Hola, 2019: Así llega España al fin de la mascarilla en los últimos sitios que impuso la pandemia

Fin de la mascarilla en pandemia
Una paciente y una profesional sanitaria, ambas con mascarilla, 'chocan' con el codo. | Foto: EFE
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Nos habíamos olvidado de la pandemia antes de que decayese el uso de la mascarilla que impuso la emergencia sanitaria. Y, desde luego, mucho antes de que se haya decretado el fin ‘oficial’ de la pandemia. ¿Cómo llega España a esta vuelta a la vieja normalidad de 2019? ¿Sigue ‘habiendo’ covid?

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Durante 699 días, los rostros se cubrieron de mascarillas en prácticamente toda interacción pública cara a cara. Pero el 20 de abril de 2022, para buena parte de la población española la pandemia llegaba a su fin al quitarse la mascarilla en interiores. No porque la Organización Mundial de la Salud decretase término alguno. Sino por el poder simbólico del cubrebocas, que nos había hecho asociar este pedazo de polímero con una emergencia sanitaria global sin precedentes para las generaciones vivas.

En septiembre del año pasado, la covid había dejado de ser una preocupación. Por primera vez desde el verano de 2020, una encuesta del proyecto COSMO (ISCIII) mostraba a más gente ‘nada o poco preocupada’ por la pandemia, que personas ‘preocupadas mucho o bastante’. Sencillamente, a mediados de 2022, 6 de cada 10 españoles habían pasado página.

Técnicamente, esa emergencia de salud internacional llegó a su fin el pasado 5 de mayo, pero en España ya había decaído la mascarilla fuera del ámbito sanitario, tras la retirada de su obligatoriedad en el transporte público, el 8 de febrero. Ahora, su uso pasa a ser sólo recomendable –especialmente en vunerables– en centros sanitarios (de salud, farmacias, dentistas, fisioterapia…).

Fin de la mascarilla (del todo) y adiós a un año de virus de todo tipo

Para poner fin a esta emergencia (que no pandemia) y al uso de la mascarilla, el ministro de Sanidad José Miñones ha argumentado tras el Consejo de Ministros de este martes que la situación epidemiológica es “totalmente distinta” a la de casi cualquier momento anterior de la pandemia. Desde noviembre de 2022, ha señalado que “viene dando muestras decrecientes”. Las hospitalizaciones por covid suponen el 1,06%, y la presencia en UCI, el 0,99%.

Es cierto que la covid ha marcado unas cifras estables a lo largo de toda la temporada de otoño-invierno, aunque no particularmente bajas. Los momentos de menor incidencia se sitúan en la inmediata salida del confinamiento y el otoño de 2021, hasta la irrupción de la variante ómicron.

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Captura del informe del SIVIRA sobre evolución de detecciones de SARS-CoV-2 en Primaria, total (A) y por grupos de edad (B) | ISCIII
Captura del informe del SIVIRA sobre evolución de detecciones de SARS-CoV-2 en Primaria, total (A) y por grupos de edad (B) | ISCIII

Miñones se ha referido a esta como una variante con menor virulencia, que llegó en un momento de amplia vacunación, lo que “lleva concluir que esta enfermedad ya no constituye una situación de crisis sanitaria en España” y es lógico el fin definitivo de la mascarilla, tras tres años y medio de pandemia.

¿Por qué no se había retirado antes la mascarilla obligatoria en centros sanitarios? Si España ha sido especialmente recelosa es por las recomendaciones de sociedades y colectivos médicos y sanitarios, ante un otoño-invierno insólito para las enfermedades respiratorias. No sólo la covid. Y ante el temor de un improbable rebrote en Europa del coronavirus, por la reapertura de China. Algo que tenía más un componente de reminiscencia traumática que de evidencia científica, pues no estaba implicada una variante distinta a la del resto del mundo.

Buena parte de Europa ha vivido una ‘tripledemia’ de bronquiolitis, gripe y covid. Por fortuna, de manera secuencial, lo cual no llegó a colapsar hospitales, pero complicó su trabajo tras la falta de recursos en Atención Primaria, como denunció entonces la AEP.

La gripe tuvo dos insólitos picos con diferentes tipos y cepas. Pero la temporada ‘tripledémica’ se pudo dar por concluida a comienzos de abril.

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Captura del informe del SIVIRA sobre evolución de: A) Gripe; B) Bronquiolitis en atención primaria
Captura del informe del SIVIRA sobre evolución de: A) Gripe; B) Bronquiolitis en atención primaria

¿Es verdad que ya apenas circula el coronavirus en España?

El último informe covid de Sanidad sitúa la incidencia acumulada en mayores de 60 años en 41,5 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días. Con apenas 2 registrados en Aragón frente a los 134 en Canarias. Semejante disparidad da cuenta de las enormes diferencias metodológicas que, a estas alturas, hay entre comunidades respecto a lo que otrora fueron informes diarios y analítica constante de datos, de mayor o menor calidad. En todo caso, las cifras medias están muy lejos de incidencias por encima de 100 que han sido una constante durante todo el otoño-invierno.

Los datos de detecciones en atención primaria, para todas las edades, corroboran esta tendencia, si bien se ha dado un repunte en la positividad de las pruebas en las últimas semanas.

Otra manera de saber cuánto SARS-CoV-2 está circulando ‘realmente’ es mirar a las aguas residuales. Como muestra, el último informe del Canal de Isabel II para la Comunidad de Madrid delata que el virus se ha quedado a vivir entre la población silenciosamente.

Captura del último informe del Mapa Vigía del Canal de Isabel II sobre SARS-CoV-2 en aguas residuales
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Sin grandes altibajos y sin indicios de que pudiera darse una nueva ola, algo que la mayoría de personas expertas asociarían sólo a un escenario de una nueva variante. Esto no ha ocurrido desde la irrupción de ómicron y su pléyade de ‘hijas’, sin mayor virulencia, por más nombres mitológicos con que se han bautizado.

La covid sigue llevando a personas al hospital. Entre las últimas más conocidas, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Pero es cierto que están en la mejor situación desde que hay registros: 1.297 ingresos en planta; 86 en UCI. Prácticamente desde que se extendió la vacunación a toda la población de riesgo, los perfiles de ingresos se han mantenido en personas de avanzada edad y con patologías previas –lo cual no es inhabitual en octogenarios y nonagenarios–. La primera ola ómicron estuvo tras la muerte de más de 13.000 personas, y, paradójicamente, es la oleada en que se considera que más vidas se salvaron gracias a la vacunación, dado el altísimo número de contagios.

¿El fin de la mascarilla no es el fin de la pandemia?

La pandemia no ha llegado a su fin oficialmente, pero no hay un criterio único para que esto ocurra, y el componente simbólico de la mascarilla puede ser uno. Una vez las vacunas actuales demostraron su eficacia y limitaciones, la estrategia ha dejado de ser la de evitar el contagio. En este sentido, la mascarilla ha ido perdiendo su valor dentro de este abordaje. Pero eso no quiere decir que ‘no funcione’. Explicaba en febrero la filósofa e inmunóloga del CSIC Matilde Cañelles que estamos en una fase en que las decisiones individuales ganan peso frente a las colectivas.

Si la mascarilla en el transporte, el trabajo o en los encuentros caseros sirvió para aunar esfuerzos conjuntos recortando la transmisión (hasta en un 19%), tras la llegada de las vacunas y rendidos ante ómicron, el foco se puso en la autoprotección. Y eso es tan modulable como la íntima percepción del riesgo. Un riesgo –real o sentido– que no se desvanecerá con el fin oficial de la pandemia, ya sin mascarilla.

Desde más de dos años, está probado que las mascarillas sirven. Incluso más de lo imaginado, frenando la transmisión. Por eso desde la Sociedad Española de Epidemiología piden encarecidamente que las personas contagiadas usen la mascarilla, ya que no son obligatorios los aislamientos. Otra cosa es su universalización o aplicaciones más controvertidas durante la pandemia, como su obligatoriedad en exteriores manteniéndose la distancia física. Queda pendiente una evaluación de la respuesta pandémica y de las medidas adoptadas, prometida en 2021.

Fuentes