La facilidad para conseguir armas y la legislación “permisiva”, claves en el aumento de ataques en Estados Unidos

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Imagen de archivo de un tiroteo en Estados Unidos (Shuttestock)
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Este lunes 10 de abril un joven de 25 años irrumpió armado con un rifle en la oficina de un banco de Kentucky en el que había trabajado. Durante el ataque, mató a cinco empleados y otras nueve personas, que resultaron heridas, tuvieron que ser atendidas en el hospital de la ciudad, como recogió Associated Press. La policía, que publicó las imágenes del incidente, consiguió abatirlo. En lo que va de año ya se han registrado casi 150 tiroteos masivos con armas de este tipo en Estados Unidos. Pero ¿por qué se producen con tanta frecuencia? ¿Qué controles hay en el país para limitar el uso de armas? ¿Es fácil comprar una?

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Los datos: 146 tiroteos masivos en lo que va de 2023

En 2023, en Estados Unidos se han notificado 146 tiroteos masivos, es decir, “incidentes armados en los que la persona que dispara mata o provoca lesiones a, al menos, cuatro personas [como el de Kentucky]”, explica a Newtral.es Alberto Estévez, analista de comercio de armas y portavoz de Amnistía Internacional en España.

Estos datos los recopila el Gun Violence Archive (GVA), una organización que hace balance desde 2013 de la envergadura del fenómeno de la violencia con armas en Estados Unidos. Calcula que el país pasó de registrar 272 sucesos de este tipo en 2014 a 646 en 2022.

¿Es fácil comprar armas en Estados Unidos? El contexto: “Una legislación muy permisiva que favorece la venta de armas”

Por cómo está configurada su regulación, la compra de armas en Estados Unidos es “más fácil, en general, que en Europa en el mercado legal, sobre todo porque el derecho a la autodefensa es constitucional” y esto incluye la posibilidad de acceder a ellas con este fin, como explica a Newtral.es Beatriz Gutiérrez, profesora de Relaciones Internacionales y Criminología de la Universidad Europea.

La clave está en que el país tiene “una legislación muy permisiva que ha favorecido la venta de armas. A diferencia de muchos otros países con tradición de caza como Canadá o los países nórdicos, la población estadounidense goza de una enorme libertad para adquirir y poseer armas de fuego”, asegura el portavoz de Amnistía Internacional.

A nivel federal, sí que hay algunas prohibiciones, aunque hay también ciertas lagunas que pueden incrementar el riesgo de que haya más víctimas. Por ejemplo, “no se pueden vender armas automáticas a civiles, pero hay determinados dispositivos −que también están prohibidos pero son relativamente fáciles de conseguir− que se pueden acoplar a un arma semiautomática para convertirla en automática”, asegura Guitérrez. La diferencia es que se pueden disparar muchas más balas mientras se presiona el gatillo.

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Otra de las cosas que dice la legislación estatal es que “quienes compran armas cortas a vendedores autorizados deben tener, al menos, 21 años”, como apunta Estévez, “aunque en la mayoría de los estados los fusiles, por ejemplo, pueden adquirirse a los 18 y no se necesita una licencia ni formación específica”.

Las armas de fuego también están prohibidas en Estados Unidos a los condenados por delitos graves, aunque las alternativas para bordear la ley simplifican mucho su acceso a ellas. No solo el mercado negro y la compra ilegal, hay otra opción que empieza a preocupar: el aumento de armas impresas en 3D. 

“Al ser de materiales plásticos, no tienen la capacidad de disparo de un arma real, pero con que te permita disparar dos o tres veces en lugares con mucha concentración de gente es mucho más fácil hacer blanco, herir o matar a alguien”, señala la profesora de Relaciones Internacionales y Criminología. “Aunque, de momento, solo ha habido enfrentamientos y no se han producido incidentes graves”, aclara.

Las diferencias entre estados que derivan en “problemas administrativos”

Al final, es cada estado el que marca el camino en la regulación de las armas. “Los hay que tienen medidas más restrictivas, comparables a las de cualquier país europeo, pero hay otros, como en el caso de Kentucky, que es todo lo contrario. Allí ni siquiera necesitas un permiso de armas para tener una. A partir de los 21, puedes ir a una armería y comprarla”, señala Gutiérrez.

Estas diferencias a la hora de gestionar la compra de armas generan en muchos casos “problemas administrativos”. “En el caso de Kentucky, para venderte armas no te piden un background check, es decir, un análisis del perfil de la persona, no hay una licencia como tal. ¿Y qué pasa? Que ni siquiera saben si tienes antecedentes o no. Allí tienes que ser residente para comprarla, pero en Virginia, por ejemplo, no. Así que, lo único que tienes que hacer para conseguir un arma es cruzar la frontera”, añade Gutiérrez.

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¿Qué se ha hecho hasta ahora para intentar frenar esta escalada de ataques y por qué sigue habiendo reticencias al control de armas?

Restringir el flujo de armas en Estados Unidos es complicado, como reconocen los expertos consultados por Newtral.es. “El Gobierno de Biden se comprometió a tomar medidas, como prohibir las armas de asalto, pero depende de lo que apruebe el Congreso”, explica Estévez.

En los últimos años, se han planteado algunas iniciativas encaminadas a limitar el uso y la compra de armas. En noviembre de 2022, por ejemplo, Amnistía Internacional reclamó al Congreso estadounidense dos medidas “clave”, explica su portavoz: una ley para romper el ciclo de la violencia, con “financiación federal para programas comunitarios de prevención de la violencia armada”, y la prohibición de las armas de asalto.

Sin embargo, las reticencias políticas a la hora de imponer mayores restricciones siguen condicionando su debate en los órganos legislativos estadounidenses. Y un factor clave, sobre todo en el caso de los republicanos, es la influencia económica y la presión que ejerce sobre el partido el lobby armamentístico, en este caso, la Asociación Nacional del Rifle (RNA, por sus siglas en inglés). 

“La financiación que reciben de organizaciones de este tipo, sus contribuciones económicas, son las que condicionan su voluntad política a la hora de tomar o no medidas. ¿Por qué no se vota la prohibición de las armas de asalto? Porque la industria pone mucho dinero en las campañas”, analiza Estévez.

¿Qué lleva a estos jóvenes a planear estos ataques?

Hay otra derivada que preocupa. Entre 2019 y 2021 el número de muertes de niños y adolescentes por armas (incluyendo homicidios, suicidios y accidentes) aumentó casi un 50%, pasando de los 1.732 a los 2.590, como recoge una investigación del Pew Research Center con datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). 

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En algunos de los últimos tiroteos en Estados Unidos, eran precisamente jóvenes los que empuñaban las armas. Así fue en el caso de un antiguo alumno de un colegio de Tennessee a finales de marzo, en el de un joven de 22 años en Colorado en noviembre o en el de un adolescente de 15 años en Carolina del Norte en octubre, como recoge AP. De hecho, los colegios y los institutos han tenido que adaptarse y han creado protocolos específicos para saber cómo actuar en caso de tiroteo, condicionando la experiencia de los alumnos en las clases. 

¿Qué les lleva a hacer eso? Hay varios factores. Por un lado, “los adolescentes, por edad, tienen menos capacidad de autocontrol que los adultos”, explica Gutiérrez. Pero, además, “en la mayoría de estados en los que los mayores de edad pueden tener armas, hay muchas familias que las tienen en casa, así que ni siquiera necesitan falsificar un carné de identidad para conseguir una; con cogerla del armero de papá es suficiente”.

La masculinidad tóxica o el odio hacia determinados colectivos también tienen mucho que ver. “La mayoría de los autores son hombres con unos ideales de hombría que combinan misoginia y una idea del honor masculino que tiene que ver con que los hombres de verdad deben ser fieros y usar la violencia para disuadir las faltas de respeto”, apunta Estévez.

Esto les lleva, en muchos casos, a tener la necesidad de lanzar “un mensaje de grandiosidad” para dar a conocer sus ataques. El joven de Kentucky, por ejemplo, llegó a retransmitir el tiroteo por Instagram, aunque Meta (el grupo propietario de la red) ya ha eliminado el directo, como explica Associated Press. En los últimos años, pese al endurecimiento de sus políticas sobre contenido violento, estos vídeos siguen saltándose todos los controles.

Los problemas de salud mental en la población estadounidense o factores de “estrés económico (la pérdida del trabajo, la inestabilidad en materia de vivienda o la dificultad para cubrir gastos diarios)” también han influido en el incremento de muertes provocadas por armas de fuego, según un análisis del CDC.

Los sistemas de alerta temprana, claves para prevenir los ataques con armas en escuelas de Estados Unidos

En el caso de las escuelas, la asociación contra la violencia con armas Sandy Hook Promise elaboró un decálogo para detectar las señales de advertencia en el comportamiento de los alumnos, como señalan desde Amnistía Internacional. Habla de aspectos como “la soledad crónica o el aislamiento social, el acoso (especialmente si está dirigido a las diferencias de raza, religión, sexo u orientación sexual), la expresión de pensamientos recurrentes de hacerse daño a sí mismos o a otra persona o jactarse de tener acceso a armas”.

“En Estados Unidos cada vez está más extendido el uso de sistemas para monitorizar a determinados alumnos. Permiten a las instituciones educativas crear canales para identificar comportamientos de riesgo y ver si algo está yendo mal (perfiles violentos, acoso escolar, agresiones a compañeros, actos vandálicos, etc)”, señala Gutiérrez.

Fuentes