La humanidad se enfrenta a un dilema de escalas geológicas. Entrar o no en una nueva ‘época’. La del Antropoceno. Después de unos 11.000 años, resulta que los humanos hemos provocado transformaciones tan profundas y, seguramente irreversibles, en nuestro planeta que hemos dejado una marca difícilmente borrable en la geología planetaria.
En este episodio de ‘Tampoco es el fin del mundo’, nos vamos a un peculiar lago de Canadá que acaba de ser elegido como la zona cero del Antropoceno. En sus profundidades hay una especie de ‘upside down’ como el de la serie ‘Stranger Things’, con motitas blancas flotantes según nos adentramos en sus profundidades. Y que se depositan en una lámina que desde 1950 es diferente a todo lo anterior. Es la era del plutonio y el carbono de la industrialización y la guerra (fría). ¿El legado fósil que dejaremos a una posible civilización alien que visite la Tierra dentro de un millón de años?
Algunos geólogos llevan tiempo planteando que vivimos en el Antropoceno, una nueva era geológica en la que la actividad humana se ha convertido en la influencia dominante sobre el clima y el medio ambiente del planeta, sobre todo, desde mediados del siglo pasado.
El Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno ha anunciado en Lille (Francia) que Crawford, ha ganado con el 61% de los votos. Pero ahora, tres organizaciones geológicas deben aprobar la elección para que se convierta en el marcador oficial y, definitivamente, la Geología pueda decir que hemos entrado en una nueva época (que no ‘era’).
Del envoltorio de un polo flash en Murcia, al plutonio: los otros marcadores del Antropoceno
El Antropoceno puede o no terminar siendo una época geológica. La comunidad científica discute ahora si será lo suficientemente perdurable nuestro rastro, como para que dentro de decenas de miles de años, cuando alguien encuentre estratos de nuestra época, pueda ver que hubo un tiempo en que la Tierra fue distinta por nuestra acción.
Cultural y ecológicamente, no hay dudas alrededor del Antropoceno (en el siglo XIX se hablaba de Antropozoico). Hemos llenado el mundo de infraestructuras, colmado el aire de carbono y metano no naturales y los océanos de plásticos y microplásticos –que también se evidencian en el lago Crawford–.
Un caso muy llamativo es el del envoltorio de un polo flash con fecha de caducidad impresa de 1989 que apareció casi intacto entre la basura pesquera de Cabo de Palos de 2014 que analizó el joven investigador Santiago García-Rivera.
En este capítulo de ‘Tampoco es el fin del mundo‘ contamos su historia. Y el testimonio e investigaciones de Francine McArthy (Universidad Brock de Canadá), que investigó en el lago Crawford; Ethel Eljarrrat (experta en plásticos, directora del IDAEA-CSIC); la estudiosa en quema de biomasa Carmen Bedia (IDAEA-CSIC); la codescubridora de unas bacterias únicas que hay en el Titanic Cristina Sánchez Porro (Universidad de Sevilla); el investigador de la biodiversidad de Chernóbil Germán Oriazola (Universidad Oviedo) y las entrevistas con el geólogo y divulgador Nahúm Méndez y la paleoantropóloga Elen Thomas (a quien puedes leer en: La descubridora de un cambio climático anterior a la humanidad: “El negacionismo es como rechazar que si saltas por una ventana te caes”).
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