En la Real Academia Española el body shaming no aparece. No se acepta como palabra ni se incluye en el Corpus de Referencia del Español Actual. Oficialmente no existe pero está en boca de muchos y muchas. El término inglés body shaming empieza a formar parte del glosario hispanohablante para describir una realidad que, pese a no tener nombre hasta ahora, lleva años ocurriendo.
El Cambridge Dictionary define body shaming como la acción de “criticar a alguien en base a su forma, talla o apariencia de su cuerpo”. La Fundéu, sin embargo, desaconseja el uso de este anglicismo y recomienda que se sustituya por ‘expresión crítica del cuerpo’, o hacer sentir ‘acomplejado’.
Pese a lo novedoso del término y su origen extranjero, cuando en un aula, una docente entra y pregunta, la práctica totalidad de las estudiantes reconocen a la perfección la palabra body shaming. Inmaculada Báez, profesora titular de lengua española de la Universidad de Vigo es quien pregunta por la expresión a sus alumnas. “La gente joven lo conoce perfectamente, es muy llamativo, porque al meterte en Internet el término te sale continuamente”, reconoce Báez a Newtral.es.
Esta experta en cambio y sociología lingüística identifica este término como “técnico” y aunque reconoce que aún no se ha instalado y que posiblemente tenga dificultades para hacerlo debido a su fonética, defiende que “es necesario que estas palabras entren en nuestro lenguaje, porque están rehaciendo nuevamente ideas que ya existían pero que al nombrarlas, estamos diciendo que existen”.
“Es una revolución del lenguaje”, dice Báez sobre la adopción de este anglicismo en España, “el lenguaje traduce la realidad y lo está haciendo de una manera nueva, más reivindicativa”. Define el body shaming como la acción de señalar, criticar y humillar a los y las demás por alguna cualidad no normativa de su aspecto físico o su cuerpo.
Body shaming ¿cuestión de género?
En Muñecas vivientes: el retorno del sexismo, Natasha Walter, expone cómo las mujeres, desde que son niñas, son valoradas no solo por sus hazañas sino por su aspecto físico. Marian Blanco Ruiz, doctora e investigadora de medios de comunicación y violencia de género en la Universidad Rey Juan Carlos, no alberga dudas, el body shaming es una cuestión de género.
Para Blanco, el body shaming forma parte de la “violencia simbólica”: “Estamos socializadas para recibir la gratificación por parte de terceras personas y de nuestro entorno y si nuestro entorno solo nos felicita cuando nos acercamos al canon -cuando estamos más delgadas, cuando nos hemos maquillado o peinado- acabamos buscando acercarnos al canon para encajar en la sociedad”.
Además de esas felicitaciones específicas, el entorno social, laboral, familiar, puede reproducir frases que que avergüencen a la persona que las recibe, como «qué delgada estás», «has ganado unos kilitos», o «es feo, seguro que están con él por su dinero».
En la práctica del body shaming “a las mujeres se les valora por su cuerpo, por lo que, entre otras razones en su socialización de género, aprenden que el aspecto físico es algo que se tiene que cuidar”, explica a Blanco a Newtral.es, “lo puede recibir cualquier persona pero es la mujer quien recibe el mayor número de comentarios sobre su cuerpo.” Ellas son las que lo sufren en mayor medida, también de manos de los medios de comunicación, que puntualizan las virtudes físicas de personajes femeninos como la Reina Letizia o deportistas como Lydia Valentín.
Titulares bien distintos se podían leer cuando el actor Leonardo DiCaprio fue fotografiado en la playa, de perfil, con la tripa visible y sin abdominales. El simpático término dad bod (fofisano, en español) fue el más empleado. “La foto de Leonardo DiCaprio mostrando su cuerpo fofisano en Miami que da esperanza a todos los hombres”, proclamó The Sun.
La expresión dad bod sirve para definir a ese tipo de hombre que se cuida pero sin obsesionarse, que hace algo de deporte pero no en exceso, que cae ante las tentaciones y no tiene el cuerpo escultural que se premia pero, aún así, es sano y sexy. ¿Qué ocurre si le damos la vuelta al término? La palabra mom bod no está de moda, las fofisanas no son tendencia.
Los orígenes del término body shaming

La American Journal of Public Health ya alertaba en 2003 de que los medios -y en concreto la televisión- perpetúan los estereotipos negativos de las personas con obesidad, por ejemplo, a través de la idealización de los personajes delgados. Y ya en los años 70, un estudio de Kaufman concluía que las características negativas de los personajes estaban frecuentemente asociadas a personajes con obesidad o sobrepeso, tal y como cita la revista científica.
Muchas de las humillaciones hacia se alimentan de la gordofobia, cuyo nacimiento se remonta al auge de la clase media norteamericana. En Fat Shame: Stigma and the Fat Body (2011), Amy Farrell viaja a los orígenes del body shaming moderno, cuando se publicaron los primeros libros sobre dietas a mitad del siglo XIX, el prólogo de la industria de lo sano.

Ya por aquel entonces los anuncios y las postales turísticas instruían a los hombres sobre el peso y la apariencia que tenían que tener sus mujeres. Así, “las personas gordas se convierten culturalmente en un grupo de personas inferiores en cuanto a raza, clase y género, aunque no lo llamamos así, simplemente decimos que queremos estar más sanos”, explica Farrell en una entrevista en International Business Times.
Tantas humillaciones como cuerpos
En la diana del body shaming que se puede encontrar en los medios tradicionales y digitales: la cara, el pelo, el estómago y el pecho. Estas son las partes del cuerpo de las que más se habla al hablar de mujeres, según concluye la Universidad de Stellenbosch en su estudio (Re)construyendo el Body Shaming, un texto que analiza las publicaciones de la web BuzzFeed.
Una de las técnicas del body shaming, identifica el estudio en algunos artículos, es la reproducción de metáforas y comparaciones. Estas son algunas de ellas:
- “¿Por qué parece que Selena Gómez tenga bebés intentando escapar de sus rodillas?”
- “¿Por qué Miley Cyrus en pantalones cortos parece un bebe gigante en pañales?”
- “¿Por qué Beyoncé parece El Grinch?”
Las víctimas de estas críticas al físico pueden percibirse a sí mismas como “menos mujeres”, señala el texto, ya que no se ajustan a los ideales modernos de belleza. La vergüenza y la culpa son las emociones más identificadas cuando una persona es objeto de body shaming.
¿Qué es lo contrario al body shaming?
Cuando la revista Cuore hizo de la papada de la actriz Blanca Suárez un objeto de burla, parte del público respondió a través de las redes sociales con el movimiento It’s my papada (Es mi papada, en inglés), un espacio donde los y las usuarias colgaban fotos de sus papadas, de sus rodillas, de sus pechos no normativos a modo de reivindicación.
- “Hola Cuore, este AARG va para ti. Viva la papada de Blanca Suárez, la teta de Paula Echevarría y el cuerpo de todas las mujeres. #itsmypapada #itsmypezón”, reza la cuenta de Instagram.
Una respuesta al body shaming que nace del movimiento body positive -desarrollado especialmente en redes sociales- que promueve la aceptación de todos los cuerpos, con sus diferentes tallas, formas y aspectos. “En los últimos años se han fomentado actitudes, como en el terreno audiovisual, porque desde las audiencias se han incrementado las reivindicaciones feministas, aunque se siguen haciendo comentarios sobre las mujeres”, argumenta Blanco.
Si bien es cierto que se está abandonando el modelo de talla 34 de los años 90 y los cánones de belleza se han ensanchado, la belleza no deja de ser una industria, dice Blanco: “La cultura es que te avergüences de tu cuerpo e intentes tener unos cánones de belleza que no son reales. Se acaba reforzando la idea de que lo que se valora es el aspecto físico. Cuando las marcas hacen gala de la ‘belleza real’, nos tenemos que plantear qué están vendiendo estas marcas. Venden cremas a mujeres aunque tengamos el mismo PH que los hombres, venden pavo, a las mujeres. Siguen relacionadas con la cultura de la imagen, una imagen acorde a lo establecido.”
- Inmaculada Báez, profesora titular de lengua española de la Universidad de Vigo
- Marian Blanco Ruiz, doctora e investigadora de medios de comunicación y violencia de género en la Universidad Rey Juan Carlos
- ‘Portrayals of Overweight and Obese Individuals on Commercial Television’ (American Journal of Public Health)
- ‘Fat-Shaming And Body-Shaming, A History: Author Talks Thigh Gaps, ‘Dad Bods’ And Why We Hate Fat’. (Entrevista a Amy Farrell en International Business Times)
- (Re)constructing Body Shaming: Popular Media Representations of Female Identities as Discursive Identity Construction. (Kyra Roodt)
- Corpus de Referencia del Español Actual (RAE)
- ‘Crítica del cuerpo, mejor que body shaming’ (Fundéu)
- ‘Fofisano’ (Fundéu)