El filántropo y multimillonario Bill Gates ha sufragado con miles de millones de dólares proyectos contra las emisiones de CO2 y para concienciar sobre el cambio climático. Pero ahora ha cambiado su visión y estrategia, coincidiendo con la COP30. Gates desmantela parte de la acción de Breakthrough Energy, su fondo de energía limpia. A los actores fundamentales que se reúnen estos días en la COP30 de Belém (Brasil) Bill Gates ha pedido que dirijan la mirada a otros esfuerzos más allá del clima.
Quien vendiera millones de ejemplares de su Cómo evitar el desastre climático (2021), revisa sus ideas, para jolgorio del negacionismo climático (empezando por un congratulado Donald Trump) y de parte del sector empresarial. Según Bill Gates, nos hemos pasado con “la perspectiva apocalíptica” del clima. Y ahora quiere centrar sus esfuerzos en financiar proyectos que mejoren la vida de las personas a corto plazo. No en recortes de emisiones de CO2 con beneficios para las generaciones futuras.
El fundador de Microsoft no es sospechoso de ser negacionista. Es lo primero que ha recalcado tras publicar su nueva estrategia en un extenso memorándum dado a conocer el martes; y ha criticado la manera en que Trump lo ha interpretado. En esencia, Gates combate el alarmismo “usado para describir los efectos del aumento de las temperaturas”. Argumento, este, cercano a las llamadas posturas retardistas (no debería haber tanta prisa en la transición energética porque compromete el crecimiento) o tecnooptimistas (la tecnología nos sacará de esta).
Cinco afirmaciones de Bill Gates que son discutibles para la ciencia del clima
¿Vamos hacia la extinción humana o la inhabitabilidad de la Tierra?
Si bien el cambio climático tendrá graves consecuencias, sobre todo para las personas que viven en los países más pobres, no provocará la desaparición de la humanidad.
En un futuro previsible, las personas podrán vivir y prosperar en la mayor parte del planeta.
En verdad, ningún informe científico habla de que la Tierra deje de ser habitable. Como explicaba la paleoclimatóloga Ellen Thomas a Newtral.es, ha habido cambios climáticos antes y eso ha llevado a la desaparición de ecosistemas y especies enteras. Pero ahora los humanos hemos moldeado todo conforme a nuestras necesidades.
“Los bosques y los incendios se han desplazado hacia el interior –ejemplificaba–. Esto antes no era un problema. Sin embargo, ahora ahí tenemos una autopista, tenemos ciudades… Este desplazamiento es posible para los ecosistemas, pero no para nuestra infraestructura. Somos nosotros, los humanos, nuestros intereses, los que estarán en problemas“.
Y dicho esto, a largo plazo, el cambio climático sí puede ser una cuestión existencial. Como explica el descubridor de la sexta extinción acelerada, Gerardo Ceballos, con el ritmo actual la Tierra está “perdiendo su capacidad para albergar la mayoría de la vida” conocida. Y el panel experto del clima de la ONU (IPCC) señala que prácticamente toda la humanidad se ve amenazada por una serie de riesgos en cascada ante un clima violento e impredecible. Pero mucho más desproporcionadamente las comunidades pobres.
¿Cada vez muere menos gente por el calor?
El calor extremo causa actualmente unas 500.000 muertes al año. Sin embargo, a pesar de lo que puedan indicar las noticias, esta cifra lleva tiempo disminuyendo, principalmente porque cada vez más personas pueden permitirse aires acondicionados
El último informe The Lancet Countdown estima 546.000 muertes atribuidas al calor. Desde los años noventa, han crecido un 63%. Pero el calor no sólo mata directamente.
La afirmación de Bill Gates sobre el aire acondicionado y el clima sólo tiene sentido en regiones (y hasta barrios) donde se pueden permitir pagarlo. Por otro lado, el problema creciente no es el de un pico de calor, sino el sostenido. Por ejemplo, las noches tropicales donde el papel del aire acondicionado es limitado, especialmente en zonas como la mediterránea, como explica Dominic Royé (MBG-CSIC). Las nuevas olas de calor están matando más y más rápido.“El riesgo en las temperaturas cálidas es mucho más alto que en las temperaturas frías”, apuntaba desde ISGlobal el investigador Marcos Quijal.
- El problema no es (sólo) morir de calor: El exceso de temperatura merma cosechas. 123 millones de personas viven inseguridad alimentaria evitable sin cambio climático, según The Lancet Countdown. El calentamiento global también mata indirectamente por meteorología extrema, desde inundaciones como la dana de 2024 en Valencia a megaincendios.
- Muertes indirectas: Gates las reconoce. Por ejemplo, por infecciones tras una riada. Ahí es donde prefiere poner el foco ahora, no tanto en evitar la inundación como intervenir en las comunidades vulnerables. El problema es que asume que los extremos climáticos sólo afectan gravemente a grupos “con mala salud”. Una vez más, la dana de Valencia o las inundaciones de Centroeuropa de 2021 (donde no hubo un brote epidémico) son ejemplo de lo contrario.
“El texto de Bill Gates crea un falso dilema entre mejorar la vida de las personas y lograr objetivos de temperatura, clima y emisiones que, de hecho, están totalmente conectados”, afirma Rachel Cleetus (Unión de Científicos Preocupados).
Desde el punto de vista económico, el analista y activista ambiental George Monbiot destaca la desconexión de la realidad en la que viven los megarricos como Gates. Un estudio en Perspectives on Politics refrenda esta idea. Opina en The Guardian que Gates “escribe como si no existiera el poder político ni los multimillonarios”. Como si sólo ellos tuvieran visión de adónde destinar de manera más eficiente unos fondos muy limitados. “Son escasos, pero no por una ley natural. Se debe a que el poder oligárquico ha declarado la guerra al gasto público”.
¿Es imposible frenar el calentamiento crítico planetario?
Incluso si el mundo solo toma medidas moderadas para frenar el cambio climático, el consenso actual es que para el año 2100 la temperatura media de la Tierra probablemente será entre 2°C y 3°C más alta que en 1850.
Es verdad que el objetivo de acabar el siglo por debajo de +1,5ºC está en peligro, pero las últimas COP han tratado de mantenerlo vivo. Al menos como marco aspiracional para desarrollar políticas. Pep Canadell (CSIRO) es pesimista en el SMC de España: “El objetivo más importante del París (+1,5ºC) se ha perdido”. El objetivo secundario es justamente el que entraría en juego, es decir, no superar los 2ºC. Y ahí es donde Canadell dice que sólo hay una manera de abordarlo (frente a lo que dice Gates): “Acciones más agresivas en mitigación rápidamente”. Y, siguiendo con el IPCC, el recorte de emisiones y el acelerón de las renovables es el camino más eficaz y rentable.
Gates no niega la necesidad de invertir en energías limpias, pero parece tener más fe en desarrollos futuros que presentes:
Más de la mitad de las emisiones actuales de la generación de electricidad solo podrían eliminarse utilizando fuentes de energía nuclear, pero su costo ambiental supera el 50%. Tengo la esperanza de que podamos eliminar este costo ambiental con la fisión; una central nuclear de última generación está en construcción en Wyoming. Y la fusión, que promete brindarnos un suministro inagotable de electricidad limpia y barata, ha pasado de la ciencia ficción a ser una realidad casi comercial.
No habla tanto de energía nuclear convencional (fisión), como de una energía de fusión que aún está en fase experimental y también tiene sus inconvenientes.
¿La tecnología nos sacará de esta?
Las proyecciones de emisiones han disminuido y, con las políticas e inversiones adecuadas, la innovación nos permitirá reducirlas aún más.
Como con la energía de fusión, Gates asume aquí la tesis tecnooptimista: ¿Qué es esto? Lo resumía otro tecnooptimista climático, Kerry Emanuel: “Los ingenieros nos sacarán de esta”, explicaba a Newtral.es –siguiendo ese postulado– el mayor experto mundial en megahuracanes y asesor de los republicanos. En resumen, el tecnooptimismo fía el futuro de la humanidad ante el clima extremo a soluciones que seremos (teóricamente) capaces de implementar.
- En concreto, Gates dibuja el siguiente escenario futuro: “Todos los países podrán construir edificios con cemento y acero de bajas emisiones de carbono. Casi todos los coches nuevos serán eléctricos. Las explotaciones agrícolas serán más productivas y menos contaminantes, utilizando fertilizantes producidos sin generar emisiones. Las redes eléctricas suministrarán electricidad limpia de forma fiable y los costes energéticos disminuirán”.
El problema es que esto ahora mismo es más un discurso que una realidad, como señalaba el investigador Isidoro Jiménez (UCM). En general, la mayoría de la comunidad científica climática (no toda), piensa que las buenas soluciones que existen para mitigar o adaptarnos al calentamiento global o son inmaduras, o están mal enfocadas, o se están implementando con muchísimas limitaciones. A esto se refiere específicamente el IPCC en su último informe, como mala adaptación.
Pero Gates mira al pasado y pone un ejemplo:
Hace diez años, la Agencia Internacional de la Energía predijo que para 2040 el mundo emitiría 50.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Ahora, apenas una década después, la previsión de la AIE se ha reducido a 30.000 millones.
No es así. La proyección de 2014 fue simplemente una extrapolación lineal, no un modelo de emisiones. El cambio no es producto de la implantación de innovaciones tecnológicas.
A juicio de la profesora Seyram Avle (Universidad de Massachussets, Amherst), Gates “se vale de la filantropía como fachada para promover sus causas. Avle y su colega de la Universidad de Michigan Jean Hardy hacen un exhaustivo repaso al tecnooptimismo en un artículo en The Conversation, plataforma financiada entre otros por… Bill Gates.
¿Quieres comentar?