En Chamberí, alguien comenzó a dejar cartas en los buzones de sus vecinos mayores. Quería decirles que no estaban solos y que, si necesitaban ayuda, podían contar con él. Algunos confiaron en la palabra escrita a mano y le llamaron. «Es un contacto casi directo», cuenta Dario, miembro de Cuidados de Chamberí, uno de los grupos de Whatsapp que se han organizado para ayudar a los colectivos vulnerables ante el coronavirus.
Las redes de solidaridad vecinal han pasado la última semana apuntando voluntarios, coordinándose con las farmacias para llevar medicamentos y recogiendo recados de vecinos que necesitan ayuda, pero de pronto se dieron cuenta de una realidad: en algunos casos, el número de voluntarios es casi diez veces mayor al de personas que estaban pidiendo ayuda. Alguien en otro grupo de Cuidados Madrid Centro insistía: «Tenemos que pasar de las redes sociales a la calle».
Cuatro de cada diez personas de entre 65 y 74 años, parte del grupo de riesgo frente a la epidemia, no usan internet, según el INE, y los barrios han tenido que buscar la manera de hacer frente a brecha digital con cartas, pósters y el ‘balcón a balcón’.
Se dieron cuenta de que en algunos casos, el número de voluntarios es casi diez veces mayor al de personas que piden ayuda
«Hay que ajustarse a la realidad de lo que va pasando», dice Maribel Pizarroso, una de las organizadoras del grupo Cuidados Madrid Centro, que cuenta que hay mucha gente con ganas de ayudar, pero es difícil llegar a las personas vulnerables que necesitan apoyo. «Nuestra generación da por hecho que con un correo o por Whatsapp nos podemos comunicar, pero hay mucha gente que no tiene las mismas capacidades ni las mismas herramientas y tenemos que salirnos de nuestra realidad para ver otras», señala.

Desde el grupo que coordina surgió la idea de hacer un cartel y pegarlo en los portales para anunciar la ayuda. Los que no tenían impresora lo han hecho a mano y en las calles se empiezan a ver estos mensajes. Dario cuenta que en Chamberí también llevan un papel al supermercado con los datos del grupo para que se lo puedan entregar a la gente mayor.
Tanto Samur como el Centro de Salud de Lavapiés y varias farmacias se han puesto en contacto con ellos, y esperan empezar a poder derivar solicitudes de ayuda esta semana. Pero a ambos sectores les preocupa otro problema: proteger los datos de los colectivos vulnerables que necesitan ayuda.
Una red de redes para consolidar el canal
La semana pasada un grupo de emprendedores, organizaciones sociales y laboratorios de innovación crearon la red de redes, frenalacurva.net, que canaliza 600 iniciativas vecinales de varias ciudades de España y Latinoamérica. En su mapa se pueden ver los ofrecimientos de ayuda en verde y las necesidades en rojo. Pero los creadores decidieron crear también una categoría naranja para los intermediarios: amigos, vecinos o familia que haga la conexión digital para las personas con necesidades, pero sin internet.
De esta forma no necesitan dar los datos, sino que el intermediario es el que hace el filtrado inicial, explica Raúl Oliván, uno de los creadores. «Hay más oferta que demanda, sobre todo canalizada y visible. Por definición, las personas vulnerables o con poca conectividad no saltan a la red. Nosotros, en cuanto entra una demanda de ayuda y detectamos que es una persona vulnerable ni la publicamos, facilitamos ya el contacto directo con una persona de la zona o con la Cruz Roja para evitar exponerlos».

Además, Oliván explica que no comparten las direcciones específicas, sino que el mapa tiene un pequeño algoritmo que fija las chinchetas con un radio de 150 metros y toda la información se canaliza a través de correos electrónicos, sin teléfonos.
Ayudarnos entre todos
En los grupos circulan desde consultas médicas por teléfono, hasta asesoría laboral, terapia psicológica o guarderías para animales. Pero también simplemente una conversación. Maribel cuenta la historia de Enzo, de 74 años, que entró al grupo para ofrecer su ayuda y acabó como uno de los beneficiarios para recibir llamadas y no sentirse tan aislado.
Toda la cohesión social se está acelerando a una velocidad increíble; pensamos en colectivo.
La ayuda tampoco se limita a las personas. Ya han surgido iniciativas como la de Yo por ti, tú por mí, que busca apoyar a los negocios de barrio que han tenido que cerrar, comprando cupones que se pueden canjear cuando regrese la normalidad.
Una década de cohesión social concentrada
Maribel lleva años trabajando en la dinamización vecinal y le sorprende que los barrios estén más unidos justo ahora que las personas están aisladas en sus casas. «Nos hemos dado cuenta de que no conocemos al vecino de arriba o al de abajo, y cuando pasan estas cosas, ¿de quién puedo echar mano? Del que tienes al lado», resume. «Esto nos está sirviendo a todos; al final estamos todos confinados en casa y, quieras que no, es una forma de hacer parte».
Para Oliván, esta situación «es como si concentráramos una década de innovación social en unas pocas semanas». Desde los aplausos a las 20 h., hasta los vídeos virales en los que un grupo de vecinos le deja un pastel en la puerta a una señora que cumplía años. «Toda la cohesión social se está acelerando a una velocidad increíble; pensamos en colectivo, en la importancia de lo comunitario. Una de las conclusiones es esta épica de lo común; en esta crisis va a salir todavía más acentuada», dice.
En el mensaje de bienvenida al grupo, Maribel añade una frase: «Estamos en construcción».
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