Las amputaciones de Putin un año y un día después

Un trabajador exhuma un cadáver de una fosa común cerca de la Iglesia de San Andrés y Todos los Santos, en Bucha. Foto: EFE / Oleg Petrasyuk
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Tiene la cabeza recostada sobre el brazo derecho y una manta gris cubre el resto de su cuerpo. Un gotero cuelga del otro lado. Una bolsa reposa a los pies de la cama acumulando la sangre que aún supura de la herida. Tiene 49 años y tres hijos. Y una mirada imposible de describir. Los rusos entraron en su región el 24 de febrero de hace un año. Y dos días después se fue al frente voluntariamente. Ha estado allí 11 meses. Hace tres semanas fue herido. 

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La metralla le atravesó el cuerpo que ahora intenta recomponer en uno de los hospitales militares de Kyiv. Cuando entramos en la habitación descubre la manta gris. Y se señala la pierna mutilada. No dice nada. Solo mira fijamente la venda que cubre el muñón. El silencio se rompe levemente con un sollozo de su mujer. Le acompaña desde que llegó aquí. Su melena rubia se empapa con las lágrimas explicando cómo ocurrió. Cuenta cómo tuvieron que mandar a los niños con otros familiares al saber que la guerra había empezado. 

En la habitación contigua, un chaval de 22 años presenta heridas todavía más graves. Su torso tiene aún la carne abierta y ha perdido un brazo desde el hombro. En su mirada se ve aún el miedo de lo que vio y no ha podido contar con detalle todavía a los suyos. Y así una habitación tras otra, por el pasillo verde por el que circulan enfermeras con mascarilla sin inmutarse cuando las alarmas suenan advirtiendo de un posible peligro. Son cientos de miles los hombres y mujeres amputados por Putin y por su ansia imperialista, disfrazada por un discurso de libertador que casi nadie cree.

La imagen real de esta invasión dentro del hospital es tan cruda que tuve dudas de emitir lo que habíamos grabado en esas habitaciones para las conexiones, en directo, que estamos haciendo estas dos semanas en La Sexta desde Ucrania. Pero ellos y sus familias nos piden que lo hagamos. Creen que solo mostrando la verdad desnuda de la guerra se puede hacer entender al resto de países por qué necesitan ayuda y armas. Por eso las autoridades locales de Bucha han colocado en el interior de la Iglesia de San Andrés una serie de fotografías que cuesta mirar. Una de ellas podría ser el descendimiento de la cruz. Pero es uno de los cuerpos recuperados de la fosa común que se encontró en la parte trasera del templo cerca del cual los rusos mataron a casi 500 vecinos.

Hospital de Guardia de Fronteras

Por eso el gobierno de Zelenski recibió ayer a la prensa internacional en la rueda de prensa del aniversario con las imágenes más duras de este año en las paredes del pasillo de camino a la sala donde iba a hablar el presidente. Y por eso los alcaldes de Kyiv y de otras ciudades han colocado en lugares visibles restos de vehículos aplastados, tanques y muros con metrallas. Que el mundo no olvide que aquí la guerra sigue. Un año y un día después las bombas siguen cayendo. Y mientras escribo este texto vuelven a sonar las alarmas en la capital por segunda vez en un rato. Y vuelve a sorprendernos cómo esta gente se ha acostumbrado al miedo a morir. Cómo siguen con su vida un año y un día después de ver llegar a los rusos.

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Masha les vio entrar en su pueblo, Sukachi, a finales de febrero de 2022. Un año después nos cuenta que bajó con toda su familia a un pequeño refugio bajo tierra. Once personas hacinadas en el lugar en el que hasta hace días guardaban la mermelada. Escuchando los tiros en la calle, rezando para que las paredes dejaran de temblar por el paso de los tanques sobre ellos. Masha se rompe en mitad del relato al recordar cómo su hija protegió con su cuerpo a su nieta de tres años. 

Recupera el aliento para explicar que su marido se quedó bloqueado allí dentro. Se quedó sin habla cuando pensaron que el techo se hundía sobre ellos. Y fue ella quien tiró de todos para salir. Sobre sus hombros, el peso de la supervivencia de toda la familia. “Salgamos ahora”, les dijo. Y todos la siguieron. Entre explosiones y disparos. Ahora pueden contarlo. Es la realidad de la guerra de Putin contra Ucrania un año y un día después. Hombres y mujeres asesinados, mutilados, civiles torturados y atemorizados que resisten a pesar de todo. A pesar de quienes les niegan la ayuda y les piden que capitulen y olviden la mirada de una nieta de tres años. Que olviden su propio cuerpo en carne viva y el muñón ensangrentado.

1 Comentarios

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  • Es una guerra contra un país hiperpoderoso, es imposible ganar por la vía armada.