Sabemos que los hielos del ártico y la Antártida se derriten a gran velocidad en las últimas décadas. Pero esta vez hemos tenido una llamativa foto fija del origen de este fenómeno. Los termómetros han batido récords invernales en el norte y veraniegos en el sur. Una ola de calor polar ha disparado los registros hasta 40ºC por encima de lo normal en la estación Concordia. Fue el 18 de marzo.
Paralelamente, en el otro lado del globo, el ártico se había disparado días antes hasta 30ºC de más respecto a la temperatura esperable para esta época del año. En concreto, 3,9ºC en la isla de Hopen y 5,5ºC en Ny-Alesund, en la isla de Spitsbergen. En Hopen, el pico precedente estaba en 3,6ºC. En Ny-Alesund, el récord estaba en 5ºC. Temperaturas esperables en casi cualquier ciudad del interior de España estos días. No en el ártico.
Las condiciones de ‘ola de calor’ polar sobre la Antártida vinieron impulsadas por un río atmosférico extremo. Un estrecho corredor de vapor de agua flotando en la costa este. La humedad excesiva del río atmosférico fue capaz de retener grandes cantidades de calor. Eso es inhabitual en un continente eminentemente seco. En el norte el fenómeno puede haber sido similar.
El norte, más susceptible a olas de calor
Como explicaba a Newtral.es el climatólogo de AEMET Juan Jesús González-Aleman, el hemisferio norte tiende a retener más calor, tiene una mayor superficie de tierra firme, frente “al sur, que es eminentemente oceánico”. El océano “es un termorregulador”, añadía aquí la experta Anna Cabré.
Ya hemos alterado irremediablemente algunas de las piezas de este equilibrio térmico, como Groenlandia. La idea de desequilibrio es la que quizás mejor ilustre lo que la emergencia climática depara, más que un episodio concreto de frío o de calor. Es decir, extremos más pronunciados y bruscos. Tan pronto es ‘primavera’ en invierno, como refresca en verano, o se dan ‘gotas frías’ a destiempo.
Las aguas y hielos árticos y antárticos están sufriendo más que ningún otro sitio los aumentos de temperatura, “al perderse hielo y color blanco, queda agua azul oscura, no puede reflejar tan fácilmente la radiación del Sol”. Así que, a su vez, hacen peor su trabajo para mantener los mercurios a raya. Efecto bola de nieve... derretida allí, tempestuosa en nuestras latitudes.
Las olas de calor polar tienen más efectos en nuestras latitudes
Estos +40º extra en la Antártida pueden sonar alarmantes. Son de récord, es cierto. Pero las olas de calor en el sur, alternada con episodios de mucho frío, son más habituales. En el en el norte, el calor inusual en los inviernos sí parece vincularse claramente con la emergencia climática.
Según los equipos de clima de la NASA, los episodios de calentamiento “se están volviendo más frecuentes y duraderos. Un estudio, publicado en Geophysical Research Letters, , muestra que desde 1980, se están produciendo seis eventos de calentamiento adicionales cada invierno en la región del Polo Norte.
A veces, los termómetros van más allá de los 10 grados negativos. Pero la investigación demuestra que “se dan seis picos extra de calor en invierno en la región del polo norte cada año desde 1980”. Las ‘olas de calor’ han pasado de poco más de dos días a más de dos días y medio en menos de 40 años.
Estas olas de calor son particularmente dañinas porque se dan en la época en que se forma la nueva capa de hielo anual. Este año, la extensión de hielo se muestra por debajo de la media en los mares de Barents y Ojotsk. Esto “acelera los efectos del calentamiento global”.
Es un aumento de temperatura muy preocupante. La masa de hielo sobre la Antártida alcanza más de 3 kilómetros de profundidad. El perfil de temperatura suele variar de entre los -50ºC en superficie a casi 0ºC en profundidad, en el contacto del hielo con el lecho rocoso del continente. Es el calor de la tierra el que hace que la temperatura del hielo alcance casi su punto de fusión en la base.
La cuestión es si este episodio de ‘ola de calor’ es muy puntual o no. Porque “un aumento de temperatura en superficie tan grave implicaría un aumento brutal también de la temperatura del hielo en la base”, valora María Gema Llorens (Departamento de Geología de la UAB). ”Toda esa agua fundida en la base favorecería el deslizamiento del casquete polar hacia el océano, produciendo una gran aceleración y una llegada masiva del hielo”, precisa en el SMC de España.