La importancia de que las becas comedor lleguen (y a tiempo) a las familias en situación de pobreza

becas comedor
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Una comida completa, con carne de algún tipo, pescado y verduras, es una posibilidad que muchas familias no se pueden permitir, y menos aún con cierta frecuencia a la semana. Es por ello que con el inicio del curso vuelve a resurgir la importancia y el impacto que tienen las becas y ayudas para el comedor de las escuelas infantiles y colegios.

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Estas becas comedor permiten a niños y niñas en situaciones de pobreza o provenientes de familias vulnerables acceder a una comida completa al día, en un entorno seguro, protegido, en el que pueden socializar y desarrollarse. Pero siguen sin ser suficientes, como señalan desde la ONG Educo a Newtral.es.

De hecho, el último informe presentado por la organización revela que ni siquiera en todas las comunidades autónomas de España existe la posibilidad de que la Administración pague el 100% del importe de las becas comedor para aquellos niños y familias que se encuentran por debajo o en el umbral de la pobreza.

En las Islas Baleares, Cantabria, Comunidad de Madrid, Navarra y La Rioja (página 17), ya sea una familia monoparental con un hijo o una familia con dos adultos y dos niños en el umbral de la pobreza o por debajo, no verán cubierto el coste del comedor al 100% este curso. Además, los porcentajes de cobertura varían: pueden ir desde el 25% al 80% del coste del comedor de la escuela.

El comedor de la escuela como un espacio más para la educación de los niños

Macarena Céspedes, directora de Incidencia e Investigación de Educo, explica a Newtral.es que “las becas comedor deberían de entenderse como un derecho, y también como un derecho a la educación”. Según indica, “es un espacio donde los niños pasan varias horas al día y muchas a la semana y donde no solo comen, sino que también comparten, socializan, juegan y se desarrollan”.

El comedor y las becas para financiarlo no solo sirven como medio de socialización para los niños, también de aprendizaje y enseñanza. “Hay muchas familias que no se pueden permitir pagarlo, y aunque las becas no lleguen a todas las que deberían llegar, en muchos casos se debería hacer un copago, por pequeño que sea”, considera Céspedes. Esto se debe a que si los niños no son capaces de comer en el colegio, las alternativas son o que alguien los recoja y los lleve a comer a su casa o que vayan solos y coman algo que se les deje preparado. 

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A estos últimos se les llama “niños llave”, ya que tienen que ir a su casa solos y, en muchas ocasiones, comen en soledad, lo que según la representante de Educo “repercute negativamente en su desarrollo y dejan de estar en un entorno protegido”. No solo eso, “si hay escuelas en las que el horario está partido y los niños tienen que volver al colegio después de comer, si lo tienen que hacer solos en muchas ocasiones no regresan, lo que hace que pierdan posibilidades de aprender”.

De nuevo, sin recursos económicos y sin beca comedor, hacerse cargo de los niños que tengan que ir a comer a casa y luego volver a la escuela es una tarea aún más complicada para aquellas familias más vulnerables y con menos recursos económicos. Para Céspedes, el que las becas comedor no lleguen a todas las familias que las necesitan hace la conciliación más complicada.

La progresividad, la burocracia y las trabas administrativas para las becas comedor

La problemática de las becas comedor no se limita únicamente a que lleguen a todos los niños que las necesitan. Tal y como relata Céspedes y como refleja el informe de Educo, estas becas no contemplan cierto grado de progresividad. 

Es decir, que si, por ejemplo, el umbral de la pobreza en una comunidad autónoma es ganar menos de 15.000 euros al año y una familia ingresa 15.100 euros, se quedarían fuera de la cobertura de la beca comedor. “También falta que se mejoren los sistemas de evaluación y se tenga en cuenta la diversidad de las familias, si hay algún miembro con una discapacidad o personas dependientes, por ejemplo”, señala Céspedes.

No solo falta progresividad, sino una mejora en la accesibilidad. “Es muy difícil pedir una beca comedor. El lenguaje y el proceso deberían ser más claros, simples, transparentes y que la dirección de la comunicación fuera de la Administración a la familia y no al revés”, indica la directora de Incidencia e Investigación de Educo. Además, estas becas no se renuevan de forma automática, sino que las familias deben pedirlas cada año, con todo el tiempo y recursos que eso conlleva.

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Por último: los tiempos. “En muchas ocasiones, el calendario y los periodos para solicitar las becas comedor son muy cortos. Y no solo eso, hay ocasiones en las que la resolución de las becas no llega hasta que no ha comenzado el curso, con todo lo que eso implica para las familias”, apunta Céspedes. En esos casos las familias tienen dos opciones: o pagar el dinero por adelantado para el comedor y confiar en que su beca sea aprobada, o renunciar a la plaza al no saber si van a poder permitírselo o no.

Fuentes