Alex Mahadevan, director de Mediawise: “La alfabetización mediática funciona contra la desinformación”

Alex Mahadevan y Brittani Kollar, de MediaWise (M. Gonzalo)
Alex Mahadevan y Brittani Kollar, de MediaWise (M. Gonzalo)
Tiempo de lectura: 14 min

Vivimos en una época en la que nuestros científicos pueden preparar una vacuna que salva millones de vidas en tiempo récord y sin embargo uno de cada cinco estadounidenses se niega a vacunarse, a causa de una mentira que les han contado. 

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El dato lo ha recordado hace unos días Barack Obama en un discurso en Stanford, en el que añadió que “la gente muere por la desinformación”. A continuación pidió más regulación de las grandes tecnológicas, pero no habló sobre medidas relacionadas con la educación, por ejemplo. 

La alfabetización mediática no da muchos titulares pero es una de las pocas medidas en las que hay consenso sobre su éxito como solución contra mitos, bulos y desinformadores. Un estudio que acaban de publicar investigadores de la Universidad de Stanford ha encontrado que menos de seis horas de instrucción dan a los estudiantes el doble de probabilidades de detectar sitios web cuestionables.  

El plan de estudios observado por los investigadores es el que desarrolló el Stanford History Education Group (SHEG) en 2019, que llegó a un millón de estudiantes sólo en ese año. Es gratuito, se llama Civic Online Reasoning y está colgado online para que alumnos y profesores puedan utilizarlo. El pequeño equipo que lo ha impulsado ha sido el de MediaWise, el proyecto de alfabetización digital del Poynter Institute. 

Alex Mahadevan conoce bien ese plan de estudios porque fue uno de aquellos profesores que recorrieron Estados Unidos enseñando cómo detectar noticias falsas a adolescentes. Le ha tocado recibir la noticia de su nombramiento como director de MediaWise, en Madrid, donde ha venido para la presentación del curso contra la desinformación lanzado con Newtral en España. También ha viajado hasta nuestra redacción Brittani Kollar, responsable de Formación Internacional de MediaWise, y con ambos hablamos para preguntarles sobre la situación actual del caos informativo y cómo puede la alfabetización mediática ser una solución efectiva a este escenario de infodemia que no cesa. 

P – ¿Por qué Poynter considera a la alfabetización mediática una prioridad? 

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Alex Mahadevan – En 2018 veíamos que los adolescentes compartían mucha desinformación, a pesar de que ya estaban en internet, y habían crecido con iPads en sus manos. Las investigaciones de Stanford en 2016-2017 habían concluido que los jóvenes no eran buenos identificando la desinformación porque no consultaban con varias fuentes. No hacían lectura lateral, que es la idea de leer usando múltiples pestañas. Sólo leían un sitio web falso, por ejemplo, y seguían con otra cosa, no estaban haciendo ninguna búsqueda (sobre lo que leían). La razón era cómo les enseñaban: que había que leer un libro. Y ya. 

Entonces formamos MediaWise y la razón de que Poynter estuviera tan involucrado fue que ellos vieron que la alfabetización digital es fundamental para la democracia. El mayor objetivo de Poynter es fomentar la democracia y la participación, así que el periodismo es una parte muy importante de eso. Y entonces identificaron a la alfabetización mediática -la capacidad de entender qué es real y qué es falso, entender el papel de las noticias, cómo se hacen, cómo se consumen-, como algo igualmente importante para la democracia. 

Comenzamos con la red de fact-checking para adolescentes donde enseñamos partes del plan de estudios del SHEG pero la idea era enseñar alfabetización digital a través de la lente del fact-checking, y finalmente nos dimos cuenta de que necesitábamos enseñar a los jóvenes a pensar como fact-checkers, lo que solidificó la participación de Poynter. 

P – La desinformación o el desorden informativo, como lo llama First Draft, ha llegado a ser un problema global, ¿funciona la alfabetización mediática contra esto? 

AM – Sí. Los estudios muestran que la alfabetización mediática funciona contra la desinformación. Puede ser inoculada y enseña a las personas a detectarla. La conciencia del problema los capacita para hacerlo por sí mismos, porque no puedes confiar en las plataformas, y tampoco puedes confiar en que aprenderán todo lo que tengan que aprender en la escuela. La alfabetización mediática les da la habilidad de identificar misinformación (información falsa distribuida sin intencionalidad de causar daño) aunque no esté marcada como tal en Facebook o Instagram. 

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La alfabetización mediática enseña a tomar conciencia. No se han realizado muchos estudios que demuestren que la alfabetización mediática detenga de forma directa la desinformación, porque los desinformadores siempre están creando nueva desinformación. Pero la investigación ha demostrado que si alguien aprende alfabetización mediática, es capaz de evitarla. 

P – ¿Cómo valoran la tarea de los fact-checkers desde 2016 hasta la actualidad? ¿Ha habido algún cambio? ¿Es el público más consciente de los riesgos de la desinformación?

Brittani Kollar – Creo que el público es más consciente ahora que antes de las elecciones de EEUU de 2016. Realmente vimos un cambio en la cantidad de desinformación, y creo que en ese momento arrojó luz sobre lo fácilmente vulnerables que pueden ser las personas de todas las edades a la desinformación. Colectivamente ha habido un empuje desde 2016 por parte de los periodistas, por los verificadores y por el público para reconocer este problema y hacer algo para ayudar a mitigarlo, ya que no se puede eliminar. 

P – ¿Y con respecto a la industria, a las grandes tecnológicas?

AM – Barack Obama, potencialmente una de las personas más conocidas en el mundo en los últimos años, ayer tuiteó sobre la desinformación y los desafíos para la democracia y hoy habla en Stanford sobre este tema. Así es que estamos viendo claramente que los poderosos se dan cuenta de lo que está pasando. Ahora, la difusión de la desinformación, ¿está mejorando o empeorando? No creo que esté mejorando en realidad. Creo que lo que está ocurriendo es que hay más verificadores, lo cual es bueno. Hay una demanda de comprobación de hechos, obviamente, porque la industria de la comprobación de hechos va bien. 

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Sin embargo, creo que la gente vive en una realidad alternativa. En el pasado, los sitios web de noticias falsas se hacían virales en Facebook. Ahora lo que se ve es des/misinformación compartida por los políticos. Y se ve a gente poderosa compartiendo estas narrativas de conspiración. Estoy hablando de los EE.UU., pero podría suceder aquí también en España. 

Y estamos viendo que estas teorías de la conspiración y la desinformación que eran de nicho van ahora son populares. En Estados Unidos, uno de los programas de televisión por cable más vistos del país es el de Tucker Carlson, y difunde más desinformación que cualquiera de esos sitios web falsos de Macedonia.

Sin embargo, sin embargo… Hay otro estudio sobre hablantes de español en EEUU que muestra que cuando ven verificaciones es más probable que cambien su opinión inicial con respecto a las conspiraciones. Hemos visto que el fact-checking funciona, y que cambia la mente de las personas, pero hay demasiados desafíos en este momento. Es difícil ser optimista. Siento decirlo. 

https://twitter.com/YamilRVelez/status/1512534678984658946

Mahadevan ha estado siguiendo el desarrollo de Birdwatch, el programa de Twitter que trabaja con 10.000 fact-checkers ciudadanos y que está funcionando de modo experimental sólo en Estados Unidos por el momento. Le pregunto si cree que el periodismo de fact-checking puede ser hecho colaborativamente y cómo ha resultado eso hasta el momento. 

A – No creo que el producto final de la comprobación de los hechos pueda ser de origen colectivo. Sin embargo, creo que el crowdsourcing sí puede ser una parte integral del proceso de fact-checking. Pienso en que Birdwatch podría ser exitoso como la Wikipedia, que es una fuente de información generalmente muy fiable en la que la síntesis de la información es efectiva y funciona. Creo que la verificación por parte del público puede funcionar si se combina con el fact-checking profesional. Un investigador descubrió que los usuarios de Birdwatch eran muy eficaces identificando la desinformación y el error, y añadiendo contexto a las comprobaciones. Sin embargo, había partidismo: los usuarios de Birdwatch republicanos sólo comprobaban los hechos del Twitter demócrata, y viceversa. Por eso lo que me preocupa de este sistema de fact-checking colectivo sin profesionales es que la ideología siempre va a influir en él. Haciéndolo corto, aunque hay desafíos creo que el fact-checking colaborativo puede hacer la vida más fácil a los fact-checkers, si colaborásemos.

P – ¿Qué opinan de lo que se ha hecho en materia de moderación en las redes sociales, como Facebook, Twitter, Instagram, TikTok? ¿Es suficiente? 

BK – Creo que están haciendo progresos, que están haciéndolo lo mejor posible en este punto.

P – ¿Están siendo útiles en la lucha contra la desinformación?  

AM – Necesito ver los datos de las investigaciones. No sabemos si la moderación en redes sociales y sus banderas (flags o marcados) funcionan porque las plataformas mantienen sus datos de investigación muy protegidos.

Las grandes empresas tecnológicas siempre podrían hacer más porque tienen mucho dinero

(Las banderas son) algo que yo llamaría un codazo. Lo ves. Ves las imágenes como tachadas o lo que sea y luego puedes hacer clic, lo ves. Son muy lentos para eliminar el contenido a menos que lo consideren perjudicial. Bien. Pero ¿qué es perjudicial para ellos? Los grupos de Facebook son conocidos por la difusión de información errónea y desinformación. Incluso en los grupos de Facebook, pueden llevar la bandera de contenido engañoso, pero los usuarios encontrarán formas de evitarlo alterando las palabras o difuminando partes de una imagen para escapar del algoritmo. Facebook tampoco quiere borrar estos posts. Dicen que es porque no quieren ser árbitros de la verdad. ¿En España dejan hacer fact-checking a políticos en Facebook? 

P – No, es la misma política. 

AM – ¿Quiénes causan los mayores problemas con la mis/desinformación? Los políticos. Y si no podemos hacerles fact-checking, no hay mucho bien que podamos hacer. Creo que esa es la parte débil. Pero creo que Brittani tiene razón en que están haciendo más de lo que hicieron en el pasado. Uno de sus problemas es que intentan confeccionar las reglas rápidamente mientras el mundo está cambiando. Son reactivos, pero es difícil ser proactivos. Entiendo su lucha. 

P – ¿Cuáles son los grupos más vulnerables a la desinformación en todo el mundo? 

A – Siempre es la gente pobre. Creo que eso se debe a la falta de capacidad de conexión no tanto como de la educación. Simplemente cuando los poderosos conocen que un grupo está marginado, saben que es más fácil aprovecharse de él.

Hablando específicamente de Estados Unidos, tengo que decir que son las comunidades hispanohablantes porque tienden a no confiar tanto en los medios de comunicación convencionales. Porque los medios de comunicación convencionales no han sido dignos de confianza para los grupos marginados. Entonces obtienen sus noticias de fuentes locales o de la radio por WhatsApp, y no a través de las fuentes principales. Por esto es difícil hacer llegar información fiable a un grupo que consume la información de una manera muy diferente.

P – ¿Existen, y si es así, cuáles son las principales diferencias entre países en relación con la forma en que se consume la información o se difunde la desinformación? ¿Qué caso les ha llamado la atención? 

B- En Brasil hay comunidades que todavía dependen sólo de las radios y que no tienen conectividad, son esencialmente desiertos de noticias. Así que sólo consumen lo único que reciben, sea o no factual. Y eso creo que puede aplicarse a muchos países de todo el mundo, y es tan difícil de creer en una sociedad en la que todos estamos conectados. Todavía hay comunidades que no tienen acceso a la tecnología, no tienen Wi-Fi, no tienen internet, y por eso son tan susceptibles a la desinformación. 

P – Si hablamos de alfabetización mediática, ¿quién está haciendo más por ella: las grandes tecnológicas, los gobiernos, las organizaciones sin fines de lucro?

B – Las grandes empresas tecnológicas se están esforzando mucho. Los gobiernos se esfuerzan bastante. Pero al mismo tiempo, algunos gobiernos son autores de la mis- o desinformación.  

A – Las grandes empresas tecnológicas siempre podrían hacer más porque tienen mucho dinero, hay mucho dinero corporativo en la empresa privada en EE.UU. Yo he realizado un trabajo de alfabetización mediática en Europa del Este financiado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Así que sé que el Departamento de Estado estadounidense apoya la alfabetización mediática en el extranjero. 

Las grandes fundaciones sin ánimo de lucro están empezando a darse cuenta de que el problema no es (sólo) la desinformación, y están empezando a apoyar los esfuerzos de alfabetización mediática. En los Estados Unidos hay 14 o 16 estados que están enseñando alfabetización mediática para los estudiantes de secundaria y preparatoria, pero eso es todavía un porcentaje muy pequeño. Me gustaría ver más apoyo por parte de algunos de los principales periódicos de Estados Unidos. 

P – Cuando se habla de alfabetización mediática la gente se da cuenta de su importancia, y sin embargo no parece ser un tema del que se hable. 

A – El caso es que es mucho más fácil hablar del problema que de la solución. Creo que la gente no entiende el efecto que puede tener la alfabetización mediática porque no es sexy. Realmente no lo es, no es tan atractivo como hablar de una empresa de tecnología que retira un post o de Birdwatch, cosas como esas son llamativas. La alfabetización mediática es algo que lleva tiempo construir, lleva tiempo enseñar; es difícil, como descubrimos, conseguir que la gente se apunte a los cursos. 

B – Nuestra sociedad está tan fragmentada que algunas personas simplemente no quieren aprender, piensan que lo saben todo y creen que lo que leen de esta esta fuente específica o este canal es correcto y es correcto todo el tiempo. Y si les proporcionas herramientas de alfabetización, entonces piensan «oh, pero esto realmente cuestiona la forma en que pensamos». 

A – Es naturaleza humana querer una gratificación instantánea, y eso no es necesariamente lo que puede hacer la alfabetización mediática. Estás enseñando a alguien a comprobar los hechos por sí mismo en lugar de decirle simplemente: «Oye, eso está mal, no lo compartas». 

MediaWise y el Poynter Institute

MediaWise es una iniciativa no partidista y sin ánimo de lucro que inició el Poynter Institute en 2018, con fondos de Google al principio. Ha llegado a más de 21 millones de ciudadanos y su objetivo es enseñar técnicas y estrategias para que personas de todas las edades se conviertan en consumidores más críticos de la información online. 

Poynter Institute es una escuela de periodismo y una organización de investigación sin ánimo de lucro con sede en San Petersburgo, Florida (Estados Unidos), también es propietaria del periódico local Tampa Bay Times, de la International Fact-Checking Network y gestiona Politifact.