La lista de aplicaciones que pagan dinero a los usuarios por realizar actividades cotidianas como andar o correr es extensa y acumulan decenas de miles de descargas. Pero, ¿cómo se monetizan estas apps para poder pagar dinero a sus usuarios, que además no desembolsan nada por utilizarlas?
“Si no pagas, el producto eres tú”. Para utilizar estas apps, el usuario debe instalársela, registrarse y utilizarla durante días para generar ingresos proporcionando sus datos personales, señala a Newtral.es Miguel Recio, profesor de derecho y protección de datos en la Universidad CEU San Pablo. En muchos casos, estas compañías recopilan y aprovechan esos datos, que luego son vendidos o transferidos a terceros, como se puede comprobar en sus avisos legales. Si, además, hay publicidad dentro de la app, “podría ser otra forma de obtener beneficios porque el usuario será un target más para los anunciantes”.
- “Aunque parezca que estas aplicaciones están incentivando a que la gente haga deporte, lo que realmente están haciendo es ganar dinero vendiendo a terceros grandes cantidades de datos generados por humanos”, explica a Newtral.es Joaquín Rodríguez, profesor del departamento de Derecho Público y Ciencias Histórico Jurídicas de la Universidad Autónoma de Barcelona.
¿Cómo funcionan estas apps? Las apps que pagan por andar como WeWard, SweetCoin o la española Macadam, por citar las más populares, funcionan de manera similar. Tras registrarse con los datos personales, el usuario puede elegir entre distintas opciones de uso y de retribución.
Por ejemplo, WeWard rastrea cada paso que das y en función de la distancia te proporciona unos puntos (o wards, cada aplicación utiliza una moneda diferente) que tienen una traducción en dinero (30.000 pasos equivale a un euro, por ejemplo). Es decir, cuántos más pasos (cuánto más se utilice la app), más dinero. Además de cobrar el dinero directamente en la cuenta del banco, es posible utilizarlo para comprar en tiendas online como Amazon, AirBnb y otras plataformas.
“Estas apps funcionan a partir de sensores del teléfono (como el GPS o el acelerómetro) que permiten registrar la actividad física”, explica a Newtral.es Iván Portillo, responsable de Inteligencia y Defensa de Vodafone Business y docente de la Universidad Nebrija. “A cambio, ofrecen recompensas como por ejemplo dinero, puntos o tokens, y monetizan estos datos mediante anuncios personalizados, venta de datos no personales o acuerdos con marcas interesadas en estos perfiles de usuario”, añade.
Además, avisa, estas apps pueden seguir recopilando datos incluso cuando no están abiertas. “Esto puede ser necesario para algunas funciones como registrar pasos durante todo el día, pero también implica que la aplicación puede estar recopilando información en segundo plano”, precisa Portillo.
¿Qué dice su política de privacidad? Para utilizarlas, el usuario debe aceptar la política de privacidad. A lo largo de este documento, las compañías detallan los tipos de datos que tratan, todos datos generados por humanos como la geolocalización, la actividad física, la identificación, datos de los pasos registrados por el móvil hasta 12 meses antes de instalarse la app o el historial de lugares visitados, entre otros. La política de privacidad también indica el uso que dan a estos datos para el “buen funcionamiento” de la app, pero también para ser transferidos a “socios publicitarios con fines de publicidad dirigida” o a “terceros” como “proveedores de análisis”.
- WeWard: “Trabajamos con terceros (comercios locales, redes publicitarias, proveedores de análisis, plataformas de afiliación) que pueden proporcionarnos o recibir información sobre usted”.
- SweetCoin: “Trabajamos con terceros de vez en cuando (socios comerciales, subcontratistas en servicios técnicos, de pago y entrega, redes publicitarias, proveedores de análisis y proveedores de información de búsqueda que pueden proporcionarnos información sobre usted)”.
- Macadam: “No transferiremos sus datos a terceros, a menos que sea necesario para la prestación de los Servicios contratados, como usuario nos haya dado su consentimiento explícito, cuando se nos solicite por una autoridad competente en el ejercicio de sus funciones conferidas por la ley o si estamos obligados por ley”.
Desde Newtral.es nos hemos puesto en contacto con las empresas que gestionan estas aplicaciones para preguntarles por los detalles de su política de privacidad, pero por el momento, no hemos recibido respuesta.
¿Qué aceptamos al “aceptar los términos” de estas apps? El usuario otorga su consentimiento legal para que la aplicación recopile, almacene y, en algunos casos, comparta datos sobre su comportamiento, destaca Portillo. “Esto puede incluir información como la ubicación, hábitos de navegación, intereses, así como datos técnicos del dispositivo” (como el modelo o la marca).
- Estos datos se utilizan tanto para el funcionamiento del servicio como para fines comerciales, como la personalización de contenidos o la publicidad dirigida. “Aunque muchas personas aceptan sin leer, es importante tener noción de qué información se está autorizando y con qué finalidad será utilizada”, aconseja el profesor de la Universidad de Nebrija.
¿Cuáles son los riesgos? Estas aplicaciones pueden ser seguras siempre que las empresas responsables implementen buenas prácticas de ciberseguridad y sean transparentes en el manejo de los datos, informa Portillo. “Sin embargo, también presentan riesgos, como el uso excesivo de permisos, la recopilación de información personal que no es estrictamente necesaria o la posibilidad de sufrir brechas de seguridad que expongan datos sensibles”.
- Para el experto, uno de los problemas más comunes de estas apps es la “falta de claridad sobre el uso real de la información recopilada”, lo que puede dar lugar a usos indebidos.
El valor de los datos generados por humanos. Actualmente, “se necesitan grandes cantidades de datos orgánicos para nutrir algoritmos, para nutrir sistemas de inteligencia artificial”, argumenta Rodríguez.
Por tanto, lo que está emergiendo es una “economía de los datos” en la que los datos que entregan los usuarios al utilizar este tipo de apps funcionan como una materia prima. Cada vez que se lanza o se impulsa una nueva tecnología —ya sea un asistente virtual, un sistema de recomendación o una plataforma predictiva— surge una demanda renovada por este tipo de datos. Sin embargo, a diferencia de los datos sintéticos, los datos orgánicos no son infinitos ni fáciles de obtener: su generación depende de la vida cotidiana de las personas y, muchas veces, de su consentimiento.
- Esto genera un fenómeno particular: una escasez estructural de datos orgánicos. A medida que más actores compiten por acceder a ellos —empresas tecnológicas, gobiernos, laboratorios de investigación—, estos datos se convierten en un bien escaso y, por tanto, muy valioso.
- En este contexto, comprender el valor y la dinámica de los datos generados por humanos no es solo una cuestión técnica, sino también política y económica. Su escasez relativa frente a la creciente demanda los posiciona en el centro de los debates sobre el futuro de la inteligencia artificial y de la sociedad digital en su conjunto. “Cuando se proveen puntos de información personales, se generan vulnerabilidades ante la manipulación y las fake news”, explica el experto de la UAB.
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