al respecto.
Además, los españoles también hemos acudido a la consulta a preguntar por estos contenidos sobre falsos efectos adversos. El IV estudio sobre Bulos en Salud-COVID-19 del Instituto #SaludSinBulos y Doctoralia aseguró recientemente que el 86% de los profesionales sanitarios consultados había atendido a pacientes preocupados por informaciones falsas sobre el coronavirus. Y especialmente, sobre bulos de vacunas contra la COVID-19 (81,3%).
En Newtral.es puedes encontrar más información sobre esta encuesta.

Los supuestos componentes que no aparecen en los prospectos de las vacunas
Con las dudas por los falsos efectos secundarios de la vacunación, llegaron los bulos sobre supuestas sustancias que contenían las vacunas contra la COVID-19. Por ejemplo, uno de los más compartidos fue que las vacunas están compuestas de metales pesados capaces de atraer a imanes. Este se difundió con imágenes de personas que mostraban cómo se les quedaban los imanes pegados en el brazo.
En Newtral.es desmentimos este contenido con la ayuda de Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, que negaba que se utilizaran este tipo de metales (níquel, cobalto o hierro) para la elaboración de las vacunas. Además, los prospectos de las vacunas son públicos y los puede comprobar cualquier persona.
Por otro lado, otro tipo de componentes que también se aseguraba que contenían las vacunas eran grafeno, arsénico o uranio, células de fetos abortados o microchips.

Los intentos de estafa con la tercera dosis de refuerzo
Cuando la población española alcanzó el objetivo de vacunación del 70%, también comenzó a administrarse la tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19 a determinados colectivos. Aquí es cuando comenzaron a circular mensajes por aplicaciones de mensajería como WhatsApp sobre una supuesta “tercera dosis de refuerzo” ofrecida por el “Ministerio de Salud” y que se trataba de una estafa.
Estos mensajes llevan difundiéndose desde aquel momento y todavía continúan circulando coincidiendo con los nuevos anuncios del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de administrar la tercera dosis a personal sanitario y mayores de 60 años.
Y con respecto a la estafa, se trata de una llamada telefónica en la que solicitan al usuario un código que habrá recibido por SMS. Esta clave es, en realidad, el código de verificación que solicita WhatsApp para poder abrir tu perfil en otro dispositivo, por lo que si lo facilitas a otra persona pueden robar tu cuenta de esta aplicación.
Como contamos en Newtral.es, el INCIBE alertó recientemente del intento de estafa, y las Consejerías de Sanidad de Canarias y Galicia advirtieron a los ciudadanos para que evitaran dar información personal mediante llamada telefónica.
Diciembre de 2021: el proceso de ensayos de las vacunas
Después de las dudas clarificadas de los efectos adversos y los componentes falsos, algunos usuarios ponían en duda los ensayos de vacunas como las de Pfizer.
En concreto, está circulando un texto que asegura que Pfizer “admite que los ensayos clínicos fueron demasiado cortos para determinar los riesgos de miocarditis a largo plazo en niños”.
Sin embargo, el médico Ángel Hernández Merino, de la Asociación Española de Pediatría, explicaba para Newtral.es que los ensayos a los que se refiere la publicación “no están diseñados para detectar este tipo de efectos tan raros”.
Se trata de un efecto secundario demasiado infrecuente, y los ensayos de fase 3, “por definición, no tienen la capacidad de detectar los efectos secundarios de baja frecuencia”. Igualmente, sí que aportan información suficiente inicial como para autorizar la vacuna. En posteriores estudios con el uso extenso de la vacuna se podrán obtener mejores resultados.
Jaime, antes de hablar, hay que encender el cerebro.
No hacéis más que un lavado de cara a estas Farmecuticas criminales, cuando en la EudraVigilance, la VAERS y en la FDA hay documentos oficiales sobre los efectos adversos provocados y los riesgos superan con creces los beneficios, lo peor es que no se os cae la cara de vergüenza, presos tendríais que estar.