Brasil vivió un fin de semana convulso que retrotrajo a muchos observadores a algo que el mundo vivió con preocupación hace casi exactamente dos años. La invasión de edificios gubernamentales en Brasilia recordaba de forma irremediable al Asalto al Capitolio en Washington D.C. de 2021. Las similitudes entre los movimientos pro-Trump y pro-Bolsonaro que lideraron esas afrentas no acaban ahí: las teorías de la conspiración y el extremismo ideológico se repiten.
Pero los vínculos entre el populismo de extrema derecha de Brasil y de Estados Unidos van más allá de la mitología. También hay jugadores conocidos que están implicados en los entramados políticos que conectan a ambas potencias americanas.
- Steve Bannon.
- Eduardo Bolsonaro.
- Jason Miller.
Por suerte para Brasil y para Estados Unidos, los clímax violentos de ambos movimientos se quedaron lejos de lograr sus objetivos.
- Sus dos líderes están lejos del poder y a la espera de posibles procesos judiciales complicados para su futuro.
- Curiosamente, Trump y Bolsonaro comparten ahora estadía: Florida, aunque separados por 250 kilómetros de distancia y aparentemente sin contacto directo.
Pero, ¿cómo es posible que en Brasil se haya podido cometer una insurrección tan parecida a la que se dio en Estados Unidos hace solo dos años? ¿Cómo ha sido capaz Bolsonaro de fermentar el mismo desagravio que alimentó Trump durante su presidencia antes del Asalto al Capitolio? Y sobre todo, ¿quiénes están implicados en haber avivado la discordia y las teorías de la conspiración pro-Bolsonaro que han llevado a Brasil a este punto?
Trump por correo y Bolsonaro el electrónico
El enlace más evidente entre los frentes de Trump y Bolsonaro son las mentiras sobre un supuesto fraude electoral nunca demostrado.
- Trump atacó durante meses el voto por correo sabedor de que sería un método de voto clave en las elecciones presidenciales de 2020 debido a la pandemia.
- Y Bolsonaro hizo lo propio con las máquinas de voto digitales que se usan en Brasil. Allí, el sistema de votación es completamente electrónico, algo excepcional a nivel global.
Sentadas las dudas sobre el sistema electoral, ambos líderes usaron los ataques para justificar después sus derrotas y acusar a sus rivales de manipulación.
- Todo y pese a que entidades de sus respectivos gobiernos, así como expertos independientes y observadores internacionales, hayan negado que exista evidencia alguna de fraude electoral.
- Aunque en Brasil existe un resquicio. Los militares publicaron el pasado noviembre un informe en el que rechazaban haber encontrado indicios de fraude en las presidenciales brasileñas, pero no descartaban al 100% que se pueda haber producido.
Y ahí está la otra clave: los resquicios. Los movimientos de Trump y de Bolsonaro, auspiciados por sus voceros y sus burbujas mediáticas, aprovecharon cualquier hueco para alimentar la sospecha.
- En el caso de Trump, el expresidente y sus aliados se valieron de vídeos manipulados y de procesos judiciales en marcha para sembrar dudas.
- En el caso de Bolsonaro, sus seguidores aprovecharon la viralidad de las plataformas para propagar mentiras entre los casi 170 millones de brasileños que están en redes sociales.
- En ambos casos, seguidores de Trump y Bolsonaro han promovido teorías que defienden que fuerzas opuestas a ellos han alentado la violencia en los asaltos.
El éxito de todas esas iniciativas es evidente.
- En Brasil, tres de cada cuatro seguidores de Bolsonaro confiaban poco o nada en el sistema de voto del país en las encuestas que se hicieron en los prolegómenos a las presidenciales.
- En Estados Unidos, el 70% de los republicanos dijeron no creer que las elecciones habían sido «libres y justas» apenas una semana después de que Trump perdiera contra Biden.
QAnon, religión y otras historias compartidas
La estrategia de promover la sospecha encuentra un terreno especialmente fértil entre los seguidores de ambos expresidentes.
- Los movimientos pro-Trump y pro-Bolsonaro son más dados a creer en teorías de la conspiración. Eso incluye narrativas falsas sobre la COVID-19, pero también sobre QAnon o la Tierra plana.
- Los grupos religiosos ultraconservadores que los apoyan, sean católicos en Brasil o evangélicos en Brasil y Estados Unidos, son también víctimas más habituales de las noticias falsas.
Las redes sociales fueron imprescindibles para esparcir las mentiras en ambos frentes americanos. Primero, con las fake news sobre los procesos electorales. Y después, con la organización de protestas que en los dos casos culminaron con insurrecciones antidemocráticas.
- En Estados Unidos, los grupos privados de Facebook se establecieron pronto como el mejor objetivo para la propagación viral, pero en la sombra, de las iniciativas que después tomaron forma en Washington.
- Y en Brasil, los grupos de WhatsApp y Facebook ayudaron a congregar a los miles de bolsonaristas que acamparon durante semanas cerca de bases militares y en torno a los edificios gubernamentales de la capital.
Pero cabe señalar que la organización de ambas protestas multitudinarias, de grupos pro-Bolsonaro y pro-Trump, ocurrió en contextos distintos (y también con objetivos diferentes).
- En Estados Unidos, los seguidores de Trump querían impedir la transición pacífica de poder entorpeciendo un acto ceremonial en el que estaba previsto certificarse la victoria de Biden. El Capitolio estadounidense estaba por tanto repleto de legisladores cuya seguridad estuvo en juego durante todo el asalto.
- En Brasil, los adeptos a Bolsonaro mostraron sus frustraciones con una toma de edificios gubernamentales que en ese momento se encontraban vacíos. Además, Lula da Silva ya había sido investido como presidente una semana antes.
Los nombres que lo conectan todo
Pese a la falta de éxito en derrocar al gobierno brasileño, la búsqueda de soluciones antidemocráticas venía de una construcción narrativa urdida desde lo alto. Sin ir más lejos, algunos eslóganes de los seguidores de Bolsonaro durante el asalto a los edificios gubernamentales de Brasilia estaban escritos en inglés.
- #BrazilianSpring, o Primavera Brasileña, es un término que acuñó Steve Bannon poco después de las elecciones. El exconsejero de Trump y vocero de la extrema derecha dedicó varios de sus podcast a unas elecciones que para él eran trascendentales.
- Bannon incluso ha mantenido conversaciones con Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente y congresista, sobre la posibilidad de desafiar la derrota de su padre en las urnas.
- Eduardo también estuvo en contacto con Jason Miller, otra figura cercana al círculo de Trump que ahora dirige la red social Gettr. Miller aconsejó a Eduardo sobre la supuesta censura online que estaban sufriendo figuras de la derecha en Brasil, según informa el Washington Post.
Y ese parece ser precisamente el foco que cabe esperar de Bolsonaro y los suyos en los próximos meses: una atención desmesurada en las decisiones de las cortes brasileñas.
- Por un lado, en el bloqueo que han hecho de cuentas en redes sociales de políticos que propagaran desinformación sobre procesos electorales.
- Y por otro, en cualquier proceso judicial que se abra en contra de Bolsonaro y que pueda impedir una futura campaña presidencial del ultraderechista.
Por ahora, Bolsonaro sigue en Florida. Trump, también. Pero los dos ahora abanderan movimientos manchados por la violencia de sus seguidores. La pregunta es si suficiente tiempo y manipulación podrán difuminar lo que ellos crearon en un primer lugar. Sin duda, sus aliados lo están intentando.
Viva trump y Bolsonaro, juntos contra la prensa y periodistas socialistas comunistas de extrema izquierda que mienten a la gente diciendo que son de extrema derecha. Que verguenza
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Viva trump y Bolsonaro, juntos contra la prensa y periodistas socialistas comunistas de extrema izquierda que mienten a la gente diciendo que son de extrema derecha. Que verguenza
Viva Trump!!!!!;???