Quizás salgas estos días a cazar alguna perseida u otra estrella fugaz. Y lo que te traigas de vuelta sea una luz desconcertante moviéndose por los cielos oscuros. Mientras contábamos las olas, las agencias de inteligencia desclasificaban conversaciones de pilotos con ‘encuentros ovni‘. Pero la NASA, en un intento por desdramatizar el asunto, ha comenzado una campaña para tratar de explicar científicamente qué puede ser (y qué no) aquello que no vemos o percibimos al alzar miradas o (radio)telescopios.
Sólo en los últimos dos años, hemos recibido extrañas señales extraterrestres que aún somos incapaces de descifrar. No tienen nada que ver con ovnis, puesto que no son objetos voladores por nuestra atmósfera, sino mucho más lejanos. Emiten en forma de radio (como lo hacen casi todas las estrellas). En 2021 se presentó una muy característica procedente del centro de la Vía Láctea, a 25.800 años luz.
Una fuente de radio no identificada que parpadea durante semanas y de repente se oscurece, un patrón que no coincide con ningún objeto espacial conocido. Un descubrimiento que se parece en algunas cosas al de Jocelyn Bell, en el verano del 1967, cuando obtuvo pruebas de un nuevo tipo de ‘estrella’ periódica, como un faro que gira su luz en los cielos oscuros, que llamaron ‘púlsar’.
Hemos aprendido que esto, más que paranormal, es ‘normal’ en un universo del que desconocemos tanto. Pese a que a aquella señal extraña Bell la bautizó inicialmente como LGM1 (Little Green Man, Hombrecillo Verde), no sin ironía.
Satélites y luces de las ciudades amenazan la ciencia que depende de los cielos oscuros
Explica en este capítulo de Mientras contábamos las olas José María Madiedo (IAA-CSIC) que ya queda poco por descubrir a simple vista, según alzamos nuestra mirada a los cielos oscuros en verano. Quizás, hace medio siglo no era tan difícil tal y como narra –también en este pódcast– la propia Jocelyn Bell, que visitó el Planetario de Madrid el pasado octubre. La astrónoma recuerda cómo, antes de descubrir los púlsares, una joven piloto que visitó su observatorio era capaz de ver una estrella que lanzaba ráfagas periódicas, no explicables. Sin duda, estaba ante un púlsar antes de que existieran los púlsares.
Hoy basta con que salgamos a explorar los cielos oscuros para que nos encontremos decenas de lo que llamaríamos ‘ovnis’ si nuestra cultura aeronáutica y astronómica no está entrenada. Madiedo cree que lo más extraño que podríamos encontrarnos es un cometa, que no siempre está ahí. O, moviéndose, satélites, sobre todo tras el atardecer o antes del amanecer. Hay ya demasiados y todos se terminan convirtiendo en chatarra espacial que enmaraña las vistas.
Pero, una vez más, para eso hacen falta cielos oscuros. El reciente decreto del gobierno para el ahorro energético ha traído consigo un apagado de escaparates y edificios. Poco se notará entre la comunidad astronómica, que reclama reducir la contaminación lumínica, abandonar las farolas led azuladas, de reciente incorporación y recortar los horarios de encendido, como explica Alejandro Sánchez (UCM) en este episodio. O, dicho de otro modo, que se cumpla la normativa, puesto que desde 2008 es obligatorio limitar el tiempo y tipo de iluminación tanto ornamental como vial.
¿La contaminación lumínica está oscureciendo nuestros futuros hallazgos? ¿Lo hacen constelaciones de satélites como las StarLink de Elon Musk que vemos, de vez en cuando, como trenes de luces rasgando los cielos oscuros? Lo hablamos con Andrés del Pino (Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón y Mireia Montes (Instituto de Astrofísica de Canarias), que trabajaron en el nacimiento de estrellas y la materia oscura mientras contábamos las olas.
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Derroche luminoso en la gran ciudad
Mientras contábamos… la sexta ola
Los Reyes Magos tendrían hoy difícil llegar a Belén. La ciudad palestina, como casi todas las del mundo, ha perdido sus estrellas. Las luces led que serpentean por árboles y calles roban cielos limpios y, según distintos colectivos astronómicos, ahora más que nunca. Sencillamente, porque hemos elegido los colores incorrectos.
En este vídeo de El Objetivo te explicamos por qué las nuevas luces led, que son tan eficientes, son tan contaminantes lumínicamente cuando las elegimos de colores fríos, como está ocurriendo en los alumbrados navideños o las nuevas farolas de la calle, frente a las anaranjadas tradicionales.
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