Las afirmaciones falsas de Ana María Oliva, la científica que niega que haya muertos por COVID-19

La gente no muere por Covid. Muere por otras causas. Si no hay autopsias, podemos hacer creer a la gente lo que queramos.
Tiempo de lectura: 16 min

Nos habéis hecho llegar por WhatsApp una entrevista de finales de 2020 con Ana María Oliva, una doctora en Biomedicina por la Universidad de Barcelona, según ha confirmado a Verificat el propio centro, que niega el impacto de la COVID-19. Entre otras cosas, afirma que el SARS-CoV-2 no está provocando ninguna muerte, que las pruebas PCR no tienen capacidad de diagnóstico o que el laboratorio de Wuhan está financiado por Estados Unidos y Europa. Pero todo esto es falso. Verificat se ha puesto en contacto con Oliva, pero en el momento de publicar este artículo no había contestado a nuestras preguntas.

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[Pots llegir aquest article en català aquí]

A continuación, verificamos algunas de sus declaraciones:

ENGAÑOSO | «Los virus son constructores de vida, están por todas partes, incluido nuestro genoma, son mensajes y mensajeros que permiten la comunicación entre células, entre individuos, con la tierra»

Un virus es una partícula de código genético, ADN o ARN, encapsulada en una vesícula de proteínas, según la definición del Instituto de Investigación del Genoma Humano de Estados Unidos. Por su morfología no se puede replicar por sí solo: necesita infectar células y usar los componentes de la célula huésped para hacer copias de sí mismo. 

Desde el punto de vista de los virus se puede decir -aunque no es el vocabulario científico apropiado- que son constructores de vida, en el sentido de que se reproducen para sobrevivir. Pero desde el punto de vista de los humanos no lo son porque una gran parte de los virus, en concreto los patógenos, tienen la capacidad de provocar enfermedades.

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Julia García-Prado, directora científica del Instituto de Investigación del hospital Germans Trias i Pujol (IGTP), ha explicado a Verificat que, en base a esto, los virus “no son mensajeros de ninguna comunicación”. Al entrar en un organismo, “el virus de alguna forma es un parásito” que mediante su forma de reproducirse “hace daño a tu cuerpo”.

En el contexto de la COVID-19, el SARS-CoV-2 es un virus patógeno que provoca en la gran mayoría de los infectados fiebre, tos seca y cansancio. Una de cada 5 personas desarrolla un cuadro clínico grave, en el que la principal dificultad que afronta son problemas respiratorios. Hasta el 5 de marzo de 2021, se habían contagiado 115 millones de personas en todo el mundo y han muerto 2,5 millones, el 2,17%, según la Universidad Johns Hopkins, referencia mundial en recopilación de datos sobre la pandemia.

Por otro lado, es cierto que los virus forman parte de nuestro genoma, pero se trata de los llamados retrovirus, que perdieron su capacidad infecciosa hace millones de años y que constituyen alrededor del 8% de nuestra información genética, según explicó a Newtral.es el biólogo computacional y científico del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia Koldo García Etxebarría. 

Por tanto, en términos científicos no se considera que los virus sean constructores de vida ni que permitan la comunicación entre células, como afirma la entrevistada.

FALSO | “El 90% de nuestras células son bacterias”

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Una célula es una unidad fundamental de los organismos vivos, generalmente de medida microscópica, que tiene la capacidad de reproducirse de forma independiente y está formada por un citoplasma y por un núcleo rodeados de una membrana, según la Real Academia Española.

El Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de Estados Unidos apunta a que el cuerpo humano adulto tiene entre 10 y 100 billones de células.

Su definición es más técnica y explica que, más allá de ser bloques estructurales básicos de los seres vivos, se pueden clasificar en dos grupos: las eucariotas y las procariotas. Las eucariotas tienen un núcleo y orgánulos envueltos por una membrana, mientras que las procariotas no. Las plantas y los animales están formados por un gran número de células eucariotas. Muchos microbios, como las bacterias, son células individuales.

Las bacterias, de su lado, son organismos procariotas unicelulares, fundamentales para los ecosistemas del Planeta y presentes en casi todos los rincones de la Tierra. La gran mayoría son beneficiosas para el funcionamiento del organismo humano y una minoría puede provocar enfermedades.  En opinión de García-Prado, la entrevistada se confunde con el concepto de microbioma, es decir, “el universo” de bacterias que viven en nuestro organismo. “Células y bacterias son diferentes”, puntualiza.

Pero “todos [los seres humanos] tenemos un microbioma”. “Dentro de nuestro cuerpo hay muchas bacterias y muchas de estas bacterias son buenas para nuestro cuerpo. Para poner un ejemplo, nosotros tenemos bacterias en el intestino que nos ayudan a hacer la digestión. Sin estas bacterias, tendríamos problemas gástricos”. Se calcula que en el cuerpo humano hay más bacterias que células.

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FALSO | “Los virus no causan ninguna enfermedad, puesto que la enfermedad surge de dentro no de fuera”

Los virus, tal y como ha explicado García-Prado, son agentes infecciosos que entran en el organismo, infectan las células y se replican, es decir, son “el agente causante de una enfermedad”.

El coronavirus SARS-CoV-2 ha desafiado a las autoridades sanitarias porque muchas personas que se infectan son asintomáticas y pasan el virus sin darse cuenta, multiplicando el riesgo de contagio si no toman las medidas de seguridad aconsejadas.

Ante esta situación, los PCR y los tests de antígenos son las principales vías para determinar si una persona está infectada. “Es una técnica molecular que identifica que el material genético está dentro de nuestro cuerpo y que antes no lo estaba”, señala la científica.

FALSO | “Los datos de mortalidad de este año (2020) no son diferentes a los de años anteriores, excepto en el mes de marzo”

Según las estimaciones del número de defunciones semanales publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a raíz del brote de SARS-CoV-2, entre el 16 de marzo -dos días después de la entrada en vigor del estado de alarma- y el 27 de diciembre de 2020 -última semana natural del año- fallecieron un total de 391.398 personas, 80.203 más que en el mismo periodo del año anterior (311.196). 

El Ministerio de Sanidad calcula, sin embargo, que entre el 16 de marzo y el 27 de diciembre hubo 50.122 muertes atribuidas a la COVID-19. La diferencia principal entre ambas cifras es que el Ministerio sólo tiene en cuenta las defunciones de personas que dieron positivo en una prueba diagnóstica antes de morir, tal y como explicó el entonces titular de Sanidad Salvador Illa el 7 de abril de 2020. Esto deja fuera a las personas que murieron presumiblemente por el efecto del virus y que no se pudieron someter a ninguna prueba.

En cualquier caso, se puede decir que la pandemia ha tenido un impacto directo en el exceso de fallecimiento en España en 2020, 82.737,5 entre el 1 de marzo de 2020 y 4 de marzo de 2021, según los datos del Instituto de Salud Carlos III, en contra de lo que dice la entrevistada.

Durante marzo, en cambio, sí que hubo más defunciones que el mismo mes del año anterior, tal y como afirma Oliva en su declaración. Un total de 62.579 personas murieron, según datos del INE, lo que representa un 48% más que en 2019. La semana del 30 de marzo al 5 de abril, pico de la primera ola, fue la más mortífera con 20.767 defunciones, un 38,9% más que en el mismo período de 2019.

FALSO | “Al principio, una pandemia se contaba por el número de muertos. Luego lo cambiaron y fue por el número de enfermos (con síntomas). Luego pasaron a ser contagiados, tengan o no tengan síntomas. Luego solo casos, es decir, personas que dan positivo en una PCR, en un test de laboratorio”

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define una pandemia como “la propagación mundial de una nueva enfermedad”. En base a esta definición, la OMS decidió declarar pandemia la COVID-19 el 11 de marzo de 2020. En las últimas dos semanas, el número de casos de COVID-19 fuera de China ha aumentado (…) Hay más de 118.000 casos en 114 países y 4.291 personas han fallecido (…) En los próximos días y semanas, esperamos que el número de casos de COVID-19, el número de muertes y el número de países afectados aumenten mucho más”, dijo entonces el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, para exponer su decisión. 

La declaración de la pandemia, por lo tanto, estuvo motivada por el número de contagios y fallecimientos a nivel mundial, así como la proyección de la enfermedad en la semanas a venir. En ningún caso los parámetros han ido cambiando para justificar que la emergencia sanitaria global siga activa, tal y como dice Oliva. En esta cronología en abierto, la OMS comunica al público sus actuaciones sobre la gestión de la pandemia.

FALSO | “El test no tiene capacidad de diagnóstico”

Cuando el SARS-CoV-2 empezó a propagarse, la OMS publicó las primeras instrucciones para que los laboratorios de todo el mundo pudieran crear pruebas PCR capaces de detectar el nuevo patógeno. El 19 de marzo, ocho días después de declarar la pandemia, la institución volvió a aconsejar esta técnica para diagnosticar el virus en “personas asintomáticas o con síntomas leves” que habían estado en contacto con un caso de COVID-19.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha valorado la prueba PCR como “una herramienta vital para determinar el alcance de la pandemia” porque es la que ofrece “mayor fiabilidad”. Como señala, se usa ampliamente en otros campos como en análisis criminológicos o en estudios paleontológicos.

Esta técnica, que responde a las siglas de reacción en cadena de la polimerasa, fue descubierta en la década de 1980 por el químico estadounidense Kary Mullis y revolucionó la medicina molecular por su capacidad de analizar el ADN. El hallazgo le valió el Premio Nobel de 1993.

El método consiste en fotocopiar el material genético extraído de un paciente hasta lograr millones o miles de millones de copias. De esta forma se obtiene un número suficiente para examinarlo y conseguir un resultado con un alto grado de fiabilidad.

La PCR es la principal prueba diagnóstica que las autoridades sanitarias de todo el mundo usan para seguir la evolución de la pandemia, basar proyecciones epidemiológicas, tomar medidas para bajar la tasa de contagios o hasta para permitir la entrada de ciudadanos a un país. Por lo tanto es falso que este test no tenga capacidad diagnóstica, como dice Oliva.

FALSO | «Actualmente se están considerando muchas muertes como muertes «por COVID», sin tener una autopsia, que es lo único que podría asegurar la causa […] las autopsias se prohibieron»

El Ministerio de Sanidad ha explicado a Verificat a través de un correo electrónico que “no ha emitido ninguna norma en contra de realizar autopsias con las recomendaciones de protección adecuadas”. En la misma línea se ha pronunciado el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, quien ha confirmado a Verificat que “no existe ninguna directriz que prohíba hacer autopsias a cadáveres muertos por COVID-19”.

“El documento ‘Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de COVID-19’ publicado por el Ministerio de Sanidad (el 26 de mayo) y vigente a día de hoy, establece claramente cómo deben hacerse las autopsias en cadáveres COVID-19”. La OMS también difundió pocos días después del inicio de la pandemia su protocolo para manipular “cadáveres de personas que hayan muerto por COVID-19 presuntamente o (de manera) confirmada”.

El Departamento de Justicia de la Generalitat, por otro lado, ha recordado a Verificat en un email que “hay que tener en cuenta que el diagnóstico de muerte por COVID-19 se hace principalmente por las pruebas diagnósticas y clínicas hechas durante la enfermedad y antes de morir. Es decir, en la mayoría de casos la autopsia clínica del cadáver no es necesaria porque ya se sabe la causa de la muerte y su mecanismo fisiopatológico”.

La desinformación alrededor de la supuesta prohibición de las autopsias hizo mucho ruido el pasado verano a raíz de la ley 3/2020 de 18 de septiembre sobre medidas procesales organizativas para hacer frente a la COVID-19 en el ámbito de la administración de Justicia. El artículo 16 establece que, “hasta el 20 de junio de 2021 inclusive, los informes médico-forenses podrán realizarse basándose únicamente en la documentación médica existente a su disposición, que podrá ser requerida a centros sanitarios o a las personas afectadas para que sea remitida por medios telemáticos, siempre que ello fuere posible”.

Es decir, la legislación habilita la posibilidad de hacer gestiones por vía telemática, pero en ningún caso su obligatoriedad. Por otro lado, no hace referencia directa a autopsias, sino a informes que se puedan redactar con documentos. Una autopsia, que implica diseccionar un cuerpo, solo puede hacerse de forma presencial.

Por lo tanto, es falso que en España se haya prohibido hacer autopsias a personas fallecidas como consecuencias del SARS-CoV-2 y que lo único que pueda certificar una muerte por COVID-19 sea un examen anatómico de un cadáver.

FALSO | “No hay posibilidad de que un virus de murciélago sea ‘leído’ por un humano, a no ser que esté modificado genéticamente, porque hay una barrera trans-especie que protege estos cruces”

Los virus tienen la tendencia biológica de cambiar genéticamente porque buscan su supervivencia. Es lo que conocemos como mutaciones. El mecanismo para que un virus salte de un animal a un humano es mediante una mutación de su genoma original.

La existencia de enfermedades zoonóticas desmonta la teoría de la entrevistada. La OMS las define como “un grupo de enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos” a través de “exposición directa o indirecta”. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) especifican que pueden ser provocadas por “virus, bacterias, parásitos y hongos” y señala que los animales de compañía son origen de algunas de estas enfermedades, como la rabia que es transmitida por los perros. 

Una de las enfermedades zoonóticas más conocidas en el mundo es el sida, provocada por el virus del VIH. Tal y como se ha demostrado, es el resultado de las transmisiones entre especies del virus de la inmunodeficiencia simia (VIS), que acabó infectando humanos después de mutar.

El Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés), identificado en 2003, y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio, detectado en 2012, son precisamente dos virus originados en murciélagos que infectaron a humanos, recuerda el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. El primero lo hizo a través de las civetas y la segunda mediante los dromedarios. En el caso del SARS-CoV-2, se han identificado varias mutaciones desde el inicio de la pandemia, como la variante británica y la sudafricana.

Vale la pena recordar que no todos los virus afectan por igual a humanos y animales. El SARS-CoV-2, por ejemplo, no mata a los murciélagos, mientras que más de 2,5 millones de personas han muerto a causa de complicaciones derivadas de la enfermedad. La gripe aviar o la encefalopatía espongiforme bovina (vacas locas) arrasaron con miles de ejemplares, pero en los humanos tuvo un efecto mucho más leve.

FALSO | “Wuhan es un laboratorio de alta capacidad, financiado por Europa y Estados Unidos”

Wuhan es una ciudad china, capital de la provincia de Hubei, situada en el centro-este del país y con unos 10 millones de habitantes. Desde 1956 acoge el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, por sus siglas en inglés), que pertenece a la Academia China de las Ciencias (CAS, en inglés) y que inicialmente se llamó Laboratorio de Microbiologia de Wuhan. Por tanto, Wuhan no es una institución financiada por Estados Unidos y Europa como afirma la entrevistada, sino un laboratorio de alto nivel de bioseguridad (BSL-4) que forma parte del gobierno chino. Francia contribuyó a su construcción como parte de un acuerdo de cooperación, según la revista Nature.

Actualmente, sus actividades están divididas en cinco campos de investigación: 1) etiología y epidemiología de las enfermedades infecciosas emergentes; 2) virología molecular; 3) inmunovirología; 4) microbiología analítica de patógenos; 5) microbiología agrícola y medioambiental.

En el terreno de la cooperación internacional, el WIV tiene alianzas con centros de investigación de Europa, Estados Unidos y Canadá, Asia, África y Australia. Es decir, con todos ellos desarrolla estudios conjuntos. Además también tiene relación con la Unión Europea, la OMS y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), según su web.

El WIV se enorgullece de haber descubierto que la especie de murciélago Rhinolophus sinicus es el huésped natural del SARS-CoV y que la inmunodeficiencia natural de los murciélagos puede ser la base para que estos animales sean el huésped natural de un gran número de virus. En base a sus estudios con murciélagos y el SARS, se puso en duda el rol del laboratorio en la propagación del SARS-CoV-2 por el mundo después de que las autoridades chinas detectasen los primeros casos en Wuhan.

La OMS, sin embargo, dejó claro en su primer informe sobre el origen del virus publicado el 26 de marzo de 2020 que “todos los indicios sugieren que el origen natural del SARS-CoV-2 es animal y que no es un virus manipulado o creado”. En el documento también señaló que “muy probablemente su reserva ecológica está en los murciélagos”. El 9 de febrero de este año, durante la rueda de prensa de la misión internacional de la OMS enviada a Wuhan para investigar el origen del coronavirus, el organismo internacional volvió a reafirmar que es “extremadamente improbable” que el virus sea un accidente biológico originado en un laboratorio. “Todos los trabajos realizados sobre el virus y los intentos por identificar su origen siguen apuntando a un reservorio natural de este virus y otros similares en la población de murciélagos”, dijo el jefe de la misión, Peter Ben Embarek.

Este artículo es fruto de la colaboración entre Verificat y Newtral 

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