Durante las últimas semanas se han hecho virales, especialmente a través de Instagram y TikTok, una serie de vídeos que muestran a personas cocinando naranjas asadas y mezclando la pulpa con azúcar moreno, miel u otros elementos dulces. Según los usuarios que cuelgan dichos vídeos, mediante este método, aquellas personas que perdieron el sentido del gusto tras pasar la COVID-19 pueden recuperarlo al instante. Es falso.
Según el estudio EneCOVID del ISCIII, 4 de cada 10 pacientes diagnosticados con COVID-19 pierden el sentido del olfato (fenómeno conocido como anosmia). Perdida que, en algunos casos va asociada a la del gusto (disgeusia).
La Doctora Zenaida Piñeiro, adjunta al Servicio de Otorrinolaringología del Hospital del Mar, en Barcelona explica a Newtral.es que si alguien recupera el gusto tras ingerir algún alimento, ha debido de ser casualidad. “No hay ningún tratamiento milagroso ni para el olfato ni para el gusto”. Piñeiro asegura que, cuando alguien está recuperando el olfato, puede intentar entrenarlo haciéndole recordar cómo huelen según qué cosas porque este “tiene una especie de memoria olfativa. Pero para el gusto no hay nada que funcione”.
La doctora trabaja en una investigación para averiguar qué pasa a largo plazo con los pacientes que no han recuperado el olfato o el gusto. “Tenemos un 40% de pacientes con alguna afectación, pero no todos han perdido la función por completo”, relata Piñeiro, que asegura que lo más probable es que estos pacientes se recuperen, pero que “hay algunos que se han quedado con un déficit del gusto. Es muy molesto, les da una calidad de vida muy mala. Lo del gusto casi más que el olfato”.
La pérdida del olfato o del gusto puede durar hasta un año
La doctora Piñeiro explica que “la afectación que hace el coronavirus se relaciona con unos receptores especiales que también están relacionados con la hipertensión. Se encuentran en el neuroepitelio respiratorio en el caso de la nariz y en las papilas gustativas en el caso de la boca”.
Según la experta en Otorrinolaringología, estos receptores son iguales en las células gustativas y en las arterias. “El coronavirus parece que se une a ellos y es por eso que también puede provocar hipertensión en pacientes que están infectados y previamente no tenían”.
Como ya explicamos en Newtral.es, alrededor del 80% de los pacientes recupera el olfato y el gusto de forma espontánea tras cuatro semanas, de acuerdo a un estudio publicado en el British Medical Journal. La experta en Otorrinolaringología detalla que, por otros virus ya conocidos, que también provocan una pérdida del olfato o el gusto, se conoce que esta pérdida puede durar hasta un año.
Sin embargo, Piñeiro advierte que, si tras un año no hemos recuperado uno de estos dos sentidos, puede que tengamos un daño permanente, aunque puede ser parcial. “Puede que no tengas un gusto tan bueno como antes, pero que puedas apreciar el salado, el dulce, el amargo y el ácido, que son los básicos del gusto”.
El efecto “placebo” en aquellos que creen recuperar el sentido tras realizar el experimento
El psicólogo Jordi Isidro Molina ve un posible efecto “placebo” en las personas que dicen haber recuperado el sentido del gusto al realizar este experimento: “Pasa también con otras dolencias. Si alguien está convencido de que tomar miel le irá bien para un determinado dolor, puede que así sea”.
El hecho de que este tipo de vídeos se viralice, no explica que el experimento funcione. Molina señala que los usuarios de redes sociales confían en este tipo de experimentos porque las personas que los realizan son sus semejantes: “Puede parecer casi un amigo nuestro y nos puede dar la sensación de que controlamos la información cuando en realidad no tenemos ni idea de quién es esa persona ni qué está buscando. En algunos casos incluso puede haber un tema de marketing detrás”.
El reto se ha hecho viral especialmente en redes sociales como Instagram o TikTok, que cuentan con mayor presencia de público joven o adolescente. “La gente mayor es influenciable —explica Molina a Newtral.es— pero es más fácil que vídeos así calen en el mundo adolescente, porque son vídeos divertidos, para pasar el rato. Es fácil que se expandan rápidamente y que el rumor acabe por convertir la situación en una especie de verdad científica, sin que lo sea para nada”.
El psicólogo, experto en trastornos de ansiedad y estado de ánimo, es buen conocedor de las redes sociales y sus posibles adicciones, y destaca una cualidad que comparten muchos bulos que acaban haciéndose virales: el afán de protagonismo de quien sube el vídeo. “Buscan notoriedad y no se preocupan de las consecuencias. Aprovechan una situación de la que se está hablando, como es el coronavirus, y escogen ese síntoma porque saben que la mayoría de los pacientes lo desarrollan”.