¿A quién afecta la baja participación en las elecciones de Cataluña?

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Toni Albir (Efe)
Tiempo de lectura: 10 min

La participación en las elecciones catalanas del 14-F ha caído en más de 25 puntos, llegando hasta el 53,5%. En total, se abstuvo más del 46% de las personas llamadas a votar. Este dato difiere con el de los comicios de 2017, cuando la participación llegó a  récords históricos con el 79%. 

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La participación siempre se resalta durante las elecciones. De hecho, durante los comicios del pasado domingo los distintos candidatos de los partidos alentaron en varias ocasiones a los ciudadanos a ir a votar, asegurando que es la forma de consolidar la democracia.

Pero, ¿en qué influye que baje la participación? ¿Afecta a los distintos partidos la abstención? Tras los resultados electorales, tanto PP como Ciudadanos han asegurado que en parte sus bajos resultados se deben a este aumento de la abstención que, defienden, “afecta más al constitucionalismo”. 

Sin embargo, los expertos consultados por Newtral.es aseguran que se trata de “una combinación de elementos” y que “es difícil afirmar cómo afecta la abstención desde el punto de vista analítico”. Explicamos aquí cómo afecta la participación a los resultados electorales así como los votos blancos y nulos.

La baja participación en las elecciones y perfil del abstencionista

El miedo que provoca la situación de pandemia de la COVID-19 así como el desencanto con la clase política son solo dos de los factores que pueden afectar a la participación negativamente, haciendo que el número de personas que decida no votar aumente y, con ello, lo haga la abstención.

“Así como los votos nulos sí se pueden llamar votos inválidos, la abstención no es voto, es decir, es la ausencia de expresión de preferencia política”, explica a Newtral.es Pedro Riera, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid.

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Hay que tener en cuenta que la abstención, al igual que los votos nulos, no tiene repercusión directa en los resultados como sí la puede tener un voto en blanco. Es decir, en el caso de la abstención no entran en el cómputo general de participación, y en el caso de los votos nulos, son inválidos. Estos no se adhieren al cómputo final del conteo, por lo que no deberían ni beneficiar ni perjudicar a nadie.

Sin embargo, existe la creencia de que hay grupos políticos o personas afines a determinados movimientos que son más propensas a ir a votar o están más movilizados, y que, por tanto, cuando baja la participación, hay partidos que salen perjudicados porque sus votantes se movilizan menos.

Riera asegura que “se puede estudiar cuál es el perfil del abstencionista”. “Podemos ir a los datos de las encuestas y ver cuál es el perfil ideológico del abstencionista: si hay un elemento ideológico −en este caso si el votante independentista es menos propenso a abstenerse− y luego en esta situación con la pandemia otra cosa que también es interesante y que ya se vio en las elecciones gallegas y vascas, si hay un sesgo de edad en la participación”, comenta Riera.

Según aclara el experto, “no sabes a quién hubiera votado cada persona si hubiera ido a votar, pero sí variables que correlacionan muy bien con el voto». «Si una persona se abstiene no puedo saber su voto pero con encuestas pre y post electorales sí puedo conocer si valora muy bien al candidato del PP o de Ciudadanos, qué opina de cuál debería ser el modelo territorial del Estado, si se siente cercano a un partido constitucionalista… así como comparar con las elecciones anteriores», comenta.

En definitiva, defiende que se puede ver “qué electorado potencialmente estaba más movilizado«. 

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‘Falacia ecológica’ de la abstención

Lo mismo comenta Jorge Sola, profesor de la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, que alega que “si sabemos, por ejemplo, que algunos barrios votan más a algunos partidos, y sabemos que en esos barrios ha aumentado más la abstención, podemos deducir que perjudicará a esos partidos”.  

No obstante, alerta a Newtral.es de que “existe el riesgo de incurrir en la llamada falacia ecológica”. “Imaginemos que quien más se ha abstenido son sólo los votantes de otros partidos diferentes que viven en esos barrios, en ese caso el efecto sería el contrario”, anuncia.

Por su parte, la directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid, Paloma Román, asegura que “así como el voto nulo o el voto en blanco pueden tener una explicación política relativamente fácil, la abstención, no”. Es decir, alega que la abstención es “un pozo sin fondo desde el punto de vista analítico”.

“Que se pueda hacer teóricamente, seguro, pero que tenga ajuste, no. No puedes discriminar al abstencionista porque hay miles de razones por las cuales uno no llega al final a votar”, señala la experta a Newtral.es. 

Esto es incluso más peligroso hacerlo “en una situación como la que hay ahora”, según Román, porque “la pandemia es la que ha tenido una influencia mayor sobre esa baja participación, y no puedes dar a entender que el constitucionalismo tiene más miedo a pillar el virus, no podemos hacer esas correlaciones”. Así, la directora afirma que se trata de “un recurso retórico para el balance de daños, un argumento justificatorio”. 

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La baja participación en las elecciones catalanas

En el caso de las elecciones catalanas, Román alega que “está claro que quizás el votante independentista está más motivado a ir a votar, pero es que incluso el votante independentista no es igual en los distintos partidos”. “La abstención es dificilísima de hacerla operativa, otra cosa es que se acuda a ella como un recurso retórico, que la política lo permite”, señala.

“Si los resultados son malos, habrá que echarle la culpa a alguien, y a veces es a la abstención. Pero ¿por qué se produce?, tal vez no han movilizado a sus votantes”, explica. Así, la experta defiende que la no participación puede ser “una posición de protesta, que la persona esté enferma, harta o que ese día iba a ir y se encontró a alguien por la calle y se fuera a tomar un café”. 

Por su parte, Riera argumenta que “la abstención puede haber perjudicado al constitucionalismo”, pero que “hay que cogerlo muy con pinzas porque hay que relativizar”. “Obviamente no solo ha sido la abstención la variable que ha explicado el resultado electoral, hay otras cuestiones”, alega. 

Entre estas, el experto señala factores como la valoración de los líderes: “la gente que es más cercana a PP o Ciudadanos igual no valora positivamente su actuación y no quieren votar a Vox y por eso se quedan en casa, o al revés, pese a que ha ganado las elecciones igual el PSC podía haber conseguido más votos por gente que es más cercana al partido pero no valoran particularmente la gestión de Illa y deciden no votar”.

“La abstención seguro que ha jugado un papel”, defiende Riera “pero los factores y los fenómenos se tienen que explicar desde el punto de vista de una combinación de elementos, no de solo uno”, añade.  Puede haber muchas cuestiones y yo creo que una de las cosas que han hecho bien las fuerzas independentistas ha sido convencer al electorado”, comenta. 

Los votos en blanco

En las elecciones del 14-F la Junta Electoral Central (JEC) tuvo que recordar que los sobres depositados en las urnas que contengan papeletas en blanco deben contabilizarse como nulos según recoge la LOREG: “se considera voto en blanco, pero válido, el sobre que no contenga papeleta”. 

La importancia de esta diferencia reside en que, al contrario de lo que ocurre con el voto nulo y la abstención -que no suman- el voto en blanco es considerado un voto válido, por lo que computa en el recuento de papeletas e influye en el reparto de escaños que corresponde a cada partido.

“Siempre ha habido una leyenda urbana de que los votos nulos o los votos blancos suman al partido ganador… esto no es verdad. Lo que sí es potencialmente importante es que los votos en blanco aumentan el umbral mínimo que los partidos tienen que conseguir para tener representación parlamentaria”, comenta Riera. Lo mismo opina Román, que alega que “el 0,84% del voto en blanco es casi insignificante”.

Según la ley electoral no se tienen en cuenta las candidaturas que no obtengan, al menos, el 3% de los votos válidos. «Esto se debe a que los votos en blanco lo que hacen es aumentar el total de votos válidamente emitidos y como consecuencia es más difícil llegar al 3%” explica Riera. Por lo tanto, añade Román, “afecta más a los partidos pequeños, ya que aumenta el número de votos que tienen que sumar para conseguir un escaño”.

En el caso de las elecciones de Cataluña Riera cree que “no estamos hablando de esta circunstancia”. “El PDeCat, el partido que se ha quedado en Barcelona fuera, está relativamente lejos del 3%». En las elecciones del 14-F el PDeCat consiguió 77.000 votos, un 2,72% del total.

Los votos nulos

En el caso de los votos nulos ocurre lo mismo que con la abstención, ya que no son votos válidamente emitidos y por tanto no suman en el cómputo final. En esta ocasión el voto nulo ha sido del 1,43% del total, 1 punto más que en los comicios de 2017.

Para Román, aunque asegura que el porcentaje es pequeño, alega que el voto nulo tiene significado: “se puede analizar como un voto de protesta o enfado, aunque no siempre al 100%, pero en nuestro sistema es muy fácil votar porque no hay más que meter la papeleta, entonces «equivocarse», por lo general, es más bien a propósito”, sentencia.

Fuentes