Laura empieza tener sensaciones extrañas después de hacer una ouija una noche de fiesta. Sus padres, preocupados por su comportamiento, deciden llamar al padre Olmedo, interpretado por José Sacristán, para que le practique un exorcismo. Así arranca 13 exorcismos, una película dirigida por Jacobo Martínez y protagonizada por María Romanillos, Ruth Díaz y Cristina Castaño que reflexiona sobre el papel de la religión y la familia en la gestión de la enfermedad y la búsqueda de alternativas a la medicina tradicional.
El largometraje recrea las técnicas utilizadas durante diversos exorcismos practicados a lo largo de los últimos 20 años en España a partir de “información de juzgados de instrucción, libros y declaraciones de exorcistas reales”, como explica Ramón Campos, coguionista del filme, en una entrevista en e-Cartelera.
’13 exorcismos’, una historia basada en los exorcismos que se le practicaron a una joven de Burgos
Uno de los casos en los que se basa la película es el del exorcismo que se le practicó a una joven de Burgos en diciembre de 2014, como explican en la Agencia Efe. Es el último documentado en España y salió a la luz tras la querella de unos familiares de la menor ante la comisaría de la ciudad “por las lesiones y secuelas que (…) padecía la menor, con antecedentes de anorexia, ansiedad y un intento de suicidio”.
En ese momento, el Juzgado de Instrucción 2 de Burgos abrió una investigación para esclarecer si se habían cometido “delitos de malos tratos físicos y psíquicos, amenazas, coacciones y contra la integridad moral (…) contra una menor de edad en el ámbito familiar y en varias sesiones de exorcismo”, como recoge la web del Consejo General del Poder Judicial.
Sin embargo, en 2017 se decretó el sobreseimiento de la causa al no “existir indicios racionales de criminalidad suficientes de la comisión de los delitos imputados”, según la jueza de instrucción.
¿Qué dijo la justicia sobre este caso y qué explicación dio el arzobispado de Burgos?
Uno de los periódicos que adelantó la historia fue el Diario de Burgos, que recogió en 2014 parte de la denuncia de la víctima. La joven explicó que llevaba un tiempo con “problemas de anorexia acompañados por problemas nerviosos de ansiedad” y que había dejado de comer “por hacer penitencia”, según este medio.
“Sus padres”, explican en la crónica, “interpretaron los ataques de ansiedad como una posesión demoníaca”, según el relato de la menor, y decidieron trasladarla a Valladolid para que un párroco le practicase hasta 13 exorcismos.
En diciembre de aquel año, el arzobispado de Burgos publicó una nota aclaratoria sobre estas intervenciones en la que explicaba que “la parroquia [de Burgos]” no había tenido “nada que ver en la decisión de llevar a la joven al exorcista”, aunque sí confirmaba que se le habían practicado estos rituales.
“El arzobispado de Burgos no ha tenido nada que ver en el desarrollo de los hechos descritos en la noticia, y ha tenido conocimiento de la situación solo después de lo sucedido”, matizaban.
¿Quién autoriza y quién puede practicar un exorcismo?
El Vaticano define el exorcismo como “una antigua y particular forma de oración que la Iglesia emplea contra el poder del diablo” a través de la que “pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra la influencia del maligno y substraído a su dominio”.
Este tipo de prácticas están plenamente aceptadas en la Iglesia católica desde hace años y están reconocidas como “un derecho de todos los fieles”, explican en la archidiócesis de Burgos. En estos casos, “el Código de Derecho Canónico exige que el exorcista sea nombrado por el obispo y que valore la oportunidad de realizarlo”.
Para justificar este tipo de ritos, el dogma católico se basa en la creencia de que Jesús ya practicaba exorcismos, como recogen algunos de los estudios encargados por el Vaticano para la Congregación para la Doctrina de la Fe.