El presidente de Estados Unidos acaba de recomendar que las embarazadas e infancia no usen paracetamol (acetaminofeno) salvo en casos de extrema necesidad, tras vincular su consumo con la aparición de trastornos del espectro autista. El anuncio llega un día después de que Trump asegurase que “hemos encontrado una respuesta al autismo” y haya presentado a la leucovorina (análogo a la vitamina B9, el ácido fólico) como solución. Pero la realidad es que la administración carece de datos concluyentes para recomendar nada.
- ¿De dónde viene todo esto? De la obsesión del secretario de estado de Sanidad Robert Kennedy Jr. de vincular una supuesta “epidemia de autismo” a “nuestro sistema alimentario, nuestra agua, nuestro aire, las diferentes formas de crianza… y considerar las vacunas”. Este lunes, Kennedy a vuelto a asociar vacunas con autismo, apelando a un supuesto arrinconamiento de quienes han querido investigar tales vínculos, incluidas las familias afectadas.
El pasado abril, Kennedy anunció “un esfuerzo masivo de pruebas e investigación” para determinar la causa del autismo en cinco meses. El plan prometía repartir 50 millones de dólares en tres años, entre distintos centros de investigación que elegiría el gobierno. - Los datos que ha presentado: No hay datos nuevos y se apela a análisis de estudios antiguos que no se diseñaron para determinar si el paracetamol en sí causa autismo.
Y no hay nasa nuevo porque de los principales centros de investigación que solicitaron fondos para investigar el origen del trastorno, ninguno ha confirmado su subvención; ni mucho menos, tienen resultados concluyentes en el presente, según CNN.
En realidad, Trump ha hablado todo el rato de una marca concreta, Tylenol, que es como se conoce en EE.UU. al paracetamol doméstico. Lleva aprobado en EE.UU. desde 1955 y no ha mostrado problemas de seguridad graves en 70 años. - Pero por qué el paracetamol: Porque algo de sospecha ya había. Algunos estudios “han evidenciado que la exposición prenatal al paracetamol puede alterar el desarrollo fetal”, tal y como precisa desde el ICGON-Clínic Barcelona el doctor Eduard Gratacós, quien en 2021 elaboró un documento al respecto. Parace haber más el riesgo de sufrir algunos trastornos leves en el neurodesarrollo y también efectos urogenitales y reproductivos. Aunque no está claro que eso lo provoque por sí solo el paracetamol. Y eso no quiere decir que el paracetamol cause directamente autismo.
Según explica a Newtral.es el neuropediatra y experto del grupo de Neurodesarrollo de la SENEP Alfonso Amado, ”no hay evidencia de que dosis terapéuticas utilizadas brevemente ocasionen daños concretos. La mayor preocupación parece relacionada con uso frecuente, prolongado o altas dosis, aunque incluso esto no está definido concluyentemente”.
No hay una “epidemia de autismo“. Pese a las palabras usadas por Kennedy o Trump («ascenso meteórico»), la Fundación para la Ciencia del Autismo de EE.UU. se apresuró a desmentir que cada vez haya más casos. Otra cosa es que se diagnostique más y mejor.
Kennedy retorció las conclusiones de los datos de los Centros de Control de Enfermedades sobre prevalencia de los trastornos del espectro autista, según la doctora Alycia Halladay, de esta fundación. “Este informe constituye la evidencia más convincente de que los cambios en factores como el acceso a los servicios y la desestigmatización de los trastornos del espectro autista (TEA) están provocando el aumento de la prevalencia”. Los estados que más recursos dedican a estos trastornos son los que más prevalencias registran.
Publicidad “Hay una mayor conciencia por profesionales sanitarios y de educación, permitiendo un mayor diagnóstico más precoz y de casos leves que antes no se hubieran detectado”, apunta desde la AEP el doctor Pedro Viaño. “En ningún caso hay una epidemia”. Otra cosa es que haya factores ambientales (dieta, contaminación, drogodependencias, etc.) incrementando la prevalencia, “esto es más controvertido y conviene analizar con precaución”.
Contexto político: Dos personalidades y dos claves que explican este anuncio


El panel de vacunación de Kennedy ha votado limitar el acceso a las vacunas contra la COVID-19. Ahora mismo, no está claro si los estadounidenses aún pueden ir a las farmacias para inmunizarse. También han votado contra la administración (conjunta) de la vacuna tetravalente en la infancia. Por otro lado, el secretario de estado de Sanidad pidió a Nature la retractación de un estudio que probaba que los componentes de ciertas vacunas no provocan enfermedades o trastornos como los TEA. Nature se negó.
Por qué no han demostrado que el paracetamol sea “la causa del autismo”
- De lo que sí hay indicios: “El paracetamol es un disruptor endocrino, capaz de interferir en la actividad normal de las hormonas”, lo cual no quiere decir que sea un medicamento poco seguro. Todo lo contrario. Y medir el alcance de posibles efectos secundarios o adversos no descritos ha sido una tarea compleja en los últimos años.
En 2021, se publicó un análisis de estudios en European Journal of Epidemiology en que sí vio indicios de que niños y niñas que habían estado expuestos al paracetamol antes de nacer mostraban una mayor probabilidad de desarrollar síntomas de TEA y TDAH (un 19% y un 21% más, respectivamente). Pero una cosa es empezar a unir los puntos y hacer análisis estadísticos y otra cambiar las recomendaciones de uso de un medicamento. No es un estudio causal ni busca demostrar algo así.
Jordi Sunyer, coautor e investigador de ISGlobal, señala que “si bien el paracetamol no debe suprimirse en embarazadas ni en la infancia, sí debe usarse sólo cuando sea necesario”, lo cual no es nuevo.
En esta línea se presentó este verano en BMC Environmental Health una solvente revisión de evidencia con similares conclusiones. Pero, como señala Pedro Viaño, “es un estudio preliminar frente a la mayoría de la evidencia, así que hay que tomarlo con cautela y en ningún caso cointraindican su prescripción a embarazadas o niños”. No quiere decir que estos estudios estén mal hechos, pero pueden tener limitaciones, como reconocen sus autores o necesitan de profundizar en aspectos clínicos, genéticos o familiares. Por ejemplo, ¿usaban las gestantes paracetamol porque tenían alguna infección importante, que es lo que sí se sabe que es un factor de riesgo para el autismo? - En general, a favor del paracetamol: En 2024, un análisis en JAMA siguió a 2,4 millones de nacimientos en Suecia. Se fijó en casos de hermanos y no se vio que tomando más, menos o nada de paracetamol influyese en el surgimiento de estos trastornos del espectro autista o TDAH.
Los estudios bien hechos que vinculan paracetamol y autismo son observacionales. Muestran asociación pero no una causalidad definitiva.
Una condena al dolor y la culpa para las mujeres
- Sin alarmismo: “Estoy extraordinariamente segura de que no existe ninguna relación”, valora desde la Universidad de Durham (Reino Unido) Monique Botha, quien recomienda el paracetamol como primera opción. “Debemos tomarnos en serio el dolor de las mujeres embarazadas”, a quienes, encima, se las culpabiliza y condena al parirás con dolor. Pide desterrar el alarmismo.
Se calcula que entre el 46% y el 56% de las embarazadas de los países con más renta recurre al paracetamol, que está considerado el analgésico y antipirético más seguro en ese periodo y en la infancia. Viaño apela al principio general de casi todo medicamento, tomar “la dosis mínima eficaz y prescripción adecuada para el síntoma”.
Qué sabemos sobre el origen de los trastornos del espectro autista
“El autismo es el resultado de varios factores, a menudo combinados, en particular, la predisposición genética y, en ocasiones, la falta de oxígeno en el momento del nacimiento como consecuencia de complicaciones”, apunta en el SMC de España Dimitrios Siassakos (UCL). En el 80% de los casos, no hay ni una sola pista de su origen.
Entre los elementos que parecen pesar más en el autismo están los genéticos. En concreto, hay un gen (SHANK3) que parece muy relevante, como se ha visto en modelos de cerebro de laboratorio. Pero no existe un gen del autismo exclusivo, sino una combinación de hasta un centenar de ellos. También se sabe que la pérdida de unos pocos aminoácidos en una proteína crucial parece afectar a la actividad de cientos de genes y al desarrollo de las neuronas. Y ahí, surgir trastornos del espectro autista.
- No hay cura porque no hay enfermedad: Así que, menos aún tiene sentido hablar de un fármaco que remedie este trastorno. Respecto a la leucorovina, apenas hay un estudio hecho en 40 personas que encontró indicios de mejora. “Se necesita más evidencia antes de poder extraer conclusiones significativas. Las pruebas disponibles en este momento son excepcionalmente provisionales“, apunta la doctora Botha.
¿Cuánto se sabe que pueden pesar en los TEA…?
- Sí hay elementos ambientales, pero no está claro cómo actúan. Hay indicios de que la dieta prenatal o la exposición a contaminantes pueden favorecer el nacimiento de bebés que desarrollen TEA, pero seguramente tengan que estar predispuestos.
- ¿Pueden las pantallas o móviles tener que ver? “Existe un campo de evidencia amplio que vincula su exposición en períodos tempranos del neurodesarrollo con la probabilidad de presentar dificultades de lenguaje, comunicación o interacción”. De ahí a culparlas del autismo dista un trecho. Más bien es una señal de alarma, un indicador: chavales con predisposición a un TEA tienden a quedarse postrados más tiempo frente a una pantalla.
De dónde viene el viejo bulo que vincula vacunas con autismo
No existe ningún estudio científico que relacione las vacunas con la aparición del autismo. El origen del bulo está en un médico, el doctor inglés Andrew Wakefield, cuya investigación se demostró que carecía de rigor científico y estaba falseada. La prestigiosa revista médica The Lancet publicó los trabajos de Wakefield en 1998 pero posteriormente los retiró de la revista y se retractó.
La revista BMJ investigó el estudio de Wakefield, y concluyó que era un fraude. El doctor alteró los datos de los pacientes para que coincidieran con los resultados que buscaba. A Wakefield le fue retirada la licencia. “Ni vacunas ni paracetamol han demostrado ser causa del autismo”, concluye el doctor Viaño.
Totalmente falso. Un artículo, una vez más, pagado por la farmafia judeosatánica. No sólo sí hay una epidemia de autismo sino que, además, se sabe que los brotes de autismo están conectados con ciertas inoculaciones porque la secuencia temporal entre ambos eventos no es aleatoria. Con un poco de estadística nada más se sabe que si no hubiera relación entre ambos eventos el lapso de tiempo entre ambos no formaría la distribución que forma. También se ha observado un descenso completo de las nuevas irrupciones de autismo cuando se dejó de fuckunar a bebés durante un tiempo durante la plandemia. Se sabe que las terapias de desitoxicación son las que más ayudan a los autistas, por cierto.... Una vez más, la farmafia judeosatánica nos manda callar y niega al público su derecho a un debate organizado y metodológico. A ver, cobardes, ¿nos vemos las caras delante de todos?