El raso sol de otoño baña la piedra de Castilfrío de la Sierra (Soria). Su treintena de habitantes tienen en él a un aliado en plena crisis energética. En la línea del horizonte de sus casas de arquitectura merina centellean destellos anaranjados: el reflejo de placas solares sobre la teja roja. “A estas alturas del año (Newtral.es lo visita en noviembre) debería de estar helando, pero nada”, dice su primer teniente de alcalde, Tomás Cabezón. El cambio climático ha suavizado los inviernos en el pueblo, pero la serranía soriana seguirá siendo la serranía soriana. El frío exige tirar de leña “que se comparte, como en casi todos los pueblos, en hacenderas”. Ahora, Castilfrío es pionero en una hacendera pero no de leña, sino de autoconsumo solar rural.
Cuando cae la noche, sus farolas, recientemente convertidas a led de última generación, dan luz sin apenas ‘encender’ la factura eléctrica. Su consumo en todo el pueblo “apenas consume lo que una lavadora”, explica Fernando Rubio, fundador de la cooperativa energética Megara, que con el apoyo de la operadora semipública Red Eléctrica (Redeia), gestiona esta cooperativa de autoconsumo solar rural.
Pero no se trata sólo de dar luz al pueblo (apenas esos 1.300 vatios de led). “En este primer paso se busca que todos los edificios públicos, consultorio, centro social, ayuntamiento, planta de bombeo de agua… se suministre mediante placas fotovoltaicas”, explica Cabezón, que fue el alcalde con el que se inició el proyecto. Dos años después de su puesta en marcha, ya se han sumado las primeras placas sobre tejados de casas particulares. Y, con ello, los primeros socios-vecinos que se benefician de esta comunidad solar en su factura de forma directa. “La idea es fijar población”.
La Hacendera solar de Castilfrío de la Sierra cuenta con dos plantas solares fotovoltaicas de 7,36 y 5,5 kWp para autoconsumo. Su instalación ha costado unos 30.000 euros y ha contado con el apoyo de Caja Rural de Soria. Las placas están sobre las cubiertas de una casa de alquiler y edificios municipales: el antiguo lavadero y el antiguo teleclub, el hoy bar y centro social del pueblo, epicentro tecnológico de la comunidad de autoconsumo solar rural.
De ver la llegada a la Luna al autoconsumo solar rural
En la década de los sesenta del siglo pasado, los teleclubes proliferaron por los pueblos de España. En ausencia de caros aparatos televisores y antenas particulares, se hacía un ‘autoconsumo colectivo‘ de la única cadena que existía. Esos locales, donde se vio la llegada de los primeros humanos a la Luna, se han mantenido en lugares como Castilfrío de la Sierra como centros sociales que siempre fueron –y ahora también– como un pequeño museo, bar y centro neurálgico de su producción fotovoltaica.
El teniente de alcalde abre la puerta del teleclub para mostrar la pequeña ‘sala de máquinas’, corazón de esta infraestructura solar. “Queremos ir más allá. De hecho, ya tenemos algunos vecinos que se han incorporado a la comunidad energética, que han puesto sus placas en su tejado. Y lo que vamos a hacer
es empezar a compartir suministros y a empezar a compensar y facilitar a los vecinos el que puedan tener energía más barata”. Actualmente, de marzo a junio prácticamente no tienen que comprar suministro a la red.

En el antiguo lavadero se encuentra la planta de bombeo de aguas del pueblo. Aquí ya no les hace falta tirar de la compañía suministradora de electricidad. El 100% de la energía proviene del Sol.
Con este proyecto, el municipio espera reducir la huella de carbono en 6,98 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año y disminuir el gasto energético en 13,64 MWh anualmente. “Los entornos rurales somos especialmente sensibles al cambio climático”, señala Tomás Cabezón. Pero la idea es crear un modelo extrapolable al resto de la comarca y de la España vaciada, que rompa con el ‘monocultivo’ de huertos solares, que también proliferaron en la década de los 2000 con más objeciones paisajísticas y ambientales por grupos ecologistas o en defensa del mundo rural en pro del autoconsumo solar.
La revolución de las azoteas empieza en los pueblos
“[En el modelo de parques fotovoltaicos] toda esa energía se vendía a red y el que había invertido en ese parque obtenía una retribución gracias a la venta de esa electricidad”, recuerda desde la cooperativa Ecooo Energía Ciudadana Héctor Pastor. “El autoconsumo opera de manera distinta. Seguramente es el mayor mecanismo de ahorro que tiene cualquier familia. Es revolucionario porque es un cambio de modelo en el que los consumidores dejan de ser pagadores de facturas sin tener mucha idea de qué significa, y se posicionan como una parte activa del modelo energético”.
La idea es que cada cual genera su energía desde su tejado y ‘colectiviza’ la parte que no utiliza al momento. Tras el fin del llamado ‘impuesto al sol’, en 2018 la potencia de energía instalada para el autoconsumo fue de 235 MW; se duplicó hasta los 459 MW en 2019. En 2020 siguió sumando otros 623 MW, un 30% más, y este 2022 espera cerrarse superando los 2.000 MW.
Esta cifra la ha desvelado la patronal del sector, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF). Supone más que duplicar la potencia añadida al sistema en 2020, cuando se alcanzaron apenas 596 MW.
En este sentido, los pueblos lo tienen a priori más fácil. Aunque Ecooo está instalando placas en ciudades, en comunidades de vecinos. Algo que no era precisamente fácil con la normativa anterior a 2019. Y mucho menos cuando existía el llamado 'impuesto al sol'. Peajes que, de facto, castigaban el autoconsumo.
En el caso de las comunidades de autoconsumo solar rural (las figuras jurídicas irán tomando forma poco a poco) la idea no es que cada cual consuma lo que produce su placa sin más, explica Fernando Rubio. Desde luego, eso es posible. Hasta puede ponerse una batería propia y tirar con ella cuando deja de lucir el sol. Pero no es ni lo más barato ni lo más eficiente a día de hoy.
Existen distintos modelos orientados al autoconsumo solar rural, igual que de comunidades energéticas locales que, por ejemplo, en Alemania alcanzan las 1.800 o las 700 en Dinamarca. En España hay 33, según datos de la UE. Algunos modelos combinan la generación centralizada con la distribuida. El modelo de hacendera de Castilfrío implica que lo que producen las placas es de la asociación o cooperativa. De todo el mundo que participe en ella. Resumiendo mucho, si no consume uno, lo hará otro.
“El ratio de autoconsumo suele ser del 75%”. O sea, que 3 de cada 4 veces que tiramos de electricidad, esta viene directamente del sol, pero no de la placa, sino de la hacendera común. Después de todo, un electrón no sabe si es solar o no. Es una cuestión de cuentas.
Y en esas cuentas, todo lo que no se consume en un momento se 'revende' a la red, que pagará por esos vatios no consumidos a la cooperativa. De modo que ahí se genera el balance entre los cooperativistas (incluido el ayuntamiento con todos sus servicios). “Ya supone un ahorro para las arcas municipales del 60%”.
Hacia un nuevo modelo de electricidad
De manera paralela se ha diseñado una red de fibra óptica para dar información sobre la energía que se está demandando y se están produciendo miles de paquetes de datos cada segundo. El autoconsumo solar rural es, por ahora, anecdótico en España. Pero la subida de precios de la energía augura un cambio, anticipa Antonio Calvo Roy, director de Sostenibilidad de Red Eléctrica-Redeia. Fundamentalmente por la “facilidad que ofrecen los tejados particulares en las casas de los pueblos”.
Red Eléctrica es la entidad encargada en España de monitorizar y garantizar en todo momento la continuidad y seguridad del suministro de energía eléctrica. “El panorama eléctrico está cambiando notablemente“, asegura Calvo Roy. “Venimos de un sistema en que la demanda era caprichosa, porque yo pongo a cargar el móvil cuando me parece, pero la oferta era obediente. Vamos a un sistema en que del lado de la demanda, además de serlo, me convierto en productor de energía“.
El actual despertar del autoconsumo hubiera sido un caos para la red eléctrica en otro tiempo, pero en la era de los grandes datos es posible gestionarlo en tiempo real.
El autoconsumo tiene la característica de ofrecer una parte de la generación al sistema eléctrico. Sencillamente porque “yo, a lo mejor, a las 8:30 de la mañana me voy de casa y no estoy consumiendo [lo que generan mis placas]“. Ese excedente no se pierde, se vierte a la red y se compensa en la factura. Esto, en otro tiempo, hubiera sido un caos para el sistema eléctrico. Pero en la era de los grandes datos es una realidad más que asumible.
Desde su centro de control de renovables y de monitorización de todo el sistema, un edificio propio de la NASA pero en Alcobendas, Calvo Roy explica que “aquí recibimos 240.000 señales cada cuatro segundos que nos están diciendo prácticamente cuándo estás poniendo el móvil a cargar y nos permite prever tener el sistema equilibrado. Pues todavía, el sistema tiene que ser más listo y más mallado para que sepamos cuándo dejas de consumir y vas a generar electricidad en tu propia casa”, concluye.
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