¿Qué tendrá que ver la tenencia de animales exóticos con la enfermedad del aburrimiento? ¿Y con lo que ocurre en algunas residencias de mayores, tras la pandemia?
Se solía decir, en círculos periodísticos, que esta es la semana más aburrida del año. Nunca pasa nada. Pero eso parece cambiar en los últimos tiempos. Todo el rato parecen estar pasando cosas. Una sucesión de alertas y acontecimientos que pareciera que no dejan hueco al aburrimiento. Pero, ¿y si nos aburre hasta la sucesión de novedades?
Este capítulo de Tampoco es el fin del mundo es puro aburrimiento. Pero te prometemos 30 minutos llenos de historias para no aburrirse. Son justo 30 los minutos que cada día pasamos aburridos, según explica la doctora Erin Westgate (Universidad de Florida), de la International Society of Boredom Studies. Hoy, en este pódcast, hablamos con su presidenta, la filósofa murciana Josefa Ros Velasco, reciente Premio Nacional de Investigación en Humanidades.
El aburrimiento en las residencias de mayores, bajo lupa
Ros Velasco empezó a estudiar el aburrimiento cuando ingresó su abuela en una residencia. Ella le contaba que se aburría, pese al enorme catálogo de actividades que el centro ofrecía. Indagó y se dio cuenta de que otros residentes sentían lo mismo. Desde ese momento, se dedicó a la investigación del tedio y otros sentimientos negativos entre personas ‘institucionalizadas’. Hoy, es el eje de su proyecto PRE BORED, pionero en detectar qué está pasando en algunas residencias tras el golpe de la pandemia.
Ros Velasco defiende que si queremos presumir de una asistencia a residentes de absoluta calidad, debemos dejar poco a poco el enfoque sanitario para centrarnos en uno que dote de significado al día a día de quien vive en estos centros. Para ello cree que es necesaria una inversión en recursos públicos muy significativa. Somos un país con cada vez más mayores. Y somos una sociedad que parece necesitar más estímulos para no caer en el aburrimiento.
¿Qué tienen en común ‘El Robe’ y Séneca?
El aburrimiento puede ser una alerta para movernos. Puede ser productivo y, en ocasiones, se considera motor de la creatividad. Pero la filósofa Josefa Ros Velasco advierte de sus riesgos. El aburrimiento duele. Y desarrollamos una especie de ‘adicción’ al entretenimiento rápido y repetitivo, que no sacia el vacío que deja el aburrimiento.
Pese a todo, hay autores que a lo largo de la humanidad han sostenido que el aburrimiento ha sido uno de los motores de la historia. Del cambio social. Del avance. ¿Hubiera sido posible cohesionar el Imperio Romano con aburrimiento? ¿Hubiera sido posible un Medievo de encierro monacal sin que el aburrimiento fuera pecado? ¿Por qué en el siglo XIX el aburrimiento se torna patología? ¿Qué tienen en común Séneca y Robe Iniesta?
Hoy, en Tampoco es el fin del mundo hablamos de ‘La enfermermedad del aburrimiento’ y de cómo este puede llegar a ser una pieza en el motor de la historia y de cómo la era hiperconectada nos lleva a buscar experiencias cada vez más arriesgadas o cercanas a la muerte para conseguir vencer al tedio. Aunque esto, en el fondo, no es nuevo y, si se sabe dominar, tampoco es el fin del mundo.
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Los únicos sitios donde me invade una ola viscosa de aburrimiento de la que no me puedo despegar es en las bodas: Carnaval vestido de Givenchi, Aliexpress vestido de Dior, Chiquito de la calzada vestido de Noa Chomsky, wedding planner vestido de happening...
.. con lo caras que salen, el tedio que dejan.... ???