Betabloqueantes: ¿Puede una medicina ‘para la tensión’ reducir las tasas de criminalidad?

La relación entre betabloqueantes y agresividad
Dan Burton, Unsplash (CC0
Tiempo de lectura: 5 min

Bisoprolol, metoprolol, carvedilol… son medicamentos típicamente prescritos a personas con problemas cardíacos. Son bastante comunes para tratar la hipertensión arterial cuando otros tratamientos fallan. Conocidos como ‘betabloqueantes‘, a su lista de indicaciones se podría sumar una inesperada: tratar la agresividad.

Publicidad

Los betabloqueantes son efectivos ante la hipertensión, la angina de pecho y los eventos cardiovasculares agudos, la insuficiencia cardíaca y las arritmias, así como la migraña. También se usa ante síntomas de hipertiroidismo y el glaucoma y, en ocasiones, para tratar la ansiedad. Pero una sombra de sospecha los ha acompañado: había indicios de que sus consumidores tenían más riesgo de suicidio.

Seena Fazel (Universidad de Oxford, Reino Unido) y Yasmina Molero (Instituto Karolinska en Suecia) se preguntaron hasta qué punto esto podía ser así. ¿Más trastornos psiquiátricos por tomar betabloqueantes? Se pusieron a investigar y se han encontrado con una sorpresa: quien usa betabloqueantes es menos probable que muestre agresividad y actos criminales violentos. Acaban de publicar sus resultados en PLOS Medicine.

Los equipos de Reino Unido y Suecia investigaron resultados psiquiátricos y conductuales de más de 1,4 millones de consumidores de beatabloqueantes de Suecia entre 2006 y 2013, incluida la agresividad y su tendencia al suicidio.

Vieron que en los períodos de tratamiento con betabloquentes, el riesgo de ser acusado de un delito violento por la policía era un 13% menor, lo que fue una constante en todos los análisis. Además, se reportó un 8% menos de riesgo de hospitalización por un trastorno psiquiátrico.

¿Menos agresividad por los betabloqueantes o por la reducción de ansiedad por tener un tratamiento para el corazón?

Investigaciones anteriores han relacionado los eventos cardíacos graves con un mayor riesgo de depresión y suicidio. Estos resultados podrían sugerir que la angustia psicológica y otras discapacidades asociadas a problemas coronarios estarían llevando a algunos pacientes a ideas suicidas. De hecho, vieron que el riesgo es un 8% mayor entre quien necesita betabloqueantes.

Publicidad

Pero, en general, recalcan los autores que las asociaciones con la hospitalización fueron menores para los trastornos depresivos mayores (aunque no para los trastornos de ansiedad).

La doctora Fazel destaca que “en un estudio del mundo real, con 1,4 millones de personas, los betabloqueantes se asociaron con una reducción de las imputaciones por delitos violentos en personas con trastornos psiquiátricos. Reutilizar su uso para controlar la agresividad y la violencia podría mejorar los resultados de los pacientes”.

¿Tenemos una ‘píldora de la paz’? No tan rápido. Desde España, Susana P. Gaytán, del departamento de Fisiología de la facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, matiza que aunque el estudio “es muy riguroso, con una población de estudio muy grande, y bien equilibrada por género (…) en todas las patologías hay que considerar que hay componentes multifactoriales y que se han de tener en cuenta, siempre, las características individuales de cada paciente”.

Por su parte, Joaquim Raduà (IDIBAPS-Clínic Barcelona) comenta en el SMC de España que “aunque los estudios previos son bastante escasos, estos también apuntan a un posible beneficio de los betabloqueantes para disminuir la agresividad, como mínimo, a corto plazo”. Ambas personas expertas coinciden en que serán necesarios más ensayos para llegar a indicar este tratamiento a personas con conductas violentas.

Así funcionan los betabloqueantes

Para comprender el papel de los betabloqueantes en el tratamiento de la agresividad y la violencia hay que entender a esta molécula como una reguladora de la adrenalina. Explican desde la Fundación del Corazón que la adrenalina o la noradrenalina funcionan uniéndose “a los llamados receptores adrenérgicos. El receptor beta-adrenérgico se encuentra en células del corazón, las arterias y los pulmones”.

Publicidad

Cuando se estimula a este receptor, se elevan la frecuencia cardiaca, la presión arterial y contractilidad cardiaca. El betabloqueante ‘cierra’ el receptor beta-adrenérgico. Sella la ‘cerradura’ y cae la frecuencia cardiaca o la presión arterial, mejorando la función del corazón y el flujo de sangre a las arterias coronarias.

¿Qué tiene que ver este papel de los betabloqueantes con la agresividad? Explica Ignacio Morgado Bernal, catedrático emérito de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y en la Facultad de Psicología de la UAB, en el SMC de España que, al final, están limitado el efecto de un neurotransmisor (que es el tipo de sustancia que usan las neuronas para comunicarse). Había alguna evidencia previa de que los betabloqueantes tienen que ver con la agresividad, por ejemplo, tras un traumatismo en la cabeza.

Sin embargo, como también apostilla el doctor Raduà, ahora “estamos ante un ensayo observacional”. Es decir, no entra a explicar el mecanismo de acción de los betabloqueantes para reducir la agresividad del paciente.

En suma: se ha descubierto algo –más o menos por casualidad, como con tantos medicamentos–, pero no sabemos aún por qué funciona o si funcionará “a largo plazo y sin efectos secundarios”. Con todo, Morgado cree que “abre las puertas al posible uso de esos medicamentos para el tratamiento terapéutico del comportamiento agresivo y violento”.

Publicidad