Detrás de la red

Algoritmos y redes sociales: El caso de Twitter

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SHUTTERSTOCK
Tiempo de lectura: 6 min

Existe una leyenda negra sobre una especie de entidades mágica e irreales que son responsables de los todos los males en las redes, y a la que nombramos continuamente acusándolas de lo peor: los algoritmos. Pero ¿realmente sabemos lo que son?

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Un algoritmo no es más que un conjunto de instrucciones para resolver un problema, o tomar decisiones. No le den más vueltas. Los hay mejores y peores. Pero son ante todo eso. La leyenda está justificada porque no son públicos ni transparentes. Esto es debido, como verán, a que el conocimiento de ellos otorgaría un poder y ventaja a quienes saben sus detalles sobre el resto de usuarios, y por supuesto competidores.

Los algoritmos en redes sociales son empleados para calificarnos, entre otras cosas. Calificarnos en el sentido de ponernos nota, como en el colegio. ¿Por qué? Bien, la explicación más simple es que la publicación del contenido en las redes, en este caso de los tuits, no es democrática. No lo es porque sería inviable presentar un time line, todos los tuits que vemos en nuestras cuentas, en tiempo real, es decir, según fueran apareciendo.

Si nosotros seguimos a unas pocas personas sí lo podemos hacer, puesto que se supone que el volumen de contenido que tendríamos a la vista sería el de:

Información=personas x tuits

Pero esto en personas que siguen a miles de otras personas multiplica la cantidad de información exponencialmente. Por tanto, se recurre a que sea un algoritmo, una fórmula, la que decida qué es relevante y quién es relevante para presentar dicha información.

El algoritmo de Twitter y el contenido destacado

Quizás la evidencia del uso de estos mecanismos lo tengamos permanentemente presente. El orden en que se presentan los tuits, ya sea cronológico o “destacado”, las dos opciones que nos da Twitter, es el resultado de unos algoritmos. Y no es una decisión tan ligera. Hay que tener en cuenta que un contenido cronológico tiene “más trabajo” para quien lo elige. Ese trabajo, si nos decantamos por esa opción cronológica,  nos llevará a seleccionar muy bien que personas o medios o instituciones queremos leer y recibir su información, puesto que si no el resultado será muy pobre. 

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La otra opción, la de “destacados”,  tiene el riesgo de que la información que recibamos esté totalmente dirigida por terceros, que interpretaran a su libre albedrío que es lo “interesante” o de “calidad” para nosotros.

Es claro que a esa “fórmula” que nos juzga a nosotros y nuestros contenidos se le añaden los parámetros y valores que la plataforma considere necesario para conseguir algunos efectos que se traducen siempre en un beneficio económico. Más allá de si un tuit es publicidad, o está promocionado mediante un previo pago, lo cual debe ser siempre señalado como tal. Me refiero a que la transformación de ser un medio a un gestor de contenido, con línea editorial más o menos automatizada, tiene una frontera muy difusa. 

Los contenidos que nos surgen y se nos presentan, o las cuentas de personas, empresas o instituciones como atractivas, son susceptibles de ser beneficiadas o perjudicadas simplemente por una decisión empresarial. Y las decisiones empresariales pueden ser a su vez dirigidas a través de presiones, pagos, etcétera.

El algoritmo de Twitter y cómo calcula la relevancia

De hecho, el papel de esas decisiones siempre está presente. Son las que rigen qué información debemos ver. En su forma más benigna nos ayudará eliminando spam o tuits repetidos por varias personas. La que más impacto tiene en nosotros es la que calcula la relevancia de algo y nos lo muestra, aunque no sea la información más reciente. No es una democracia.

La relevancia, y el cálculo de ella, es lo más importante para una red social. No olviden que el objetivo de ellas es que pasemos cuanto más tiempo mejor, y además conectados con otras personas que hacen lo mismo. Esto, la relevancia, es lo que hace que si usted y yo seguimos a las mismas personas y recibiéramos los mismos tuits no tengamos resultados gemelos en nuestras cuentas. La razón es que ante la misma información usted y yo no actuamos igual. No hacemos retuit a los mismos tuits, ni contestamos a las mismas personas, ni damos me gusta a los mismos contenidos. Todo ello se tiene en cuenta para la próxima entrega que nos hagan.

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Estas empresas como Twitter manejan todo en base a dos términos que seguramente no conozcan: Shadow ban y deboosting. A pesar de que Twitter siempre negó el uso de ellos son, una vez más, evidentes. El shadow ban consiste en la ocultación de una persona o su contenido en las búsquedas, presentación, etcétera. Una especie de suspensión, pero sin la evidencia de que uno está fuera de juego. El deboosting es menos evidente aún. Consiste en bajar la relevancia de algo o alguien simplemente por una decisión de esa red social. Alguien que consiguió una puntuación alta como “relevante”, y los “privilegios” que conlleva, es así “defenestrado”. Y con él su contenido.

¿Cuáles son esos privilegios? ¿Cómo se consiguen? Pues a través una vez más de un algoritmo de Twitter. Si usted y yo tenemos el mismo número de seguidores, escribimos 100 tuits, y usted consigue una media de 10 retuits por esos 100, y yo 5, la red social le declarará ganador y más relevante que yo.

Por qué no interactuar con la provocación

Llamo su atención, si han leído detenidamente, sobre el por qué muchas veces la interacción con personas y tuits que se enfocan en determinadas ideologías e ideas sobre el odio NUNCA deben ser contestados, retuiteados, o interactuados. Lo mismo vale para los trending topics o hashtags de esas temáticas. Hacer eso les hace “ganadores” y “relevantes” para los algoritmos. Quizás entiendan ustedes una de las causas por las que el odio se ha extendido tanto en las redes. Se busca eso, precisamente. Y muchas veces se lo regalamos.

Por último (no quiero aburrirles más), les diré algo que me preguntan mucho:. ¿Tal o cual red favorece a esta ideología o la contraria? ¿Son los algoritmos de derechas o de izquierdas?Mi respuesta es la misma: Un algoritmo solo tiene en cuenta que la red social en la que se utilice tenga una mejor cuenta de resultados ese trimestre. Es pasta. Una empresa no tiene corazón, tiene bolsillo.

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3 Comentarios

  • Tengo configurados tanto en Twitter como Facebook para ver los mensajes en orden cronológico.
    ¿Peñazo? Sí. Pero te libras del algoritmo.
    De vez en cuando los miro por relevancia, por curiosidad, para ver qué me ofrece la plataforma.
    Una de las consecuencias beneficiosas es que terminas sí o sí siguiendo a menos cuentas.

  • De esto me quejo yo en mi cuenta de Twitter.
    Ya la tengo shadowbaneada, de hecho. Y como dice el otro usuario, quien más dinero tiene controla el discurso de las redes sociales y por lo tanto la realidad.
    Facebook es menos extremo en esto, mientras Twitter se convierte en instrumento de las mafias.

  • Bien explicado aunque falta puntualizar, a mi modo de ver, que la ideología la tienen quiénes construyen los algoritmos, los que quieren pasta ante todo y sobre todo