Del alquitrán en el Himalaya a microplásticos en el aire de Madrid

Alquitrán y microplásticos en el aire | M.V.
Alquitrán y microplásticos en el aire | M.V.
Tiempo de lectura: 6 min

Algunas personas se refieren a la meseta del Himalaya y Tíbet como el «tercer polo». La región tiene la mayor reserva de nieve y hielo glaciar fuera de las zonas ártica y antártica. Los glaciares, que son extremadamente sensibles a la emergencia climática, han ido retrocediendo durante la última década. 

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Ahora, han detectado partículas de alquitrán en el aire y suelo de sus cumbres. Con la particularidad de que ennegrecen sus paisajes lo justo para absorber luz en la atmósfera del Himalaya. Esto ayuda al derretimiento de los glaciares, puesto que hay menos reflejo de la luz solar.

Sin ir tan lejos, en Madrid, un avión turbohélice se ha encontrado con nada menos que un billón de microplásticos en los cielos de la región. Pequeños fragmentos de plástico que generalmente proceden de la disgregación de objetos de mayor tamaño y que se han hecho tristemente famosos en nuestras costas.

Estos dos ejemplos muestran cómo la contaminación que se creía típicamente marina también está en nuestro aire, con las consecuencias que puede tener para salud y, sobre todo, clima.

Hasta ahora, teníamos claro que hay microplásticos en mares remotos. Incluso en una zona especialmente protegida de la Antártida, donde el acceso lleva regulado estrictamente desde 1966. Pero ¿hasta qué punto podemos encontrar microplásticos y hollín remoto en las alturas?

Lo que arde y termina en las cumbres

Según publica un equipo de China y EE.UU. en Environmental Science & Technology Letters, la quema de biomasa o combustibles fósiles está tras esas partículas carbonosas que absorben la luz. Pueden depositarse en la nieve y el hielo, lo que posiblemente acelere el derretimiento de los glaciares. 

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Investigaciones anteriores han demostrado que un tipo de partícula, el clásico hollín, puede viajar largas distancias impulsado por el viento y llegar al Himalaya. Pero se sabe poco menos sobre la presencia de carbonilla marrón.

Buena parte proviene de la quema de residuos de trigo a gran escala en la llanura indogangética. Sus partículas que pueden formar minúsculas bolas de alquitrán, viscosas, hechas de carbono, oxígeno y pequeñas cantidades de nitrógeno, azufre y potasio. 

Weijun Li y sus colegas querían ver qué tipos de partículas de aerosol individuales estaban presentes en las muestras de aire tomadas en una estación de investigación remota a gran altitud en la vertiente norte del Himalaya.

Tres de cada 10 partículas en el Himalaya son de alquitrán

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Usando microscopía electrónica, los investigadores encontraron inesperadamente que alrededor del 28% de las miles de partículas en las muestras de aire de la estación de investigación del Himalaya eran esas bolas de alquitrán. El porcentaje aumentaba en los días con niveles elevados de contaminación.

A través de cálculos de modelado, el equipo estimaron que las bolas de alquitrán depositadas en las superficies glaciales podrían contribuir a un efecto de calentamiento significativo. Como resultado, los futuros modelos climáticos deberían considerar el transporte de largo alcance de bolas de alquitrán al Himalaya, dicen los investigadores.

El aire de Madrid que se llenó de fibras artificiales

¿Quién se subiría a un avión a recoger plásticos de los cielos? Cual marineros ambientalistas, Roberto Rosal, Ángeles Aguiler, Carlos Edo, Francisca Fernández Piñas y Miguel González-Pleiter han surcado –literal y metafóricamente– los aires españoles en busca de plástico. Y no precisamente en forma de bolsas abandonadas danzando entre hojas.

Aunque la atmósfera es un medio mucho menos estudiado, «se sabe que las concentraciones en ambientes urbanos alcanzan valores de algunos microplásticos por metro cúbico«, explican los autores del otro estudio español sobre el aire medido en Madrid, liderado por Miguel González-Pleiter (UAM).

Así es el microplástico del aire al microscopio | González-Pleiter et al.
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Según publican en Science of The Total Environment, estas concentraciones pueden ser mucho mayores en ambientes cerrados, donde se incrementa la exposición a ellos por inhalación. Pero en las alturas, donde han medido con ese avión, a 1.500 y 2.500 m sobre el suelo, «demuestran la presencia de varios tipos de microplásticos y fibras sintéticas, que son particularmente abundantes sobre Madrid en comparación con las zonas rurales y menos pobladas.

Científicos daneses demostraron el año pasado que podemos llegar a respirar 11 microtrocitos de plástico por hora sin darnos cuenta. Eso sí, lo probaron en maniquíes, así que tampoco sabemos cuán dañino puede llegar a ser esto.

Los plásticos identificados ahora en el aire de Madrid incluyen poliéster, poliamidas, y poliolefinas, que se encuentran entre los plásticos más utilizados, así como fibras artificiales tales como viscosa o algodón teñido, sobre todo de azul.

La concentración medida «alcanzó los 13,9 microplásticos por metro cúbico en Madrid, unas 10 veces más que en las zonas rurales», explican los autores en The Conversation. «Con ello hemos podido estimar el número total de microplásticos en el aire sobre el centro de Madrid en aproximadamente el billón de partículas».

Aviocar usado en la investigación |INTA, Ejército del Aire

Muchas de las partículas de microplástico se depositan en las primeras 24 horas no demasiado lejos del punto en el que fueron encontradas. Sin embargo, un número importante es capaz de recorrer grandes distancias antes de depositarse.

En concreto, las tasas de depósito para la zona del Golfo de Vizcaya estarían entre 0,1 y 10 microplásticos por metro cuadrado y día considerando únicamente las partículas que salieron de Madrid 24 horas antes. Además, una fracción significativa de los microplásticos puede alcanzar el sur de Inglaterra, Bélgica y el norte de Francia, a más de mil kilómetros de donde se detectaron.

Una parte importante de partículas recorrieron cientos de kilómentros: aparecieron en el Golfo de Vizcaya, Bélgica y hasta Inglaterra

Lo interesante es que no sólo vieron plásticos o polímeros sintéticos, sino también fibras naturales procedentes de tejidos industriales. «Nuestro estudio es la primera evidencia directa de la presencia de microplásticos en la atmósfera a gran altitud», explican.

Las concentraciones de microplásticos fueron unas diez veces mayores sobre zonas urbanas que sobre zonas rurales, «lo que apoya el origen eminentemente urbano de este tipo de contaminación». Eso sí, las partículas no entienden de fronteras, como se ve tanto con elestudio del Himalaya como con el de Madrid.