Se cumple un año desde que el Canal de Isabel II empezó a publicar informes semanales sobre el grado de presencia de covid en las aguas residuales de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, este sistema vigía, que llevaba funcionando desde meses antes, se empezó a gestar en marzo de 2020. Las aguas que terminan en alcantarillas y depuradoras delatan nuestras costumbres, consumos de fármacos y drogas ilegales y nuestras enfermedades. La covid está en las cloacas.
“Restos de SARS-CoV-2 son lo que buscamos, pero cuanto más tiempo pasan en el agua residual, menos señal. En algunas depuradoras que están cerca de la población podemos tomar ahí el análisis. Y en otras tenemos que ir al alcantarillado cerca de la población”. Habla así respecto a las aguas residuales covid Antonio Lastra de la Rubia, desde el laboratorio del Canal en Majadahonda, como director de innovación en redes de la empresa pública de aguas.
Los puntos de muestreo de Castellana y del cinturón sur suelen anticipar bien una subida generalizada de la covid por recoger aguas de mucha población diversa.
Lastra defiende el modelo de Madrid, pese a que no es el único en España. Pero “sí el más sistemático”. La idea es tomar muestras semanales en 289 puntos, 160 de ellos son alcantarillas, a la misma hora. “No podemos ir tampoco muy cerca [del foco, de la gente] porque al fin y al cabo tiene que ser una población representativa”.
Es decir, no tendría demasiado sentido para hacer el mapa “tomar la muestra a la salida de una residencia de mayores u hospital, donde no puedes esperar que vaya al baño todo el mundo a la misma hora”, por ejemplo. Una muestra amplia corrige en parte esos sesgos. Y la doble contabilidad (una persona infectada puede orinar en muchos sitios diferentes durante varios días si se va moviendo por la región).
“Lo importante son las tendencias”, explica. ¿Y hay alguna alcantarilla, colector o depuradora chivata, la que da la voz de alarma? “Hay grandes pozos que recogen mucha cuenca, por ejemplo, en el Paseo de la Castellana, donde drena buena parte del alcantarillado de Madrid. Pero también algunos puntos en el cinturón sur, Fuenlabrada, Parla, Pinto o Móstoles, que agregan a mucha población. Son capaces de anticiparnos cuándo sube la curva, pero después dejan de tener ese nivel representativo, justamente porque tiene menos calidad la señal [no está ‘a pie de casa’]”, precisa el técnico.
Las aguas residuales se han anticipado días a la curva de la covid
Con un cacillo, se toma aproximadamente un litro de agua residual. Se introduce en dos botes estériles y se le toma la temperatura. Viajarán entonces hasta el laboratorio de análisis. En Majadahonda, se hará un primer análisis para comprobar que estamos “ante aguas residuales reales, por así decirlo”. O sea, que los parámetros físicos y químicos sean los esperables para lo que circula por el alcantarillado. Un vertido puntual o una semana de mucha lluvia invalidaría la muestra.
Si todo responde a lo esperado, se reduce y somete en una máquina de PCR. En el laboratorio del Canal de Isabel II de Majadahonda hay cuatro amplificadoras. En vez de usar una muestra nasal, usan la de las aguas residuales de miles de personas de un conjunto de barrios o municipio. Genes del SARS-CoV-2 ya siempre van a aparecer. La cuestión es si se verán muchos o pocos para lo habitual en ese pozo.
Las tomas se hacen siempre el mismo día y a la misma hora para poder comparar la evolución. Y ahí es donde funciona su valor predictivo de lo que pasará, incluso aunque se hagan pocos test o se disparen los asintomáticos en un momento dado de la epidemia.
Explica Lastra que “nos llegamos a adelantar entre 3 y 11 días a la curva sanitaria. Y realmente esas curvas agregadas (de SARS-CoV-2 en aguas residuales) se parecen mucho a las curvas sanitarias (de casos covid). Se puede ver que son prácticamente calcadas pero diferidas en el tiempo. Esto se debe a que el SARS-CoV-2 hay un periodo entre que tú te infectas y desarrollas síntomas. Cuando ya estás infectado estás excretando ya SARS-CoV-2 y nosotros lo vemos, pero tú no detectas los síntomas ni vas al hospital o al centro de salud hasta pasados varios días”.
Ómicron ha cambiado lo que se ve
Entre las diversas variantes han observado diferencias. “La curva de aguas residuales en el caso de ómicron es muchísimo más alta que en las olas anteriores. Pero también es verdad que en esta tiene una bajada muchísimo más rápida porque ha habido más población infectada pero tarda menos en dejar de tener el virus y, sobre todo hay menos pacientes que tienen larga duración de la covid”. Seguramente, la vacunación mayoritaria ha tenido mucho que ver también.
Entre los aprendizajes que ha arrojado la experiencia del Sistema Vigía de aguas residuales, el poder haber afinado el tratamiento estadístico de todo ese enorme volumen de información que arrojan los trocitos de genes que viajan por las alcantarillas. “Puedes tener un número enorme de copias virales en un pozo y que luego ese municipio tenga menos incidencia que el de al lado. Hay que comparar siempre consigo mismo”. No hay dos cloacas iguales, sometidas exactamente a los mismos factores.
Los datos de aguas residuales no permiten inferir que haya influido homogeneamente el nivel de renta, densidad, clima o movilidad de cada barrio en los contagios
Lastra reconoce que no se pueden comparar fácilmente los datos entre olas. Primero, porque las restricciones fueron distintas. Cuando estaba prohibido salir de la región, la movilidad del fin de semana desplazaba las excreciones virales a la Sierra, sobre todo. No es que en esos pueblos ‘se contagiaran más’. De la misma manera, cuando el pasado verano de 2021 se pudo viajar, los índices cayeron casi a mínimos, pero no tanto como tras el gran confinamiento de 2020.
Pero, a nivel epidemiológico, ha habido sorpresas. “Se pensaba que podían correlar este tipo de pandemias con situaciones socioeconómicas o climatológicas y demás, y hemos aprendido que no. Había barrios muy juntos que uno se comportaba de una manera y otro de otra. Y que cuando ha empezado a subir lo ha hecho en sitios diversos, que no se han correlacionado en absoluto con el nivel de renta, ni la climatología ni con la movilidad local sino que ha sido por otros factores que no han estado tan claros”.
El sistema vigía va camino de cumplir dos años desde que se diseñó. Este laboratorio del coronavirus se quedará para siempre. Y no se descarta que se use para monitorizar otros patógenos o la presencia de antibióticos o bacterias superresistentes a ellos de manera sistemática, si fuera necesario. La otras pandemia silenciosa dentro de la pandemia.
Además del proyecto del Sistema Vigía de aguas residuales de Madrid, el Ministerio de Transición Ecológica y el de Sanidad tienen en marcha el proyecto nacional VATar-COVID-19, que no sólo analiza aguas residuales, sino aguas de baño.
La primera fase del proyecto concluyó en septiembre de 2021 con la determinación de la presencia de fragmentos del ARN del SARS-CoV-2 en 38 estaciones depuradoras de aguas residuales. En la segunda fase, iniciada el pasado diciembre, se amplía el muestreo y análisis para superar el medio centenar de estaciones.
Está previsto que se analicen un total de 3.960 muestras de agua residual para el estudio de la concentración de ARN de SARS-CoV-2 y las variantes mayoritarias, y 990 muestras para la detección de nuevos linajes potenciales mediante la secuenciación masiva.
Hay muchas razones para incrementar y generalizar este tipo de control.
Hay muchas EDAR repartidas por todo el país, son Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales y podrían ser cruciales para adelantar y detectar nuevas olas de ésta y otras epidemias que seguirán apareciendo. Por cierto, también para saber la CALIDAD de salida de esas aguas que van al medio natural.