El bombardeo de Gernika fue el momento histórico que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski citó para escenificar el horror que está viviendo Ucrania con la invasión rusa. “Estamos en abril del año 2022, pero parece que estemos en abril de 1937, cuando todo el mundo conoció el nombre de una ciudad española, Gernika”, afirmó Zelenski ante el Congreso de los diputados.
El paralelismo entre Gernika y la invasión a Ucrania guarda más similitudes. Al igual que sucede ahora, cuando Rusia atribuye a los soldados ucranianos la autoría de la masacre de Bucha, en 1937 el bando franquista trató de vincular el bombardeo de Gernika a los “rojos nacionalistas”, como explica José Ángel Etxaniz, hijo y nieto de supervivientes, y miembro de la Asociación Gernikazarra, que busca rescatar la memoria histórica del ataque.
El bulo sobre la autoría del bombardeo de la localidad vasca circuló por decenas de periódicos del momento. La prensa franquista compartía titulares como “Barbarie marxista en Guernica” o “No hubo bombardeo de Guernica y sí destrucción por parte de los rojos» (La Nueva España), mientras que el Diario de Burgos explicaba que la población “la han incendiado y la han convertido en ruinas las hordas rojas al servicio criminal de Aguirre, presidente de la república de Euzkadi”.

Durante años, se insistió en la mentira, y el régimen franquista trató de esconder su ataque a la villa vizcaína, como cuenta Roberto Muñoz Bolaños, profesor de Historia Contemporánea en las universidades del Atlántico Medio y Camilo José Cela. Al igual que ocurre ahora con Rusia, hay pruebas que muestran la falsedad, como comparte también Xabier Irujo, director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, en su libro Gernika. Aunque este experto ataja cualquier duda: “Franco era el único que tenía potestad de ordenar el bombardeo de centros urbanos. Cualquier otra hipótesis carece de fundamento documental”. “Nadie bombardeaba sin el permiso explícito de Franco”, insiste.
Dos hechos que sirvieron como gancho para crear el bulo
La idea de que Gernika la habían quemado los rojos “fue una orden directa de Franco que se emitió la noche del bombardeo”, precisa Irujo. “Franco ordenó que se difundieran dos mentiras: que Gernika nunca había sido bombardeada y que se denunciara el sistemático incendio por parte de los rojos en su retirada”.
Etxaniz apunta que se dijo que Gernika la habían quemado y destruido “los rojos separatistas” a partir de dos sucesos que ocurrieron dos días después del bombardeo. El ataque de la aviación alemana e italiana sucedió el 26 de abril. Aunque los bombardeos destruyeron cerca del 80% del municipio, “en el cruce de las calles San Juan y el paseo de los Tilos había varios edificios que no se habían quemado”, cuenta Etxaniz. “La casa de Juan José López de Calle, alcalde monárquico, y un palacete de una familia carlista favorable a Franco”.
El 28, cuando las tropas republicanas que han estado defendiendo la localidad se retiran, algunos milicianos lanzan unas granadas y queman esas dos casas. “Eso se produce el 28 de abril, el bombardeo ha sido dos días antes, y sobre eso se basan para decir que fueron los rojos”, apunta. Así lo afirma también Muñoz, que cuenta que los milicianos republicanos “quemaron cuatro casas de gente de derechas que habían quedado intactas, en venganza”.
El segundo incidente es una foto tergiversada. Delante de la Iglesia de San Juan se colocaron unos bidones de gasolina y tomaron una foto que se compartió con el mensaje de que “los rojos han quemado Guernica”. “Lo ponen delante de la iglesia, difunden esa imagen y lo comparten como si fueran los rojos”, dice.
Un día después el bando franquista ocupó el pueblo. “El Gobierno de Burgos (bando nacional) cerró Gernika a corresponsales y civiles para poder limpiar el pueblo, porque sino, su versión no se sostenía”, cuenta Muñoz. Además, añade el historiador, después de que gracias a la cantidad de corresponsales extranjeros el bando nacional no pudiera convencer de su versión fuera de España, obligó a guardar silencio. Este no fue roto hasta principios de los años 70, y sobre todo, tras la muerte del dictador.
Irujo añade que “cada quien mintió a su modo y pronto se crearon grandes contradicciones entre las diversas versiones de la farsa”. La explicación que más se repitió, cuenta, fue la de que el 26 de abril las unidades aéreas no pudieron volar debido a la lluvia y las inclemencias del tiempo.
La hemeroteca de la mentira sobre el bombardeo de Gernika
El bando franquista hizo lo posible por difundir la versión que negaba su participación y culpaba a los republicanos por el ataque. Javier Ortiz Echagüe compartía en un artículo parte de los esfuerzos de la prensa franquista por extender la creencia de que Gernika había sido bombardeado por el bando republicano.
Entre ellos, se encontraba el diario ABC, que en mayo de 1937 publicaba que eran “los separatistas los que han incendiado Guernica, con una morosa perversidad de sacrílegos”. Un comunicado desde la sede de Salamanca que publicó el Heraldo de Aragón aseguraba que “no hay aviación alemana ni extranjera en la España nacional. Hay aviación española. Noble y heroica aviación española, que lucha constantemente con aviones rojos que son rusos y franceses y conducen aviadores extranjeros”.
La verdad la salvaron los corresponsales que se encontraban en la zona. Entre ellos, el corresponsal de The New York Times (NYT), George L. Steer, que documentó en un artículo del 28 de abril la “oleada” de aviones alemanes que habían atacado la villa. El NYT también se hizo eco de la versión de los sublevados el 30 de abril, en la que se prometía que próximamente se llevaría a los corresponsales en un vuelo sobre la ciudad para comprobar que no había habido un bombardeo. “Pero esta versión no coló, porque había agujeros de bombas”, comenta Muñoz.
Una mentira que duró 40 años
“La gente de Gernika lo supo toda la vida, pero la verdad sobre el bulo se difunde una vez muerto Franco”, afirma Etxaniz, que lamenta que “40 años tuvieron que aguantar la mentira, tener que oír que nuestro pueblo fue quemado por nosotros mismos”.
El 29 de abril, con la llegada del bando franquista al municipio ya destruido, los combatientes comenzaron a retirar los restos de bombas y armamentos que quedaron en la localidad para que no se pudiera identificar con el Ejército alemán. Aunque Etxaniz señala que no hicieron “tan bien el trabajo, porque nosotros guardamos todavía una bomba de las incendiarias”.
“Fue una atrocidad cuya autoría no podía aceptar”, resume Irujo. “La propaganda internacional había hecho de Franco el líder de la Cristiandad frente a ‘las hordas rojas y ateas’. Cuando los detalles del bombardeo de Gernika alcanzaron a la opinión pública internacional la opinión pública europea y americana de los países democráticos comenzaron a dudar de la legitimidad de la propaganda franquista”.
Los alemanes reconocieron que fueron los autores del bombardeo de Gernika
El comandante jefe de las fuerzas aéreas alemanas en 1937, Hermann Göring, afirmó durante los juicios de Núremberg que el bombardeo de Gernika le dio la oportunidad a la aviación alemana para “probar si el material había sido desarrollado apropiadamente”. En sus informes, el comandante de la Legión Cóndor, Wolfram Freiherr von Richthofen, señaló que “Guernica fue literalmente destruido hasta los cimientos. Todavía puedes ver los agujeros de bombas por las calles, simplemente genial”, según recoge el diario alemán Der Spiegel.
Esta versión coincide con la que narró el corresponsal de The New York Times en el terreno aquellos días. El 14 de mayo de 1937, Steer contaba cómo un piloto alemán había confesado participar en el ataque, y en su diario había notas sobre Gernika el día del bombardeo.
Etxaniz también apunta a otro detalle, y advierte que los alemanes a cargo del bombardeo de Gernika visitaron la villa el 15 de mayo de ese año “para ver la operación que han hecho”. “Lo sabemos por dos razones: se fotografían delante de la fábrica de armas y del árbol de Gernika, y firman el libro de personalidades”, puntualiza. “Vienen a ver qué efectos había producido el bombardeo”.
En 1997, seis décadas después del bombardeo de Gernika, el presidente de la República Federal Alemana, Roman Herzog, envió una disculpa a través de un texto leído por el entonces embajador de Alemania en España, Henning Wegener, según recoge el archivo de The New York Times. En el texto, Herzog afirmó que quería “confrontar el pasado, y explícitamente admitir la culpable participación de los pilotos alemanes”.
*El artículo se ha actualizado para incluir las declaraciones de Xabier Irujo.
Fuentes:
- José Ángel Etxaniz, miembro de la Asociación Gernikazarra
- Xabier Irujo, director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada
- Roberto Muñoz Bolaños, profesor de Historia Contemporánea de las universidades del Atlántico Medio y Camilo José Cela
- Javier Ortiz Echagüe, Universidad Complutense de Madrid
- The New York Times
- La Vanguardia
- Der Spiegel
- Embajada de Rusia en España
- Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos del País Vasco