Corrían los años ochenta cuando un Pablo Escobar enriquecido por el narcotráfico se encaprichó con los hipopótamos, una especie del todo ajena a América Latina. Se hizo con tres ejemplares, dos hembras y un macho. Pues bien, cuatro décadas después, los hipopótamos campan a sus anchas por parte de Colombia. Son descendientes de aquellos ejemplares de Escobar, que escaparon de la Hacienda Nápoles, su particular ‘narcosantuario’. Este es un ejemplo muy gráfico (aunque no el más grave) del impacto de las especies exóticas invasoras en los ecosistemas.
Escobar fue uno. Pero los viajeros internacionales, millones. El aumento de los desplazamientos en avión, desde 1970, ha sido clave en la proliferación de especies ‘alien’. Y cuando llega una invasión, la salud humana también se resiente.
Este lunes, la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Ecosistemas de la ONU (IPBES) –un instrumento similar al IPCC del clima– ha presentado su último Informe de Evaluación sobre Especies Exóticas Invasoras y su Control, con un dato demoledor: el 60% de las extinciones registradas tienen que ver con la introducción de especies exóticas invasoras por humanos, ‘aliens’, por su nomenclatura en inglés. En concreto, el 16% de las especies borradas para siempre del mapa seguirían en el planeta si no fuera porque alguien introdujo un competidor animal o vegetal que acabó con ella o su ecosistema.
La proliferación de especies invasoras exóticas también afecta a la salud humana. En particular, a las comunidades que más dependen de la naturaleza. En algunos casos, se introdujeron en busca de algún beneficio (como con ciertos cultivos), pero al final salió mal. En otros casos, de forma involuntaria o impulsada por el cambio climático, como ocurre con mosquitos ligados a enfermedades, que empiezan a proliferar en nuestras latitudes, que les son ajenas en origen.
El informe, presentado este lunes, pone sobre la mesa otras cifras: las actividades humanas han introducido más de 37.000 especies exóticas en regiones de todo el mundo. La investigación revela que 3.500 de ellas son invasoras nocivas que a menudo son ignoradas hasta que es demasiado tarde.
Tras cuatro años de trabajo, 86 expertos de 49 países han analizado unos 13.000 estudios científicos. “Las personas y la naturaleza estamos amenazadas por especies exóticas invasoras en todas las regiones de la Tierra y sus efectos están aumentando rápidamente (…) incluso sin la introducción de nuevas especies”, explican. En todo el mundo, implica unas pérdidas o gastos cada año de 423.000 millones de dólares.
De la malaria por mosquitos al jacinto de agua que asfixia a ríos y lagos
Un ejemplo de especie exótica invasora en España es el jacinto de agua o camalote. El jacinto de agua es natural del Amazonas, pero prolifera en el río Guadiana y Guadalquivir desde hace unos pocos años. Es algo insólito y único en Europa, donde en su tramo medio, prolifera una variedad muy agresiva. En 2018 y 2019, se tuvo que movilizar a la Unión Militar de Emergencias para tratar de arrancar miles de toneladas de este vegetal. El camalote encabeza también la lista de las especies invasoras con mayor número de impactos negativos documentados.
Otra especie invasora típica en el Mediterráneo es la lantana (o ‘bandera’). Introducida con la mejor voluntad por su belleza, servir de alimento a mariposas, su uso antimicrobiano, etc., ha terminado por robar la luz y el espacio a vegetación autóctona. Se reproduce sin control y genera unos químicos tóxicos que debilitan a cuanto crece alrededor.
En un encuentro con medios organizado por el SMC de España, Aníbal Pauchard (Universidad de Concepción e Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile), copresidente del informe, ha explicado que uno de los aspectos más destacables es la amenaza que para la salud (‘una salud’, humana y animal) implica la llegada de mosquitos transmisores de enfermedades como la fiebre del Zika o del Nilo Occidental. En el informe se destaca el género Aedes, extendido en España en los últimos años. Tras ese nombre están los albopictus (mosquito tigre) y Aedes aegypti (del que se han visto ejemplares aislados).
“El 85% de los impactos afectan de forma negativa a la calidad de vida de las personas”, explica. “Las especies que infligen daños difieren de un lugar a otro, pero estamos hablando de riesgos y desafíos con raíces globales pero impactos muy locales. Y se trata de impactos a los que se enfrentan personas de todos los países, de todos los orígenes y en todas las comunidades: incluso la Antártida se está viendo afectada”.
En España, el MITECO actualizó en 2020 el catálogo de especies exóticas invasoras, con 198 especies de animales, vegetales, hongos y algas.
Con la emergencia climática, el impacto de las especies invasoras será peor
La copresidenta del IPBES, Helen Roy, prevé que empeoren los principales factores de cambio y sus efectos negativos. Además, “también es probable que la aceleración de la economía mundial, la intensificación y expansión de los cambios en el uso de la tierra y del mar, así como los cambios demográficos, provoquen un aumento de las especies exóticas invasoras en todo el mundo. Incluso sin la introducción de nuevas especies exóticas”.
Por ejemplo, las plantas exóticas invasoras pueden interactuar con el cambio climático. Es el caso de los incendios, que pueden ser más intensos y frecuentes, liberando aún más dióxido de carbono a la atmósfera.
“218 especies exóticas invasoras han bastado para acabar con 1.200 especies autóctonas”, apunta el coautor Pauchard. Pero esto se puede frenar con voluntad política. El informe considera que las medidas de prevención como la bioseguridad fronteriza y los controles estrictos de las importaciones han funcionado en muchas ocasiones. Se erradicó la chinche apestosa en Asia austral, la rata común en la Polinesia Francesa o el conejo europeo en la misma región.
En la misma línea, Pauchard cree que son importantes las campañas de concienciación entre la ciudadanía. “Hay animales, por ejemplo, que nos resultan carismáticos”, explica. Y, además de generar un mercado, pueden provocar rechazo a su erradicación, explica a preguntas de Newtral.es sobre la presencia de aves exóticas invasoras establecidas en las ciudades de España, como las cotorras argentinas. “Es necesario un diálogo con la sociedad” a la hora de tomar medidas, concluye.

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