El bulo de los hisopos “magnéticos” de las PCR que supuestamente atraen los imanes a la cara

Las PCR también podrían causar magnetismo
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A través de redes sociales se han compartido diversos vídeos en los que se asegura que los hisopos de las pruebas PCR para diagnosticar la COVID-19 contienen “nanopartículas” magnéticas capaces de atraer imanes y objetos metálicos a la piel.

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En estas grabaciones, difundidas en distintos países, se ve a personas acercarse un imán a la nariz. Cuando se queda “pegado” a su rostro, ellas culpan a los bastoncillos de las pruebas PCR. En concreto, argumentan que los hisopos que se introducen en la nariz para obtener las muestras nasofaríngeas desprenden partículas que se quedan en las fosas nasales y son capaces de imantar el rostro.

Pero es un bulo. Ni los hisopos contienen este tipo de componentes ni pueden causar ese supuesto efecto magnético. 

No, los hisopos de las PCR no tienen partículas magnéticas ni atraen imanes a la cara

Las personas de los vídeos que hemos recibido dicen que se han sometido a un test PCR, pero no aportan pruebas de ello.

En una de las grabaciones, que ya cuenta con más de 28 mil reproducciones en Facebook, aparece una mujer con un imán. Cuando se lo coloca en la cara, el objeto se le queda “pegado” cerca de la nariz.

[¿Por qué los imanes se quedan en ocasiones pegados al cuerpo? Ni vacunas ni PCR: la clave está en nuestra piel]

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Ella añade que el imán no se le adhiere a otras partes del rostro, solo a la nariz, por lo que culpa a las PCR de haberle causado ese supuesto efecto magnético. “Yo creí que me metían un hisopo, pero no sé qué me metieron para que se me quede ahí pegado”, dice la mujer en el vídeo. 

En el mensaje que acompaña a las imágenes también se afirma que, cuando te hacen la prueba diagnóstica de la COVID-19, “también te meten nanotecnología con la PCR”. Por Facebook también circulan otros vídeos similares en los que se afirma que “las PCR traen grafeno y nanopartículas” que son las que supuestamente imantan el rostro. Pero es falso.

El investigador Carmelo Morales Angulo, del departamento de ciencias médicas y quirúrgicas de la Universidad de Cantabria, en el área de otorrinolaringología, desmiente a Newtral.es estas afirmaciones y recuerda que los materiales que se utilizan en las PCR pasan numerosos controles sanitarios y de seguridad.

¿Por qué se pegan imanes a la piel?

Morales Angulo subraya que los hisopos de estos test PCR no tienen materiales magnéticos capaces de atraer imanes ni otros objetos metálicos. 

Desde el laboratorio Deltalab, que fabrica hisopos para las PCR en España, explican a Newtral.es que estos escobillones se componen de “un soporte fabricado en material plástico resistente, como poliestireno o acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), y una cabeza formada por fibras sintéticas”. Pero ni rastro de esas supuestas partículas magnéticas ni de grafeno.

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Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), también señaló a Newtral.es que los hisopos de las PCR están formados por “una torunda de algodón” que tampoco podrían generar “un daño” a las personas a las que se les introduce el bastoncillo correctamente. 

Como ya explicó anteriormente a Newtral.es Jordi Sort, que lidera el Grupo de Materiales Inteligentes de Nanoingeniería, Nanomecánica y Nanomagnetismo en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), para crear el efecto que se observa en los vídeos “se necesitaría un implante debajo de la piel con una cantidad suficiente de material magnético para que atrajera un imán”. Los bastoncillos de las PCR no llevan tal implante. 

“Las razones para que un imán pueda quedarse colocado en la piel pueden estar relacionadas con el tipo de crema o maquillaje que utilice [la persona del vídeo] y las características de la secreción glandular de la piel de la zona”, destaca también Morales Angulo. 

Sanidad vigila los materiales que se usan en las PCR en el mercado

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) explica en su página web que los productos, materiales e instrumentos utilizados para la realización de pruebas diagnósticas para detectar la infección por SARS-CoV-2 (como las PCR) son productos sanitarios de diagnóstico in vitro. 

Es por eso que para su comercialización en España deben cumplir con los requisitos establecidos en la Directiva 98/79/CE de 27 de octubre sobre productos sanitarios para diagnóstico in vitro y el Real Decreto 1662/2000, de 29 de septiembre, y por tanto siempre deben tener marcado CE en su etiquetado.

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La AEMPS, en colaboración con las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas, realiza continuamente tareas de control del mercado para asegurar que los productos siguen la legislación, tomando las medidas para su retirada en caso contrario, según indica el propio organismo. 

“Este control de mercado está destinado a evitar que se ponga en peligro la salud, la seguridad y otros aspectos de la protección del interés público”, añade.

Por eso, los bastoncillos homologados que usan los profesionales sanitarios en la realización de las PCR homologadas no contienen materiales que puedan ser perjudiciales si se usan siguiendo las instrucciones del fabricante. 

Las vacunas tampoco contienen ni metales pesados ni grafeno que atraen los imanes

En las últimas semanas se han viralizado otros contenidos falsos en los que se asegura que las vacunas también contienen metales pesados magnéticos o grafeno capaces de atraer a los imanes a la piel. 

Pero es un bulo y el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García, ya explicó a Newtral.es que el hecho de que determinados objetos se queden pegados al cuerpo de algunas personas “tiene que ver más con la grasa y el sudor”.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos también subrayan en su página web que “vacunarse contra el COVID-19 no lo magnetiza, ni siquiera en la zona de la vacunación, que suele ser el brazo”. 

“Las vacunas contra la COVID-19 no contienen metales como hierro, níquel, litio ni aleaciones de tierras raras, así como tampoco productos manufacturados como artículos de microelectrónica, electrodos, nanotubos de carbono ni semiconductores de nanocableado.

Además, la dosis habitual de una vacuna contra el COVID-19 es de menos de un mililitro, que no es suficiente para atraer imanes a la zona en que recibió la vacuna incluso si tuviera un metal magnético”, recalcan los CDC.

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